"Imagínate -le dije a mi hijo- que tienes poderes extraordinarios para realizar tu voluntad. ¿Cambiarías alguna cosa de tí mismo?". "¡Y tanto!", me contestó. "¿Y de tu hijo?". "No, claro que no". Le pregunté lo mismo a mi nuera y me contestó también lo mismo. Yo tampoco le tocaría un pelo a mi nieto. Es es como es y está perfectamente siendo así. Pero esto me hizo pensar que entonces, si afirmo la realidad concreta de mi nieto con orgullo, debo afirmar también mi vida tal como ha sido... lo cual significa que mi nieto da sentido a mi biografía. Sí, ya sé que se pueden presentar un montón de objeciones a este argumento. Pero, viéndolo esta tarde sentado sobre mis rodillas, todo me ha parecido que encajaba con pleno sentido.
Y visto así, todo encaja siempre, querido Gregorio, siempre, pero solo visto así.
ResponderEliminarbueno, para eso andamos por ahí, para continuar la espècie, però és que lo de los nietos, ay Don Gregorio! tengo cuatro con esto está dicho todo y tampoco los cambiaria en nada. Uno es lo que es decia Serrat, y asi hay que aceptarse.
ResponderEliminarTal vez la sabiduría consiste en aceptarse igual que aceptas a tus nietos, porque tal vez, y solo tal vez, son lo que son porque fuimos lo que fuimos .... sabia reflexión caballero.
ResponderEliminarNo soy tan ingenuo, amigos, como para ignorar lo expuesto que está el sentimiento que intento transmitir en el post a los caprichos del destino, pero eso no evita que el sentimiento, hoy, ahora, sea real. Real vitalmente y frágil teóricamente, sí. Y aquí está el meollo del asunto.
ResponderEliminar...de "senil", nada!
ResponderEliminarNo tan frágil, Gregorio, desde la perspectiva de la razón vital de Ortega y de la razón poética de María Zambrano... Con uno de sus títulos, al menos, comulgará: "Hacia un saber sobre el alma". Unamuno se aplicó a la descendencia con tenacidad porque estaba convencido de que constituía su inmortalidad, en mayor medida que su obra intelectual.
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