Siepre se ha hablado de Delibes como un narrador realista, convencional, apegado al terruño, y poco ha faltado para que nos lo emparentaran con los "regionalistas" tipo Pereda. Es cierto que su obra tiene muy diferentes calidades, pero hay una novela, sobre todas, "Los santos inocentes", que es un prodigio técnico y una maravilla ética. La película de Camus le robó el protagonismo literario que merecía, por eso yo invito a adentrarse en ese libro que dejará a quien lo leo literalmente boquiabierto, pasmado. Ya quisieran muchos "exploradores" del verbo siquiera acercarse a los umbrales de esa joya clásica.
Suscribo lo dicho por Juan Poz sobre Delibes y "Los santos inocentes", y añadiría también "El camino": una obra que marca a cualquier persona que la lea, sobre todo si es adolescente, como era mi caso cuando la leí...
Delibes es para mí uno de los clásicos de la lengua española. Es un escritor enorme que tiene la elegancia de no perderse en lo superfluo. Va siempre a lo esencia. Domina a la perfección el arte más difícil de la escritura, que es la naturalidad. En este sentido es un escritor higiénico. Cada párrafo suyo es un ejemplo de lo que puede dar de sí el español.
Cuando hablamos de Delibes, solemos recordar unas cuantas obras, generalmente las más conocidas. Pero Delibes escribió una sesentena de libros y en todos ellos hay motivos para la admiración a un escritor prolífico y sencillo, que nos hablaba de la vida a pie de calle. Por ejemplo en "La hoja roja", uno de los que màs me ha gustado de su producción literaria.
¡"La hoja roja"!. La leí en aquélla maravillosa colección Salvat RTVE, en la cual, a módico precio, iban saliendo grandes obras literarias. En casa la compraron entera, aún conservo algún libro. Amé a Delibes para siempre, me hizo comprender qué le pasaba a mi abuelo. Un escritor profundamente honesto, que no se metía en berenjenales de experimentos literarios, que hablaba de lo que sabía y de lo que sentía, en un idioma maravilloso.
Uno de los grandes.
ResponderEliminarRequiescat in pace
ResponderEliminarDescanse en paz.
ResponderEliminarSiepre se ha hablado de Delibes como un narrador realista, convencional, apegado al terruño, y poco ha faltado para que nos lo emparentaran con los "regionalistas" tipo Pereda. Es cierto que su obra tiene muy diferentes calidades, pero hay una novela, sobre todas, "Los santos inocentes", que es un prodigio técnico y una maravilla ética. La película de Camus le robó el protagonismo literario que merecía, por eso yo invito a adentrarse en ese libro que dejará a quien lo leo literalmente boquiabierto, pasmado. Ya quisieran muchos "exploradores" del verbo siquiera acercarse a los umbrales de esa joya clásica.
ResponderEliminarSuscribo lo dicho por Juan Poz sobre Delibes y "Los santos inocentes", y añadiría también "El camino": una obra que marca a cualquier persona que la lea, sobre todo si es adolescente, como era mi caso cuando la leí...
ResponderEliminarDelibes es para mí uno de los clásicos de la lengua española. Es un escritor enorme que tiene la elegancia de no perderse en lo superfluo. Va siempre a lo esencia. Domina a la perfección el arte más difícil de la escritura, que es la naturalidad. En este sentido es un escritor higiénico. Cada párrafo suyo es un ejemplo de lo que puede dar de sí el español.
ResponderEliminarCuando hablamos de Delibes, solemos recordar unas cuantas obras, generalmente las más conocidas. Pero Delibes escribió una sesentena de libros y en todos ellos hay motivos para la admiración a un escritor prolífico y sencillo, que nos hablaba de la vida a pie de calle. Por ejemplo en "La hoja roja", uno de los que màs me ha gustado de su producción literaria.
ResponderEliminar¡"La hoja roja"!. La leí en aquélla maravillosa colección Salvat RTVE, en la cual, a módico precio, iban saliendo grandes obras literarias. En casa la compraron entera, aún conservo algún libro. Amé a Delibes para siempre, me hizo comprender qué le pasaba a mi abuelo. Un escritor profundamente honesto, que no se metía en berenjenales de experimentos literarios, que hablaba de lo que sabía y de lo que sentía, en un idioma maravilloso.
ResponderEliminarLola: Y sabía mucho y sentía muy hondo.
ResponderEliminarEn Cataluña tenía un muy buen amigo: Josep Maria Espinàs. Tienen muchas cosas en común.