"Estación de Sants. Mi mujer se va a Pamplona. Una niña de unos siete u ocho años llora desconsolada abrazada a las piernas de su madre. "¡No te dejes pegar! -le grita ésta- ¡Otra vez que te peguen me tienes que traer un corazón en la mano!"
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domingo, 28 de junio de 2009
Un corazón en la mano
En cuanto refresca un poco saco a pasear al Pancho, el perro de mi hijo, por los campos abandonados ("liecos", así se los llama en mi pueblo) que hace unos pocos años eran viñas, en Teià. Me llevó el Teeteto bajo el brazo, ese diálogo platónico en el que tres que van caminando se preguntan qué es caminar. Mientras avanzan en línea recta, su conversación no deja de dar vueltas sobre sí misma, de manera que acaba en la confusión justamente cuando llegan a su destino. ¡Cosas de Platón! Al abrir el libro se ha caído una nota escrita hace un par de años. La transcribo literalmente:
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Los sueños rotos
I II He cocinado rabo de toro a la cordobesa. Creo que no les diré a mis nietos qué carne es... al menos hasta saber si les gusta. Cuatro g...
Tétrico.
ResponderEliminar(¿Has abandonado al bacalo salao?)
Que fuese el corazón garantiza que la niña no le pudiese traer el suyo (=de la niña). ¡Qué sabias son las madres!
ResponderEliminar(Ni el de la madre (porque los niños...).)
ResponderEliminarEsa madre era el espíritu de ER.
ResponderEliminarRecuerdo una de estas:
ResponderEliminarCierta población de la provincia de Valencia en la que tocamos. Sábado, una panadería. (El dolor de cabeza de toda la banda es intrascendente).
Niño: (...) Sí, me pegaron.
Panadera: ¿Y tú qué hiciste?
N: Nada, me fui.
Panadera auxiliar: Pues haberle pegao una puñalada en el pecho.
Lo recordamos con temblores.
La descripción del asunto del Teeteto está muy conseguida. Se preguntan qué es caminar, mientras caminan. Aunque en el diálogo se preguntan por "qué es saber", objeto elusivo, porque cuando queremos atraparlo ya estamos "sabiendo". Siempre el saber está detrás de lo que se sabe. ¡Cosas de Platón!
ResponderEliminarIgnacio: Nunca. Lo de Bacallà Salat es devoción, mientras que lo de Pancho es obligación.
ResponderEliminarTumbaíto: Y usted qué perverso...
ResponderEliminarJavier: Me ha despertado unas cuantas reminiscencias... Esta nota me ha permitido atravesar el río del olvido. Por cierto, Platón parece a veces un letrista de boleros.
ResponderEliminarSilencios: Menos mal que los niños no nos hacen demasiado caso. Probablemente por pereza.
ResponderEliminarJoaquín: Siempre el saber está detrás de lo que se sabe. ¡Exactamente, Joaquín. Por eso es tan peligroso Sócrates.
ResponderEliminarSe hace lo que se puede, Don Gregorio. Pero me falta sesos.
ResponderEliminarUsted cree que sesos se relaciona con falta en "falta sesos" como haber con reyes en "hubo reyes".
¡Ay! ¡Mísero de mí!
Quizá hubiese sido mejor haber confesado que seso es lo que me falta. Pero aún así me queda la duda.
ResponderEliminarTumbaíto: A mi, que para esto soy muy pedestre, el completo natural de "sesos" me parece que es "a la romana".
ResponderEliminarYo no creo que usted ande escaso de neuronas, tiene hasta para permitirse el lujo de florinear con ellas.
Montados sobre una rebanadita de pan frito y con un vino blanco algo achampanado es lo suyo, ¿no cree?
ResponderEliminarLos sesos a la romana son un plato muy delicado.Tienen que estar bien hervidos y mejor fritos, en aceite abundante a su justa temperatura e, inmediatamente después de sacarlos de la sartén se han de depositar sobre un papel absorvente. A mi modo de ver tienen una entidad un tanto indefinida. Digamos que poco aristotélica. Más bien heraclitiana. Sus límites no son exactamente los de la carne, pero desde luego, tampoco los del pescado.Creo que hay que reforzar su ambigüedad con un poco de perejil y unas gotas de limón. En cuanto al vino, yo no le haría ascos a un gewürztraminer.
ResponderEliminarSí, tal cual lo dice, pero el único aderezo extra del que gusto es sal gruesa.
ResponderEliminarEn general, soy poco o nada amigo del perejil y del ajo.
La noche está hambrienta....
ResponderEliminarAh, polo
BHL recita un mantra (whatever happens) sobre Irán, acento inspector Closeau incluido.
ResponderEliminarAh, la France! ¡Qué envidia!
http://www.dailymotion.com/video/x9o0n8_message-to-the-young-people-of-iran_news
Cuenta mi padre la anécdota que cenando en compañía de unos amigos en casa de uno de ellos, el hijo de este, un chaval que recién comenzaba a cruzar la adolescencia, comía con auténtica devoción y deleite de un plato de sesos a la romana puesto en el centro de la mesa, junto con otras delicias a modo de aperitivo. “¿Qué tipo de pescado es este?” preguntó el chico, que no atinaba a darle nombre a ese sabor desconocido. “No es pescado, son sesos” le respondió uno de los comensales con esa sonrisa de viejo sabio que ya conoce la inmediata reacción que tendrán sus palabras. Y efectivamente, el chaval puso una mueca de asco, bebió un largo trago para quitarse el (mal) sabor de boca y no volvió a probar bocado.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA mí me pasó eso con el pescado, Arrebatos: mirando la cabeza de una merluza, pare mientes en las semejanzas de las cabezas de la
ResponderEliminarlos pescados y de las culebras (las cuales me dan un asco inenarrable)y estuve meses sin probar bocado de pescado alguno.
Con los meses pasó esa fobia, pues me encanta el pescado, pero descubrí la forma de uno de los pescados que más me gustan: el congrio. Y sufrí un severo lavado de estómago. Y estuve más de un año sin comer pescado.
Con el tiempo, supe concentrar todo mi asco hacia las culebras en las culebras, aunque, efectivamente, no sin cierta artificialidad.
Es para usted .~)
ResponderEliminarUn regalo de Kasandra. La suponemos en los trópicos. Pero dejó esa postal del enunciado de hoy. Una carta del Tarot como una postal filosófica. Y dijo que su amigo don Gregorio la entendería. Dijo que es sabio.
Doña Kasandra sabe que su rinconcito en El Café de Ocata está siempre reservado para ella. El cafetero bajo ningún concepto permitiría que algún otro cliente se sentara en él.
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