Buscar este blog

domingo, 24 de julio de 2011

Algunos consejos mágicos

El libro XXX de la Historia Natural de Plinio está dedicado a la magia. Aunque el autor asegura que no cree en nada de esto, lo menos que puede decirse es que estaba muy bien informado sobre los detalles de su increencia, como ponen de manifiesto las cuatro notas que os transmito de esta obra.

Dice Plinio:

De todos los animales, el que más admiran los magos es el topo, que está condenado a sufrir una ceguera perpetua y a vivir en las tinieblas. No hay vísceras en las que depositen más confianza que en las suyas. Ningún otro animal les parece más adecuado para los ritos religiosos y nada hay más fiable para predecir el futuro que su corazón fresco y aún palpitante. 

De las garrapatas se obtienen indicios muy fiables sobre lo que le queda de vida a un enfermo. Si llevando una garrapata te paras a los pies del lecho de un enfermo y lo interrogas, sabrás que, si responde, aún le queda mucho de vida, pero si no responde, está ya con un pie en el otro mundo. Plinio se hace eco de lo que contaba el neopitagórico Nigidio: los perros huyen de aquel que ha arrancado una garrapata a un cerdo.

Si se quiere evitar que los brazos de los niños se cubran de vello, hay que frotarlos con huevos de hormiga. Sin embargo los comerciantes de esclavos que quieren retrasar el nacimiento del vello en los adolescentes, frotan su piel con la sangre de los testículos de un cordero. Esta sangre, aplicada en la axilas recién depiladas con cera es muy eficaz combatiendo el mal olor. También el murciélago tiene propiedades depilatorias, pero para que tenga efecto en los sobacos de un niño hay que mezclar su sangre (la del murciélago) con semillas de cicuta. La hiel del erizo también sirve para estos menesteres, pero solamente mezclada con sesos de murciélago o leche de cabra.

Para el mal de estómago es mano de santo -digo, de mago- comer un número impar de caracoles, especialmente si son de las Baleares. 

A los que escupen sangre les va de perlas el pulmón de buitre asado al sarmiento mezclado con flores diversas y regado con vino. Hay que consumirlo dos veces al día, por la mañana y la noche. 

Una pluma de buitre puesta en los pies de una parturienta, alivia los dolores del parto. Para llevar su embarazo a término las mujeres en cinta deben evitar los huevos de cuervo. Con sólo pasar debajo de uno, abortan. Y lo que es peor, abortan por la boca.

Para evitar las relaciones sexuales y alejar a los moscones, lo mejor es llevar encima, envueltos en piel de carnero, los testículos de un gallo de combate cubiertos de grasa de oca. También el polvo levantado por una mula al revolcarse es un anerótico formidable, pero hay que empolvarse bien todo el cuerpo. Si, por el contrario, se quiere despertar el deseo de una mujer, lo más conveniente es poner bajo su cabeza un poco de lana empapada de sangre de murciélago o hacerle comer lengua de ganso mezclada con cualquier alimento. La concepción se favorece si se mantienen enlazados dos pelos de la cola de una mula durante el coito. 

Un aviso que quizás no debiera tomarse a broma: el que orina sobre los orines de un perro es aquejado de una larga pereza sexual.

Por último un consejo pedagógico: Si se quiere evitar el cansancio, de cualquier tipo, hay que hacerse con los nervios de las alas y las patas de una grulla.

4 comentarios:

  1. No sé dónde podría comprar las primeras materias para probar algunas de estas sugerencias...

    ResponderEliminar
  2. Sí, es lo malo que tienen las recetas antiguas, que sus ingredientes no te los encuentras en ningún supermercado. Claro que quizás eso sea debido a que nosotros ya vemos el mundo (el Ser) como un hipermercado.
    ¿Qué tal las fiestas de POble Sec, Júlia?

    ResponderEliminar
  3. Muy bien, avui s'han acabat, tot passa en aquest món, ai...

    ResponderEliminar
  4. Lo que me descoloca, Gregorio, es la etiqueta: "Fanatismos". Ya sé que a veces "creyente" emerge como su sinónimo, pero por ella me hubiera decantado, e incluso por "conocedor".Los "saludadores", depositarios de un saber prerracional, fueron reconcidos por el Estado hasta bien entrado el siglo XIX. En cualqauier caso, ciertas supersticiones tienen un halo poético que las aleja por copleto del fanatismo.

    ResponderEliminar

Un amor perdurable a fuerza de no serlo

I En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, unánimemente tenido en la ciudad por «cumplido ...