“La revolución hace cosas bien hechas y mal hechas, pero que no son precisamente señaladas como delito, ya que todo alzamiento revolucionario rompe los vínculos de las organizaciones existentes, los moldes colectivos anteriores al movimiento, así como también tergiversa las normas de derecho instituidas”.
Rafael Vidiella, uno de los hombres del PSUC, intentando explicar los acontecimientos revolucionarios de la Barcelona del 36.
Lo mismo valió para el alzamiento nacionalista contrarrevolucionario. Y así acabó todo como acabó...
ResponderEliminarEfectivamente, Juan.
ResponderEliminarPor cierto: ¡Parece que ya puedo comentar!
El señor Vidiella se quedó corto en esta observación, pues la Revolución con mayúsculas implica la abolición de las ideas o concepciones previas acerca del bien y del mal, haciendo girar estas en torno al hecho revolucionario, y este a su vez en torno al interés del Partido, y este a su ven en torno a la voluntad de los líderes, de modo que es bueno lo que sirve a la voluntad del líder de turno, y malo lo que va contra ella.
ResponderEliminarEso sí, lo que la Revolución no cambia, por mucho que lo pretenda, es la naturaleza humana, y su propensión al mal partiendo de la tentación del bien (Todorov).
D. Gregorio, me alegro mucho de que pueda pasearse de nuevo por la sección de comentarios como Pedro por su casa. La verdad es que, sin usted, esto no es lo mismo.