Básicamente la vida política -especialmente en estos días- lo que nos muestra es esto: personas tan bienintencionadas como perplejas. Por una parte están completamente seguras de lo que nos conviene a todos; por otra, no pueden comprender que haya algunos tan cazurros que no compartan su clarividencia. Todo normal, vaya.
Nada nuevo, en efecto. En los últimos años hemos visto cómo, cada vez que "los otros" ganan las elecciones, la explicación va del "la gente es tonta" al "a la gente la han engañado". Y, como mucho, admiten que "no nos hemos explicado bien" o "no hemos sabido llegar", dando por supuesto que, si los votantes hubiesen sabido, les habrían votado a ellos.
ResponderEliminarQuienes piensan así ¿son verdaderamente demócratas?.
Demócratas sí, lo que dudo es que sean liberales.
EliminarHe observado que este efecto es tanto más pronunciado cuanto mayor es la endogamia ideológica, que consiste básicamente en seleccionar inputs que confirman y refuerzan las propias ideas y creencias, relacionarse con otras personas que las comparten y dejar fuera del campo de visión otras cosmovisiones. Esta endogamia ideológica alimenta el narcisismo moral e intelectual (qué guapos, qué buenos y qué listos somos) y, claro, luego llega el choque con la realidad, que es testaruda y tiene la desagradable costumbre de echar por tierra nuestras ilusiones. La respuesta habitual entre los ingenuos y narcisistas endogámicos es algo así como: "¿Qué le pasa a esta gente?" Y en lugar de tratar de entender por qué la gente no piensa de la misma manera ni ve el mundo como lo vemos nosotros, nos empeñamos en adoctrinarles para intentar salvar esa brecha entre ellos y nosotros. Esto, con perserverancia y a largo plazo, puede servir a fines políticos de lucha por el poder y hegemonía cultural e ideológica, pero no añade nada a nuestro conocimiento del ser humano, aparte de que esa hegemonía nunca es total y siempre hay gente que se resiste o que acata únicamente por conformismo (la mayoría, de hecho). Convencidos de verdad son siempre una minoría.
ResponderEliminarPor tanto, ante esta realidad, hay dos opciones: ponerse a estudiar en serio el problema de por qué la gente no piensa de la misma manera, o seguir los impulsos evangelizadores y tirar p'alante a pesar de todo, "descazurrando" a la gente como los jesuitas en el Japón feudal o los marxistas en Oklahoma.
Efectivamente: ¿Qué pasa a esta gente que tiene la verdad delante de sus narices y no la reconoce?
ResponderEliminarSan Agustín se preguntaba lo mismo.... pero respecto a los paganos reticentes a aceptar su propuesta de convertirse a la fe verdadera.
Por cierto que San Agustín acabó convencido de que había que convertir a todo el mundo, aunque fuese a cristazo limpio, puesto que era por su bien.
ResponderEliminarBueno, es lo mismo que piensan hoy, por ejemplo, los comunistas. Cuando el comunismo alcanza el poder ya no hay libertad política ni libertad para ejercer la crítica. Eso sí, es por el bien de la clase trabajadora.
Eliminar¿O sea, que será siempre así?
ResponderEliminarhttp://youtu.be/oxtgoVh93fI
Lo mismo vale para el ala mas demócrata y no liberal de España para tratar el tema de Catalunya...no entienden como no compartimos su clarividencia en lo que a la unidad de España se refiere
ResponderEliminarqué malotes, querer que la ley se cumpla, habrase visto, los fachas mesetarios esos
EliminarPorque, por vuestra parte estáis completamente abiertos al diálogo, ¿no?.
EliminarSin entrar en el fondo de su acertada reflexión (aunque el adjetivo me deje en evidencia) me pregunto si ha considerado usted, Sr Luri, la posibilidad de ser leído por alguien de León. Se lo digo porque por estos pagos el término "cazurro" carece de valor peyorativo o despectivo y, al contrario, se utiliza como gentilicio con cierta dosis de orgullo patrio. Yo, que soy forastero de esta tierra, siempre lo entendí como un sinónimo de "poco espabilado", pero desde que me convertí en leonés consorte supe que hay que andarse con pies de plomo a la hora de utilizar el "palabro" en cuestión.
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ResponderEliminarDon Manolo, la pluralidad de las españas acabará dejándonos mudos.
EliminarCoincido plenamente con usted al respecto de la pluralidad de las españas y del tremendo daño que la misma está provocando en la forma de expresarnos, pero debo discrepar acerca de que ello tenga algo que ver con el uso que en León hacen del término "cazurro": no es un asunto de regionalismo sino de concepto. Y cierro asegurándole que en ningún momento me he planteado siquiera parecer (serlo ya resultaría casi insultante en este exquisito blog) polémico.
ResponderEliminar¡Por León!
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