Si los entiendo bien, los partidarios de la neutralidad axiológica (o conocimiento libre de prejuicios) proponen un conocimiento de las cosas que no esté mediado por juicios de valor sobre las mismas. Los valores de una cultura, por ejemplo, deberían ser vistos como hechos.
Se me ocurren inmediatamente dos preguntas:
1. ¿Cómo se clasifican esos hechos? O sea: ¿desde qué valor? ¿O nos limitamos a nombrarlos unos tras otros sin orden ni concierto?
2. ¿Cuál es el valor de la neutralidad axiológica? O sea: ¿Por qué la neutralidad axiológica es mejor que el capricho axiológico, por ejemplo?
Creo yo que los pedagogos creen que es bueno porque así no se le imponen creencias al niño lo que es malo malo, lo mejor es que se desarrolle libremente como buen salvaje y escoja los valores que le gusten, generalmente por la ley del menor esfuerzo.
ResponderEliminarEn abstracto, la cuestión tiene difícil apaño: una pura objetividad parece imposible. Pero si determinamos cada caso concreto, esto es, si delimitamos el juego de lenguaje respectivo, quizás salgamos del atolladero. Aunque supongo que esto es trasladar el problema de sitio
ResponderEliminarBueno, es la manera que tenemos de resolver problemas filosóficos, trasladándolos de sitio. Pero la cuestión se vuelve entonces aún más interesante, puesto que sugiere que solamente podemos ser axiológicamente neutrales dentro de algún marco axiológico compartido. Recuerde usted que a según qué juegos también se les llama "partidos".
EliminarLos pre-juicios nos salvaron, como especie, de la desaparición, lo cual indica que deben de tener un lugar privilegiado en el sanct sanctorum de nuestro ADN.
ResponderEliminarEn el momento es que hay reglas, hay valores. Y toda aproximación al conocimiento tiene sus reglas. ¿Sería como hacer fórmulas sin matemática?
ResponderEliminarMe cago en Sócrates
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