Entrañable es siempre el amor después de 40 años. ¡Eso sí que es inmortalizar el momento!
Siempre que pienso en Woodstock me asaltan interrogantes (y muchos). Una de las cosas que no entiendo es cómo la misma generación que se pasó practicando el amor libre y drogándose como si no hubiera mañana vive hoy en día entre unos valores beatos y conservadores, los mismos que tenían sus padres en el 69. Es como si nada cambiara.
Por otra parte, los que quieren ser modernos hoy en día resultan, en muchos casos, tristemente desorientados en sus propios valores.
Para un adolescente de un pueblo de Navarra que tenía más fe en la llamada "música progresiva" que en los progresistas, Woodstock fue un mito al que, simplemente, no me da la gana renunciar. Es una de las pocas melancolías que me permito.
Lo siento, es lo primero que se me ha ocurrido. Quizás por lo de los señores "Ercoline", que me han remitido a las peras que me he comido de merienda... Pero ¡qué coño!: están ridículos con el nórdico; la excusa irónica no (me) cuela.
En fin, ni caso; no estoy muy fina.
Por cierto, silenciosycorcheas, yo sé de bastantes sesentones que, en muchos aspectos, han quedado anclados a aquello. O sea que, como siempre, no se puede generalizar.
Ay, no fui ni al Canet Rock, así que no he 'faci dentetes'.
ResponderEliminarEntrañable es siempre el amor después de 40 años. ¡Eso sí que es inmortalizar el momento!
ResponderEliminarSiempre que pienso en Woodstock me asaltan interrogantes (y muchos). Una de las cosas que no entiendo es cómo la misma generación que se pasó practicando el amor libre y drogándose como si no hubiera mañana vive hoy en día entre unos valores beatos y conservadores, los mismos que tenían sus padres en el 69. Es como si nada cambiara.
Por otra parte, los que quieren ser modernos hoy en día resultan, en muchos casos, tristemente desorientados en sus propios valores.
Hay que ver.
Para un adolescente de un pueblo de Navarra que tenía más fe en la llamada "música progresiva" que en los progresistas, Woodstock fue un mito al que, simplemente, no me da la gana renunciar. Es una de las pocas melancolías que me permito.
ResponderEliminarAi, marededeusenyor! quina cursileria.
ResponderEliminarLo siento, es lo primero que se me ha ocurrido. Quizás por lo de los señores "Ercoline", que me han remitido a las peras que me he comido de merienda... Pero ¡qué coño!: están ridículos con el nórdico; la excusa irónica no (me) cuela.
En fin, ni caso; no estoy muy fina.
Por cierto, silenciosycorcheas, yo sé de bastantes sesentones que, en muchos aspectos, han quedado anclados a aquello. O sea que, como siempre, no se puede generalizar.
Teresa: ¡Castigada de cara a la pared durante al menos diez minutos!
ResponderEliminarVale, profe... Pero sin los brazos en cruz cargados de libros, ¿no?
ResponderEliminarPero no me retracto, que conste :-). ¡Ala!