Efectivamente: «Él hizo proezas con su brazo: dispersó a los soberbios de corazón, derribó del trono a los poderosos y enalteció a los humildes, a los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió vacíos.»
Es Leo Strauss quien sugiere que si el Magníficat tiene razón, entonces hasta Dios mismo se pone de parte de los vencedores. O quizás habría que decir, que todo vencedor tiene a Dios de su parte. Cuando Teodosio, llevando en sus estandartes la señal de la cruz, se enfrenta a Eugenio, cuyas tropas lucían la imagen de Hércules, sabía que estaba asistiendo a una batalla decisiva entre una cultura declinante y otra emergente y que la batalla era también simbólica. En las batallas cruciales es cuando los estandartes han de ser bien visibles. Constantino. Tras proclamarse César, necesita legitimar su autoridad y los dioses acuden solícitos en su ayuda. Primero es Apolo, en el 310, quien se le presenta en una visión acompañado de la Victoria y así puede imponer su autoridad sobre los paganos; dos años después es el dios cristiano quien le envía la señal de la cruz como garantía de su alianza victoriosa en el Puente Milvio, y así se convierte en protector de los cristianos. Pero en el arco de Constantino en Roma es de nuevo Apolo quien se muestra como su protector.
Yo lo único que quería destacar es que, dejando aparte mitos benéficos o maléficos según las circunstancias las lecciones del Eclesiastés - o el Qohelet como se dice ahora- han sido provechosamente sacadas por muchos...
Y no siga jugando con el lenguaje "esópico" que en el futuro le va a costar trabajo encontrar editorial.
Las basílicas fueron edificios donde se impartía justicia antes de servir como iglesias. Continuó buena parte de la estructura pero la función era diferente.
Cuando se "seculariza" un concepto también hay que hilar fino. No sea que vuele el niño con el agua sucia.
Esto lo explicaba muy bien él del cierre categorial antes de que los progres, los años y los post-carlistas del Pirineo lo desquiciasen.
Y tiene toda la razón.
ResponderEliminar"El único pecado que la Historia no perdona es la derrota".
Efectivamente:
ResponderEliminar«Él hizo proezas con su brazo:
dispersó a los soberbios de corazón,
derribó del trono a los poderosos
y enalteció a los humildes,
a los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió vacíos.»
No hace falta mentar el Magnificat ni el cuarto salmo de las vísperas dominicales...
ResponderEliminarSuprima toda asociación con la Reconciliación al Final de los Tiempos y como decía el ginebrino del florentino : Griguliévich " dit la verité".
A largo plazo claro, en el sentido de Keynes.
Como le dijo Fidel Castro al gringo en "Comandante": "A mi me educaron los jesuitas. A largo plazo el sol se apagará (sic)".
Es Leo Strauss quien sugiere que si el Magníficat tiene razón, entonces hasta Dios mismo se pone de parte de los vencedores. O quizás habría que decir, que todo vencedor tiene a Dios de su parte.
EliminarCuando Teodosio, llevando en sus estandartes la señal de la cruz, se enfrenta a Eugenio, cuyas tropas lucían la imagen de Hércules, sabía que estaba asistiendo a una batalla decisiva entre una cultura declinante y otra emergente y que la batalla era también simbólica. En las batallas cruciales es cuando los estandartes han de ser bien visibles.
Constantino. Tras proclamarse César, necesita legitimar su autoridad y los dioses acuden solícitos en su ayuda. Primero es Apolo, en el 310, quien se le presenta en una visión acompañado de la Victoria y así puede imponer su autoridad sobre los paganos; dos años después es el dios cristiano quien le envía la señal de la cruz como garantía de su alianza victoriosa en el Puente Milvio, y así se convierte en protector de los cristianos. Pero en el arco de Constantino en Roma es de nuevo Apolo quien se muestra como su protector.
Yo lo único que quería destacar es que, dejando aparte mitos benéficos o maléficos según las circunstancias las lecciones del Eclesiastés - o el Qohelet como se dice ahora- han sido provechosamente sacadas por muchos...
ResponderEliminarSi todo es vanidad, nada es vanidad.
Considerando la escala temporal adecuada, claro.
Y no siga jugando con el lenguaje "esópico" que en el futuro le va a costar trabajo encontrar editorial.
ResponderEliminarLas basílicas fueron edificios donde se impartía justicia antes de servir como iglesias. Continuó buena parte de la estructura pero la función era diferente.
Cuando se "seculariza" un concepto también hay que hilar fino. No sea que vuele el niño con el agua sucia.
Esto lo explicaba muy bien él del cierre categorial antes de que los progres, los años y los post-carlistas del Pirineo lo desquiciasen.
Hay cuestiones que dejaré pendientes hasta el día en que usted tenga a bien manifestarse y vayamos a tomar lo que haga falta.
EliminarAmén.