Me levanto temprano para poner una gran cazuela de cocido al fuego. A los pocos minutos comienzan a expandirse por la casa los efluvios del chup-chup. Esto, para mí, es la esencia de un hogar. En mi caso se produce, además, un efecto colateral muy beneficioso: nunca trabajo con más rapidez e inspiración que cuando uno de estos guisos de cuchara inunda la casa con aromas de infancia.
sábado, 21 de noviembre de 2020
Cocido
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El problema de Sócrates
Este libro se publicó en el 2015. Cinco años después tuvo una reimpresión y en julio de este año me comunicaron en la editorial Ariel que ...

Es uno de los placeres de la vida. Un beso
ResponderEliminarGracias por compartir estos momentos, la vida se hace de estas cosas pequeñas que si se mira bien no lo son tanto, como el olor de un cocido, o el placer de hacerlo,....
ResponderEliminar