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sábado, 16 de julio de 2011

De retoques púdicos

Ando con los últimos retoques a un ensayo y de nuevo me encuentro con una sensación de pudor que me lleva a borrar determinadas conclusiones. No por un súbito ataque de escepticismo, sino porque pienso que no soy yo quien debe conducir al lector de la mano hasta las mismas. Así que planteo el problema y lo desarrollo hasta la que me parece la penúltima conclusión. Si el lector me ha entendido, él mismo hará el resto del camino. Si no me ha entendido, allá él. Por otra parte ocurre que uno nunca puede estar seguro de que el lugar a donde ha llegado no marque sino el límite de su resistencia intelectual al cansancio. No tengo, obviamente, por qué descartar que el lector no sea mucho más resistente a la fatiga que yo.

2 comentarios:

  1. Anoche soñé algo muy parecido. Miles de personas miraban en televisión como otras miles morían de hambre, sí, así, del mismo modo. Se entiende, ¿verdad?

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  2. Las conclusiones le dejan a uno completamente desnudo. Hay ahí una mezcla entre pudor y vergüenza, sobre todo lo último.

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