Cuenta el gran Cristóbal de Villalón en su Escolástico una fábula que, aunque ya fue recogida en este Café, no está de más volverla a recoger. Dice así:
En el monasterio de Santesteban había dos frailes ancianos y letrados, el uno era conocido como el Maestro de Peñafiel y el otro como el Maestro de León. Ambos eran catedráticos de teología. El maestro de Peñafiel había quedado algo falto de juicio tras una enfermedad, tanto era así que en ciertos cuartos de luna estaba fuera de seso y desvariaba algo en la conversación. Una noche, estando en el frenesí, se sentó a estudiar con mucha concentración el Evangelio de San Juan, que comienza con aquellas palabras "In principio erat verbum", y llegó a donde dice: "Et omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso factum est nihil." Y luego con gran despecho dijo entre sí: "¡Válgame Dios, que el Evangelio dice que todas las cosas son hechas por Dios, menos Nihil. No puede ser sino que este Nihil es el príncipe, causa y cabeza de los males, y de donde emana y nos viene toda tristeza y pesar, pues haciendo Dios todas las cosas, no pudo hacer a este Nihil, del cual procede el mal, pues está escrito que en la creación del mundo vio Dios que todo lo que había hecho era muy bueno, y por lo tanto él no hizo a este Nihil. Gran descuido es de los que rigen la república cristiana no poner diligencia en buscar este mal Nihil y prenderle y matarle, y entonces viviríamos todos los cristianos en paz y sin temor de ningún mal. Y con esta consideración se fue a la celda del maestro de León, y llamó a su puerta, éste, al abrirle, vio que estaba en su frenesí y le dio una silla para que se sentase. Con gran pasión y enojo le contó sus pensamientos sobre el pasaje del Evangelio, que creía que ningún otro letrado se había dado cuenta de él, y que había de ponerse mucho cuidado en aprender, pues tanto le va a la salud y sosiego de los cristianos el que sea preso Nihil, para que se remedie tanto mal como hay en el mundo por su causa. Como el Maestro de León lo vio tan apasionado con el Nihil, procuró sosegarlo y le dijo: "Reverendo padre Maestro, verdaderamente el punto es muy sutil y está bien mirado, y todos los que leen este Evangelio se saltan esta dificultad. Pero tenéis que saber que ya fue remediado por Cristo, porque puso en ello a todos sus discípulos y amigos para que con gran estudio lo prendiesen, y después de haberle puesto grandes espías y haber velado una noche, prendieron a Nihil, y cargándolo de grandes hierros y prisiones, le hicieron justicia y murió. ¿Queréis ver cómo es así? Sabed que en Lucas está escrito que vinieron los apóstoles a demandar albricias a Cristo cuando le prendieron y dijeron: "Magister, per totam noctem laborantes nihil prendidimus". Cuando el Maestro de Peñafiel oyó la buena razón, que estaba probada con tanta autoridad, satisfízose mucho y díjole: "Por Dios, señor Maestro, que hasta ahora no me había dado cuenta de tan alto secreto, y me quedo convencido con vuestras razones." Y así, muy sosegado se volvió a su celda a dormir y tranquilizó el frenesí.
Locura hipostática solventada por el concurso de una locura escandalosa.
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