domingo, 7 de septiembre de 2014

Thomas Pynchon y yo

Como algunos de ustedes sabrán, en Mejor educados me atreví a reivindicar a los Simpsons como referente familiar. Ya sabemos que son una familia bastante singular pero, al fin y al cabo, sus tres hijos parece que saldrán adelante. Así que si alguien cree que está cumpliendo con el oficio de padre mejor que Homer Simpson, está de enhorabuena. Como era de esperar, más de uno me estiró de las orejas por considerar que esta comparación era una frivolidad. A mi, por el contrario, los que me parecen frívolos son los que presentan como modelos a imitar familias ideales que -gracias a Dios- nunca han existido. Lo que yo hacía era reivindicar la condición humana de los padres, recordando al mismo tiempo que no existe el ser humano perfecto. Siempre he defendido que el primer derecho del niño es tener unos padres relajados y nada me parece más contrario a esta relajación que la pretensión superhumana de ser un padre impecable.

Hoy he sabido que comparto mi respeto por Homer Simpson con Thomas Pynchon, que, por cierto, ha tenido un par de cameos en la serie.


Al leer el guión de uno de ellos, descubrió que su personaje hablaba mal de Homer, así que lo corrigió y lo devolvió con esta nota: "Sorry, guys. Homer is my role model and I can’t speak ill of him".


4 comentarios:

  1. Cuando nació el primero de mis dos hijos compré una profesión de fe, más que un libro: "No hay padres perfectos", de Bettelheim. Y de él extraje una lección definitiva, para mí: recuerda con exactitud cómo reaccionaste tú cuando tenías su edad, desde que uno fue capaz de guardar memoria, claro, porque antes de eso ya se pueden haber cometido ciertas fechorías con hermanos más pequeños.... Luego yo me inventé un principio rector demasiado riguroso, pero que me ha funcionado: "Prefiero que me respeten a que me amen", aunque ambas cosas no son incompatibles, por supuesto, como pude comprobar enseguida. Esto de la educación de los hijos, ¡tan imperfecta toda ella!, requiere, como bien dices, tranquilidad, pero yo añadiría algo que me parece imprescindible: la espontaneidad. Aprendí en mis padres a odiar la afectación y luego confirmé mi acierto al leer ese rechazo visceral en el Quijote.

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    1. De acuerdo con la espontaneidad. Además creo que educamos por impregnación y que ésta sólo funciona cuando nuestra conducta es espontánea.

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  2. En eso tampoco está solo Sr. Gregorio, también soy admirador del tierno humor ácido de los Simpson. Fue un gran acierto por su parte reivindicarlos como referente familiar. Hay espectadores muy duros de molleda, sonríen, ríen, y no saben por qué. Vivimos en una sociedad miedosa, timorata y puritana a pesar de que hagamos como si no.

    Por suerte para mi y mi hermano, nuestros padres fueron unos Simpson, entusiastas, responsables, humanos. No hay mejor método que el ejemplo personal, eso es, por impregnación, no me canso de decirlo.

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  3. Mi hermano tiene toda la razón, es el ejemplo y no los discursos. Él y yo fuimos muy afortunados por tener los padres que tuvimos, no eran dioses ni lo pretenían, todo lo contrario.

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