De vuelta del mercado, P. y yo tomamos la calle Flos i Calcat. Al acercarnos a la antigua fábrica Doggi, que han empezado a demoler estos días, vemos a un par de jóvenes de unos dieciocho años saltar la valla de la fábrica, que no tiene menos de cuatro metros de altura, y venir corriendo hacia nosotros como si los persiguiera el diablo. Poco después se abre una puerta y un hombre con casco echa a correr tras ellos. "¿Les ponemos la zancadilla?", me pregunta P., "¡No, ni hablar!", le contesto, temiendo que lo haga y tengamos un disgusto. "¿Y si han robado algo?". "¡Ni se te ocurra!". Los dos jóvenes pasan a nuestro lado como balas y el hombre que los persigue renuncia a seguir tras ellos. "Aún queda otro adentro -nos dice-, lleva una camisa roja." Seguimos nuestro camino en silencio. Al poco rato P. me dice: "Ahora me da pena el que se ha quedado adentro."
Lorca mitificó a los gitanos del bronce; ¿quién hará lo propio con los rumanos del cobre?
ResponderEliminarEspero que a nadie se le ocurra. Éstos son los mismos 'artistas' de la ganzúa que allana las moradas de gentes indefensas. Los mismos que te tumban en la calle y te robarían el alma si tuviera mercados. La zandilla hubiera sido un buen comienzo para que dejáramos de hacer el primo.
ResponderEliminarCómo le habrá quedado la camisa roja!!! Abrazos.
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