"The Platonic dialogues illustrate two of Wittgenstein's own theses or assumptions, of which the first is that human discourse, and in particular, philosophical discourse, has no beginning and no end. We are always in medias res. Second, therefore, there are no final or comprehensive discursive constructions, or theories in the sense deprecated by Wittgenstein. But for Plato, contrary to Wittgenstein, there is a top and a bottom to philosophical discourse, and this is represented by the Ideas on the one hand and the doctrine of eros on the other. In more prosaic terms, we are united by our desires, and these in turn are regulated by the natures of the objects of our desire. What one could call ordinary or ordinal discourse is thus defined pragmatically by the intelligibility of desire".
Stanley Rosen, "Leo Strauss And The Possibility of Philosophy".
¡Ahí es nada, la inteligibilidad del deseo? ¿Se la proporciona la naturaleza de su objeto? Lo dudo. Cuando somos arrebatados por el deseo somos transportados a un espacio neblinoso en el que nos cuesta distinguirnos a nosotros mismos, reconocernos. Quedamos ampliados a un pálpito tenaz y ciego, inefable.
ResponderEliminarEl deseo es obvio que no se limita a constatar un estado de insatisfacción o de carencia. El deseo sabe lo que desea pero sabe también que su objeto condiciona su expresión (la forma del deseo). Por la experiencia del deseo somos seres naturales. Por la experiencia de los límites que el objeto deseado pone a nuestro deseo somos seres con aspiraciones.
ResponderEliminarTantas aspiraciones casi como derrotas, ¿no? Excepto que la mera aspiración sea considerada una victoria, algo que estoy dispuesto a conceder de inmediato.
ResponderEliminarLa aspiración abre la posibilidad de pensar lo bueno y su contrario. Es decir, la metafísica es un corolario del deseo.
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