sábado, 13 de febrero de 2016

Franz Kafka for President


En 1968 los enfrentamientos entre la policía, los negros y los hispanos estaban a la orden del día en Chicago, especialmente en West Town y Humboldt Park. Los más virulentos estallaron tras el asesinato de Luther King, 4 de abril. Cuando parecía que se iban amortiguando, los reavivó de forma virulenta el asesinato de Robert Kennedy. 

Aquel año había elecciones presidenciales y el Partido Demócrata eligió esta ciudad para su convención. Pocos días después, el movimiento Yippie (Young International Party), que fue creado por un grupo de jóvenes radicales como reacción a la pasividad política de los hippies, convocó a la juventud americana mediante la prensa underground a un "Un festival de vida" concebido como una anti-convención.

Ante el peligro de nuevos disturbios, el alcaldede Chicago, Richard J. Daley, movilizó 20.000 efectivos de la policía y la Guardia Nacional para hacer frente a los aproximadamente 10.000 jóvenes que acudieron de todo el país. Los choques y carreras eran retransmitidos en directo por la televisión en un país expectante. Los Yippies, más conscientes de la importancia de las cámaras que la policía, dieron un golpe propagandístico al presentarse en el corazón de la ciudad, el Chicago Civic Center, con Pigasus, un cerdito al que querían proclamar candidato a la presidencia del país. El cantante folk Phil Ochs lo compró en una granja de los alrededores y le puso este nombre jugando con la figura del caballo alado Pegaso de la mitología griega y la palabra inglesa "pig" (cerdo). En su plataforma electoral exigían que cualquier persona del mundo pudiera votarle, dado que las repercusiones de las elecciones estadounidenses eran mundiales. Añadían que mientras los dos principales partidos elegían candidatos que al llegar a presidentes devoraban el pueblo, los Yuppies proponían uno que podía alimentarlo.

Improvisaron una convención en la que los jóvenes reunidos recibieron a Pigasus con gritos de "Pork Power" y "Vote Pig." Justo cuando terminaron de leer la primera frase de su discurso de aceptación, que decía "Yo, Pigasus, por la presente anuncio mi candidatura para la Presidencia de Estados Unidos," el cerdo y los organizadores del acto fueron arrestados. Ante las cámaras de televisión y los fotógrafos de los principales diarios y agencias, claro, porque los demagogos con recursos siempre tienen buena prensa y caen muy simpáticos.


Aquel fue un momento glorioso para el movimiento Yippie. Impulsado por la prensa, Pigasus alcanzó una fama tan insospechada que incluso hoy continúa simbólicamente vivo. 

En cuando al final de la historia, digamos que el ganador de las elecciones fue el candidato republicano Richard M. Nixon; que los policías llevaron a Pigasus a una sociedad protectora de animales y que los fundadores del movimiento Yippie han tenido un futuro desigual. Hay quien se suicidó al darse cuenta de que no podía ganarle la partida a la realidad (Abbie Hoffman), quien se pasó a las filas del movimiento yuppie y llegó a ser accionista de Apple (Jerry Rubin ) y quien vive como okupa de su memoria (Paul Krassner). Nada nuevo... salvo una gran canción, Chicago, de Graham Nash.


La democracia por su naturaleza no puede blindarse ni contra la demagogia ni contra la desesperación de quienes cansados ​​de esperar soluciones fáciles para los problemas complejos, salen a la calle a reclamar "Kafka for President", pero precisamente por eso tenemos el deber de defender la seriedad de los procedimientos democráticos.

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