No hay nada en la vida comparable a la irrupción de tu nieto en casa gritando con su lengua de trapo "¡Yayo! ¡Yayo! ¡Yayo!".
Bien es cierto que el nieto utiliza al yayo de mascota y el yayo, sumamente obediente, se deja hacer mil perrerías. Ha tenido que llegar a estas alturas del camino para entender que lo de la "servidumbre voluntaria" no es nada comparado con la "servidumbre satisfecha".
- Los abuelos
ResponderEliminarLos abuelos de antaño eran figuras respetables y respetadas por los nietos. Los de hogaño no somos nada más que los payasos de circo dispuestos a cualquier cosa con tal de ganar su simpatía y a demostrar que tan "políticamente correctos" somos.
En que momento cambiaron los nietos y nos obligaron a cambiar a los "yayos" no lo se. Aún menos entiendo si el cambio ha servido de algo
Saludos desde Quesada en Costa Rica
No sabes cómo te entiendo.
EliminarQuizás por el exceso de conceptismo sobre el que se fundamentan, son pocos los amantes de un género novelístico muy de los inicios de nuestra Literatura, la novela sentimental. Juan Rodríguez del Padrón lo inaugura con un título soberbio: "El siervo libre de amor". Luego vendría la "Cárcel de amor" de Diego de San Pedro, que fue uno de los primeros best-sellers europeos, a pesar de su alegorismo recargado. El caso es que "siervo libre de amor" ha sido siempre mi divisa, para con mi compañera y para con mis hijos. Por eso he sintonizado enseguida con esa "entrega", Gregorio. Enhorabuena. Quienes han sido, como yo, padres-abuelos, hemos reunido en la misma persona ambas condiciones, si bien con más limitaciones, qué duda cabe...
ResponderEliminarSiendo voluntaria, nada que objetar. Siendo satisfecha, no digamos...
ResponderEliminar¿No se lee en "Memorias del subsuelo" que para muchos es preferible la condición de explotado que la de ignorado?
ResponderEliminarUn castigo propio de los dioses griegos: un abuelo invisible para su nieto.