Me escribe el hermano Abdón, del monasterio trapense de Santa María de las Escalonias, en Hornachuelos: "Le esperamos con alegría. Un fraternal abrazo".
Acabo El tunel del yo, del filósofo Thomas Metzinger, uno de los grandes especialistas en filosofía de la mente. Me ha producido una profunda inquietud que, desgraciadamente, confirma algunos de los miedos que apunté en mi último artículo en El Subjetivo. El hombre se ha cansado de sí mismo.
Hoy me he dado un baño en el mar. El primero en dos años. Me he sentido flojísimo. He intentado esforzarme en bracear un poco y he salido del agua agotado, con los brazos doloridos y la espalda como si me hubiese pasado una estampida de bisontes por encima. No estoy en forma.
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