"Así como no se ha demostrado que haya 'verdades eternas', tampoco se ha demostrado que alguna vez -como en el fondo creen las refutaciones del escepticismo, a pesar de su propio empeño- haya habido un 'verdadero' escéptico."
Heidegger, Ser y tiempo 44.d.
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lunes, 5 de septiembre de 2011
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Las águilas no cazan moscas
I Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer» II Viaje casi relá...
Je, bien traído.
ResponderEliminarUn Heidegger sofista; hummmmm...
ResponderEliminarQ.-
Una verdad eterna: 2+2= 4.
ResponderEliminarNadie ha demostrado que haya habido jamás otro verdadero dogmático más que Heidegger.
ResponderEliminarSí, dos más dos son cuatro.
Y el hombre es un ser limitado.
En el contexto en el que aparece la cita, Heidegger está intentando dilucidar qué relación existe entre el Dasein y la verdad. O mejor, está intentando demostrar que el lugar de la verdad es esa relación, pero también ese es, en cierta forma el lugar del "ahí" del Dasein. Para sustentar esta tesis debe desmontar la teoría de la "adaequatio" (que entiende la verdad como correspondencia entre el intelecto y la realidad). Este proyecto lo conduce a la crítica tanto el escepticismo radical como las verdades eternas. En el primer caso porque el escepticismo implicaría la negación del ser del Dasein. Si un hombre se comprendiera a sí mismo como un ser despojado de toda verdad, acabaría "en la desesperación del suicido". Respecto a las verdades eternas, las considera Heidegger "restos de teología cristiana que hasta ahora no han sido completamente erradicados de la problemática filosófica". Si la manifestación de la verdad es la relación, entonces sólo hay verdad con el Dasein, lo cual, evidentemente, no significa que la afirmación "2+2=4" fuera falsa antes de que existieran los hombres o que será falsa cuando ya no existan hombres.
ResponderEliminarPor cierto, no creo yo que Heidegger discutiera precisamente la finitud del Dasein.
Evidentemente se puede preferir Santo Tomás a Heidegger, pero a mi su análisis del modo de ser de la verdad me parece, por lo menos, digno de ser meditado.
Vaya, así que antes hay que entender sus propias definiciones de términos, distintas al del común de los mortales.
ResponderEliminarPor ejemplo, resulta que se refería a un escepticismo radical, o absoluto.
No al simple y banal escepticismo de aquellos que somos incluso en ocasiones escépticos con nuestro propio escepticismo.
Claro, es que primero hay que pensar si todo ese esfuerzo preliminar para trasladarse a un uso del lenguaje tan personalista y personalizado va a conducir a algo provechoso.
Quede claro entonces, al margen de la concreta cabecita de Heidegger, que sí existen verdades eternas. A ver si con más tiempo libre le puedo dedicar algo a las ocurrencias de este buen señor.
Sí, ja ja. Heidegger sólo habla de un escepticismo seguro, inequívoco. Tras completar un giro de 360 grados su escepticismo vuelve a ser... la fe del carbonero.
ResponderEliminarUn sparring muy conveniente.
¿Por qué ha habido siempre tantos mediocres que critican la talla del pantalón de Heidegger?
ResponderEliminarEs porque Heidegger, realmente, era bastante desastrado.
ResponderEliminarSí, no era un pijo.
ResponderEliminarMás bien un fervoroso creyente del Volk y del Geist.
ResponderEliminarUn hombre fundamentalmente errado.
Hay otros que están herrados.
ResponderEliminarYa. Herrados, pijos y mediocres.
ResponderEliminarY pacientes.
¿Paciencia? No, eso no; ya quisieras.
ResponderEliminarTal vez se podía sospechar que aquí se idolatra a Heidegger. Un pensamiento tardío, ahora que constato la furia y el dolor ante la osadía de tratarle como simple humano por sus propias palabras.
ResponderEliminarGracias al Geist en internet la hoguera queda sustituida por los meros insultos.
Ouch.
Santo Tomás, justo antes de morir, tuvo una intensa experiencia "zenita" o algo así. No podía escribir, y se refirió a su obra como sólo "paja".
ResponderEliminarMe hace acordarme del protagonista de Pi, de Darren Aronovski.
Heidegger, en cambio, es sin duda un filósofo, es decir, alguien que nada y guarda la ropa. De ahí que, en el fondo, se les desprecie con toda razón. No tienen vida que mostrar ni arriesgan nada - bueno, su cátedra quizá.
Son, en el sentido más eminente, "charlatanes". Hic Rhodas, Hic salta.(Diógenes no lo era. Heráclito tampoco.Sócrates quizá.Y se acabó la lista Griega)
Poruqe la primera lección que aprende un filósofo es, precisamente, a hurtar el cuerpo.
"Gracias al Geist en internet la hoguera queda sustituida por los meros insultos".
ResponderEliminarDesembocaste en la falacia final: el hombre de paja como inquisidor. No me negaré a mí mismo que tengo cierto mérito.
Tiene el mérito de insultar por no saber discutir.
ResponderEliminarDe acuerdo con el señor Dhavar. Otro insultado après la lettre, si no falla la coherencia.
Sr. Dhavar, me interesa el apunte sobre Santo Tomás. En qué obra aparece esa reflexión suya?
ResponderEliminar- otro herrado.
RM:
ResponderEliminarEn las biografías sobre su vida.En algunas he leído que dijo "nada" en vez de "paja". Por lo visto se lo dijo al Padre Reinaldo, que le animaba a escribir. Dejó la pluma para siempre y dijo lo de "se me han revelado tales secretos que todo lo que he escrito hasta ahora me parece que es paja (no vale nada)el 6 de diciembre de 1273. Y murió sin haber cogido la pluma ni una sola vez más el 7 de marzo de 1274.
RM:
ResponderEliminarAnécdota que coloca la obra de Tomás de Aquino en un curioso lugar, totalmente desautorizada por su autor, como un mero ejercicio de principiante, simple ascesis para intentar forzar el umbral, pero que luego ha sido tomada como "fin de fiesta" por los católicos. Es maravilloso, tiene todo el sabor del mundo.
Non possum quia omnia quae scripsi videntur mihi paleae respectu eorum quae vidi et revelata sunt mihi
ResponderEliminarLa interpretación de este pasaje de la vida de Santo Tomás ha sido diversa, incluso entre los mismos tomistas. Sin embargo, quizás la mejor explicación es aquélla dada por él mismo en la Summa: "En esta vida es mejor conocer que amar las cosas inferiores a nosotros, pero es mejor amar las cosas que son superiores. Respecto de Dios es mejor amarlo que conocerlo, porque el conocimiento hace que las cosas vengan a nosotros y se adapten a nuestra manera de ser; pero el amor, que es la caridad, nos hace salir de nosotros y nos lanza hacia el objeto amado. El que ama se asemeja a la cosa amada; el que conoce adapta la cosa conocida a su propio modo de ser. De suerte que, cuando se trata de cosas inferiores, las elevamos cuando las conocemos, porque les damos nuestro propio modo de ser; pero cuando las amamos nos envilecemos. En cambio, cuando conocemos las cosas superiores, las empequeñecemos cuando se adaptan a nuestra inteligencia; pero, cuando las amamos, nos elevamos hacia ellas. Por eso, en esta vida, es mejor amar a Dios que conocerlo, y por ello es más lo que amamos a Dios por la caridad que lo que lo conocemos por la fe." Summa Theologiae, I, q. 82, a. 3.
http://idd0098d.eresmas.net/COMOPAJA.HTM
De Heidegger sabemos, con toda certeza, que se amaba a sí mismo.
A propósito de cierta actitud observada en los comentarios previos. Cualquiera de nosotros es maestro en su especialidad y alumno, sólo si quiere, en cualquier otra. La escasez de tiempo y recursos lleva a la división del trabajo y asimismo a la fragmentación del conocimiento.
ResponderEliminarPero hay maestros y maestros. En los extremos, por un lado los embriagados de tarima con un ideal de alumno oyente y silente varios años antes de concederle el honor de la réplica. Cuando la realidad les contradice la combaten con su talento, mayor o menor, para la sofística (eso de nadar y guardar la ropa). Por el otro extremos están los claros y directos. Los amantes de la divulgación del conocimiento a secas, a quien no incomoda tanto que se les indique algo que ¡horror, en su propia especialidad!, ellos no habían pensado antes. Al contrario, lo absorben al vuelo.
Muchas gracias a Dhavar y Caifás por sus amables indicaciones.
Yo recuerdo un análisis de Gustavo Bueno comparando la concepción de la verdad como aletheia en Heidegger con la de un autor del Círculo de Viena, Moritz Schlick - que fue asesinado por un nazi por cierto-, precisamente a partir del ejemplo de la misma sección de Ser y Tiempo: "El cuadro colgado de la pared esta torcido", y mostraba como más allá de la jerga las dos aproximaciones analíticas eran muy cercanas .
ResponderEliminarDigo esto porque a veces parece que Heidegger nos toma el pelo, pero cuando se tienen las referencias adecuadas se ve que no es así.
Otra cosa es que tenga razón, claro.
Gracias también a Karl Mill. Buscaré ese artículo de Bueno.
ResponderEliminarNo es un artículo.Está en el tomo IV de la Teoría del Cierre Categorial, pág 45 y ss.
ResponderEliminarSí, lo había encontrado
ResponderEliminarhttp://www.filosofia.org/aut/gbm/1995qc.htm
El problema es que no sólo se debe aclarar bien las diferencias entre esas dos aproximaciones analíticas, al parecer "muy cercanas", sino que hay que explicar qué adelantamos con regresar (valga) al neopositivismo del Círculo de Viena, después de haber pasado por Lakatos, Quine y otros.
En definitiva los representantes más ilustres de una empresa fallida. Todos derrotados.
A lo largo del S.XX se ha constatado el enorme fracaso de no llegar a alcanzar un criterio de demarcación bien definido en ciencia, algo que parecía al principio estar al alcance de la mano.
Ha resultado ser una tarea imposible hasta el momento, y sin embargo.... los científicos no parecen tener ningún problema con ello. Y siguen obteniendo resultados empíricamente verificables en teorías falsables.
Aunque resulte difícil aceptarlo para más de uno, todo este enorme y voluptuoso conglomerado de retórica no parece ser más que una enorme falsía. Y observado con distanciamiento, algo quizá imposible para quien lo ha convertido en parte de su cosmovisión, puede fácilmente resultar grotesco.
Yo no lo llamaría grotesco. Al menos en general, sólo en los casos particulares de quienes se consideran virtualmente blindados.
ResponderEliminarEl fracaso en alcanzar el objetivo último de la demarcación inobjetable, que ahí está, no significa que el esfuerzo haya sido del todo en balde. Por el camino se ha aprendido mucho y se han dado hallazgos bastante meritorios como la idea de la falsación. Por cierto, obtenida de un señor que la caterva de filósofos alto standing repudia con los peores insultos y métodos de baja estofa
que luego difunden entre risotadas quienes se consideran aventajados (en la improductividad, pero no lo saben), lo que no deja de ser significativo.
Para una síntesis breve (y sólo técnica, sin "anécdotas") del tema recomiendo la 2ª parte (capítulos 6 y 7) del libro que sacó Sokal hace un par de años.
http://www.casadellibro.com/libro-mas-alla-de-las-imposturas-intelectuales-ciencia-filosofia-y-cu-ltura/1486180/2900001341833