Cada vez que oigo a un educador defender que el fin principal de la educación es hacer felices a los niños, me entran unas ganas enormes de preguntarle: "¿Y por qué se cree usted con derecho a poner tan bajo el listón de aspiraciones de sus alumnos?".
Decía Goethe que la felicidad es una aspiración plebeya. Lo es, sobre todo, cuando se confunde con un confort de aspiraciones minimalistas: tener lo suficiente para vivir sin apreturas, no meterse con nadie y que nadie se meta con uno. O sea, con un autismo apolítico (pero a ser posible, subvencionado). Es, en este sentido, la aspiración de quien renuncia a vivir a la intemperie y busca refugio en la jibarización de su alma. ¡Para ser feliz de esta manera con ser inconsciente, insensible y no pasar hambre ya hay suficiente! Ya sé que los que defienden la felicidad no están dispuestos a renunciar al emotivismo de las puestas de sol, pero eso confirma mi tesis.
En cualquier caso, vista la influencia de la pedagogía New Age, las cosas van por aquí de manera imparable. Por eso sería muy de agradecer que las escuelas que comulgan con esta idea lo dejaran bien claro en una pancarta a la entrada del centro diciendo, por ejemplo: "Aquí no nos importan los conocimientos, lo que queremos es la felicidad de su hijo." Y que vaya quien quiera. Yo no me opongo a que estén subvencionadas. De hecho ya hay bastantes escuelas públicas que comulgan con esta ideología.
Los administradores del pienso molido de la felicidad nos dicen que si todos fuésemos felices, el mundo sería aún más feliz (de estas ideas estaban las pancartas de los indignados llenas). No se les ocurre pensar que la felicidad que proponen puede resultar espeluznante para quienes aspiramos a algo más que a una vida de talla única, por muy confortable que sea.
Últimamente la pedagogía New Age complementa su menú de pienso felicitario con un postre edulcorado de inteligencia emocional, que nos quiere hacer creer que podemos programar nuestros estados de ánimo e incluirlos completamente domesticados en nuestra agenda.
Mientras los medios nos aseguran que Europa está ardiendo, la pedagogía New Age nos invita a tocar la lira. Como decía un filósofo refiriéndose a una cuestión no del todo ajena a ésta, la excusan dos hechos: No parece darse cuenta ni de que Europa está ardiendo ni de que está tocando la lira.
A este paso, más que en escuelas públicas y privadas, nuestro sistema escolar se va a escindir en escuelas que educan para la felicidad y escuelas que educan para hacer frente a la verdad de los hechos, que con frecuencia es muy poco consoladora, y para gestionarlos con el saber que haga falta, la voluntad necesaria, una vela encendida a la diosa fortuna y sobredosis de resiliencia.
Supongo que resiliencia se podría traducir correctamente como echarle un par de eso. auto/ficcion
ResponderEliminar"Autismo político subvencionado". Aplausos.
ResponderEliminarAutismo "apolítico", claro. Lo acaba de leer mi marido y te felicita efusivamente.
ResponderEliminarD. Gregorio: ahora que en los institutos comenzamos el nuevo curso, sus palabras me ofrecen una dosis superlativa de fortaleza y de ánimo para soportar la cantidad innumerable de estupideces que previsiblemente tendré que oir.
ResponderEliminarEn estas cosas es preciso emplear un tono como el suyo, decidido y nietzscheano, porque nos va en ello la vida.
Un abrazo
El que em va fer decidir la guarderia del meu nen va ser "es bo que de tant en tan els nens es frustrin"... Però quan veig el que ve després estic acollonit. Un acolloniment completament New Age.
ResponderEliminarlos niños ya son felices a pesar de sus educadores. Sucede que este tipo de enseñanza a modo de Rosa Sensat, es irreal, aúnque más o menos se aguanta hasta que el niño con once o doce años es enviado a LA JUNGLA DEL INSTITUTO a estudiar la ESO, adalid del fracaso escolar.
ResponderEliminarNo puedo más que aplaudirle. Hay centros en los que si no comulgas con esa "felicidad" te hacen sentir marginado, pues no compartes ese tal estado (de sumisión), que no deja de ser sectario.
ResponderEliminarSaludos.
Al leer su post, me he acordado de las tesis de Csikszentmihalyi (sic), que estoy empezando a leer.
ResponderEliminarCert, cert. Encara que em temo que al meu centre la qüestió ocupa en aquest moment un lloc secundari. Ens trobem en la disjuntiva de la digitalització i tota la resta ha quedat momentàniament aparcat.
ResponderEliminarpere
Ja fa temps que Nostre Senyor Déu Omnipotent i Totpoderós s'ha reciclat com a coach. Et promet la felicitat, no més enllà de l'estratosfera, sinó in situ. Per quins set sous hauríem de viatjar tan lluny quan la felicitar està al nostre abast i el de la nostra butxaca? Abans però t'hauràs de llegir el seu vademécum de com fer-te ric en èpoques de recessió econòmica i matricular-te d'un dels seus cursos de miracles si no vols que es desplomin a sobre teu la versió postmoderna de les deu plagues d'Egipte. Ambdós productes estàn disponibles a la seva pàgina web en la qual també tens opció de subscriure't al seu blog per tal de no deixar-te passar cap seminari sobre com reprogramar les teves creences limitadores que t'impideixen veure el món de color de rosa... Gràcies Gregorio... que en sóc de feliç ara en sentir-me tan ben acompanyada en la dissidència.
ResponderEliminarLourdes
Ens haurem de passar a la resistència tot defensant el dret inalienable a la infelicitat? Jo ja ha començat per no donaer-li la mà a cap paio que em parli a la cara de coaching.
ResponderEliminarJo vaig 'amistançar-ne' un de força mediàtic al Facebook per allò de conèixer l'enemic i la veritat és que lamentablement no em va decebre. En resposta a un comentari seu que em va semblar força incongruent amb les creences que aquest senyor s'entesta a disseminar vaig creure convenient enviar-li un missatge privat per fer-li veure el meu malestar. Com era d'esperar la seva resposta mai no va arribar i és que suposo que no va veure cap potencial rendible en el meu malestar. La infelicitat d'alguns no és sempre del gust de certs personatges. La religió ha estat l'opi del poble fins l'arribada dels gurús i els seus remeis placebo a 300 euros per sessió.
ResponderEliminarLourdes Garcia