I
¿La obsesión por la identidad -obsesión ibérica donde las haya- no es una característica de la adolescencia?II
¿La obsesión por la identidad no pone de manifiesto un cierto rechazo de lo que uno realmente es y una cierta reivindicación de una completud que confunde lo político y lo psicológico con lo teológico? ¿Hay otra forma de ser de lo psicológico y lo político que la de la incompletud? La teología política debería acompañarse de una teología psicológica.III
La obsesión por encontrarse lo acabado y absoluto de uno mismo como práctica psicológica y de lo nuestro como práctica política. ¿Y como práctica estética? Quizás la experiencia estética sea la única experiencia que nos ofrece la incompletud satisfecha.IV
¿Y la religión?V
¿Es el marxismo la ideología del miedo pánico a la soledad y a la incompletud?VI
¿La obsesión por el reconocimiento completo de uno mismo no lleva aparejada una deformación de la cortesía en sinceridad? La perdida de la insinceridad cortés de la que hablaba Lionel Trilling (Sincerity and Authenticity)...VII
¿Qué prejuicio contemporáneo es más fuerte, el de la libertad, el de la igualdad o el de la sinceridad?VIII
¿Hay espacios de reclusión que no sean espacios de trascendencia?
Luri: para completar este, a modo de test de preguntas, se necesita tiempo, mucho, y ánimo, no sé si demasiado.
ResponderEliminarCom dicen vulgarmente, qui pregunta ja respon...
ResponderEliminarHay libros, Luis, que te dan respuestas y otros que te plantean preguntas. Sennet, a quien tenía bastante relegado, me está bombardeando a preguntas. Y le estoy agradecido por ello.
ResponderEliminarJúlia: Permíteme que reformule pedantemente lo que dices: quien pregunta ya muestra. Pero o que pregunta (que pone de manifiesto una ignorancia) y lo que muestra (la conciencia de su ignorancia) son cosas muy distintas.
La identidad de los modernos es un doble problema nuevo: aparece la cuestión como tal y a la vez la identidad no nos viene dada, nos la hemos de ganar y podemos fracasar (Taylor).
ResponderEliminar¿Y no es también el Estado liberal (liberal en el sentido USA) el que presiona para que adoptemos una identidad de las que nos ofrece?
Cuando pretende operar se ve obligado a organizarnos en grupos, en los que debemos integrarnos para dirigirnos a él.
Uno entonces debe ser: mujer, parado, vítima, gay, catalán, etc.
De ahí a identificarse con esa identidad no hay más que un paso. Y luego cuesta mucho salir. De víctima de lo que más.
Claudio: Hay como una sobrevaloración moral de la identidad victimista, por eso cada vez más el espacio público se ve ocupado por manifestantes que reclaman su condición de víctima para ganar así su reconocimiento social.
ResponderEliminarLa gran cuestión, ¿semos o no semos? ¡Semos! ¡Sin duda!
ResponderEliminarPero ¿qué semos? ¡Ah! Eso es más complicado. De hecho, es una pregunta inadecuada. Semos lo que semos. Y, por supuesto, entre todos los que semos lo haremo toooooooooooooo!
Too much orujo? Well, it's quite possible
ResponderEliminarEd:
ResponderEliminar¡Viva la metaironía!
¡Aupa la metaorujía!
¡De victoria en victoria, hasta la derrota final!
No sé si comprendo. Ninguna novedad en eso, por demás. Pero, ¿qué habría que entender por "espacio de reclusión"? ¿Un encasillamiento social, grupal, étnico, político, religioso, etc.? En esa inserción del individuo en lo que lo diluye hay, me parece, una trascendencia publicitada, e hipócrita por lo tanto. Pero si el "espacio de reclusión" es algo así como la intimidad (no la sinceridad, que puede ser grosera y faltona) no sé cómo no habría de darse una trascendencia de verdad. Por supuesto que no hace falta que sea un Dios, y que el espacio no tiene que ser un monasterio. ¿Por qué no un jardín -o una VPO, si es que queremos ponerlo difícil? Queda el escenario consumista, que no ya no será ni mala fe, porque no hay un cuestionamiento de nada, sino un dejarse ir o qué sé yo... Si ahí se da una reclusión (¿aliensarse no es fabricarse uno su propia cárcel?) sí que se podría responder positivamente a la pregunta VIII. ¿Vale la pena el resultado?
ResponderEliminarMLL: Yo no concibo el Café de ocata como un lugar para dar muchas explicaciones. Más que adoctrinar, me gusta transmitir mis propios interrogantes.
ResponderEliminarNo es una pose. Tengo edad suficiente para sospechar que aquello último que creemos ver claro y que parece que puede servir de fundamento... simplemente puede ser el límite de nuestra resistencia intelectual. Es decir, que lo que creemos como verdad pudiera ser simplemente el reflejo de nuestra pereza mental.
Los interrogantes que planteo aquí los he ido anotando en los márgenes de mis lecturas de Sennett.
No creo que se pueda tener salud anímica sin tener algún convencimiento sobre la propia identidad. Pero este convencimiento me parece que en el filósofo es extraordinariamente problemático.
El espacio de reclusión es el espacio del horizonte de nuestra identidad. Es un espacio de potencial salud y de potencial enfermedad y los límites de la una y la otra me parecen extraordinariamente frágiles.
La hipocresía pudiera ser tan necesaria para asentar la identidad del grupo como para afirmar la propia intimidad.
La conciencia de esta fragilidad es ya una primera forma de trascendencia.
Perdone lo apresurado de estas reflexiones, que requieren la intimidad de una clausura para ser desarrolladas con más seriedad.
quizá el concepto de identidad es relativamente moderno.
ResponderEliminarQuizá homo-sapiens,como especie,está todavía más preparado para diluirse en un grupo.
¿dónde está el límite entre ser víctima y ser victimista?
ResponderEliminarMaría: Desde el Renacimiento, al menos, asociamos identidad y singularidad biográfica.
ResponderEliminarPalumbus: Posiblemente en el sentido del pudor.
ResponderEliminarSr Luri,a riesgo de salirme de los temas que usted plantea y de ser ,además,brutalmente prosaica y obvia :
ResponderEliminarcreo que he expuesto mal la cuestión; quiero decir,la historia del concepto o idea de individualidad no tiene porqué ir paralela a la práctica,al menos en la totalidad de la especie.
500 años de historia de la noción “identidad “ no son nada en los casi 200.000 de nuestra especie ;eso sin tener en cuenta que nos conforma también la herencia de las especies anteriores, tanto de homínidos y como de prehomínidos .
¿Cuantas de nuestras pautas de comportamiento :pautas de relación con el territorio,de posesión,de sexualidad ,de relaciones sociales, hunden sus raíces en los tiempos en que no erámos todavía "sapiens".
Por eso en mucha gente, en el fondo en todos ,está latente el miedo al desarraigo, la “soledad social”, a la marginalidad ,salvo que esta se configure como la opción de un grupo ,que es lo que ocurre a veces en los jóvenes .
María: Ya te había entendido. Sólo quería apuntar que si en una enciclopedia buscas la definición de una cosa (su identidad) te encuentras con una definición, mientras si buscas el nombre de una persona, encuentras una biografía.
ResponderEliminarLo de sobrevalorar la identidad victimista está claro. No hay más que ver los 'monumentos a las víctimas', erigidos a alguien en función de lo que les ha pasado, no de lo que han hecho.
ResponderEliminarAntes los monumentos eran, p.e., a los héroes, pero vivimos en una época sentimental.
Y, para rematarlo, los que se han cargado a las vítimas del monumento dicen que las víctimas son ellos.
Pasando a otra cosa: no estoy seguro respecto a su concepto de pregunta como ignorancia y conciencia de ella. Por ejemplo, vea esto: "La obsesión por la identidad ¿es una característica de la adolescencia?".
ResponderEliminar¿Verdad que no es lo mismo? Por eso, como dice Julia, qui pregunta etc. A veces, sobre todo con la retórica por medio, puede ser incluso una forma de tirar la piedra escondiendo la mano. Porque usted , realmente, no afirmó nada. No afirmó, por ejemplo: "La obsesión por la identidad es una característica de la adolescencia"...
Por no hablar de los presupuestos implícitos. Si usted pregunta "¿Qué prejuicio contemporáneo es más fuerte, el de la libertad, el de la igualdad o el de la sinceridad?", está afirmando subreptíciamente que la libertad, la igualdad y la sinceridad son prejuicios. Cosa que ya es suponer.
Con la mejor de las intenciones,
p.c.
Palumbus: Tiene usted razón y, por supuesto, no pongo en duda sus intenciones. Me considero ignorante, pero no del todo. Digamos que sé bastantes cosas para considerarme escéptico... pero bastantes pocas para considerarme dogmático. Si le resulta más comprensible así, le diré que me considero un ignorante irónico.
ResponderEliminarPor cierto: Yo tengo un gran respeto por algunos prejuicios. Más aún: creo que hay que respetarlos (a algunos, insisto) por prescripción de la naturaleza.
ResponderEliminarBueno, no crea tampoco que yo presupongo que los prejuicios son malos por naturaleza. En eso tal vez tenga razón Gadamer... Sencillamente, el salto ese con la libertad, etcétera, me parece arriesgado conceptualmente. Sobre todo a bote pronto.
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