"A medida que el cuerpo de Frida se iba acercando a las puertas abiertas del horno, eran las llamas las que parecían acercarse hacia su cuerpo. De repente, sus músculos se contrajeron por el efecto del calor y Frida se sentó de golpe en el carro del crematorio. En ese instante, las llamas alcanzaron su pelo, lo incendiaron y crearon un halo brillante y ardiente en torno a su cabeza. Todo fue repentino, inesperado y completamente aterrador. Los asistentes a la cremación comenzaron a gritar, presas de pánico y salieron en estampida, tropezando desordenadamente unos con otros en su afán de escapar. La horda incontrolable, atravesó gritando las puertas exteriores del crematorio, casi arrancándolas de sus bisagras, y salieron a la calle gritando que Frida estaba viva!"
Harry Thayer Mahoney y Marjorie Locke Mahoney,
The Saga of Leon Trotsky.
Sólo Diego Rivera y Siqueiros permanecieron imperturbables en el crematorio, inmunes a la ola de pánico. Siqueiros declaró posteriormente que al ver a Frida iluminada por una aureola de aire ardiendo pensó que estaba sonriendo por última vez a un mundo que se sentía feliz de abandonar.
¡Qué buena entrada! Gracias por compartir ese texto, al leerlo, parecía que estaba asistiendo a la ceremonia de incineración de Frida.
ResponderEliminarCaray! Las hay histriónicas hasta el final, y ella se lleva la palma. Me da que debió de ser insufrible, con tanto sufrimiento.
ResponderEliminarAhí solo faltó que el cadáver emitiera una horrísona carcajada.
ResponderEliminarParece que la interesante historia de esta mujer no se ahorró la influencia de los horrores de Allan Poe.
ResponderEliminarLo mejor debió ser cuando ardieron las cejas.
ResponderEliminarAcabo de ver Ordet.
ResponderEliminarHe llorado de la risa. Gracias, Teresa Amat.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que mis tonterías hagan reir. Pero es que fue lo primero que se me ocurrió, de verdad.
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