lunes, 23 de noviembre de 2020

El resistente

Cuando se abrió el Petit Cafè en la plaza de Ocata, de esto hace ya muchos años, se formó muy pronto y de forma espontánea una tertulia de jubilados a los que yo saludaba como "El frente de juventudes", cosa que les hacía mucha gracia. Me gustaba escuchar sus conversaciones alargando la oreja, haciendo como que leía el libro que tenía entre manos y me sentía un poco como un niño que anda curioseando las cosas de los mayores. Durante unos años había un equilibrio entre los que ya no volvían y los que se sumaban. Ahora parece que, definitivamente, el ritmo de los desaparecidos no puede ser compensado con los novicios y la mesa se ha quedado sola, vacía, y sólo un anciano se atreve a ocuparla. Es otra rutina rota. Hoy, el último resistente, a venido a nuestro lado a contarnos sus muchos años y a asegurarnos que ya estaba en la fila de espera.

3 comentarios:

  1. Cuando yo abrí mi despacho profesional en un pueblo pequeño de Alicante de nombre tan dulce como sonoro, Muchamiel (hoy Mutxame, con e abierta) había varias señoras mayores que se reunían en el portal aledaño de "xarreta", eran todas mayores y al parecer disfrutaban del nuevo trasiego de gente que iban y volvían a mi despacho.... A veces los paraban y hasta intentaban sonsacarles los motivos de sus visitas al abogado.. Cosas de pueblo.... Recuerdo con especial ternura una que llevaba sobre su sempiterna bata de rayas blancas y azules un broche de plata con el escudo de la República y su corona-castillo (no sé si era consciente del valor y simbolismo del mismo pero me gusta pensar que fuera de su madre y que lo llevaba solo porque era hermoso) Con las semanas trabé amistad con ellas y en alguna ocasión me regalaron una bolsa de patatas que "el meu home ha traigut del camp"...los años se las han ido llevando y la casa aledaña permanece ahora vacia y cerrada esperando que algún constructor pague lo que los sobrinos piden para terminar de borrar su rastro, pero en ocasiones cuando llego as l portal aun me parece oirlas, con aquel acento tan gracioso contándome sus pequeñas batallitas.

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    1. Me imagino que hemos entrado en la edad melancólica. Todo es lo que no era y es difícil protegerse contra ese regusto que provocan -al asalto- las ausencias.

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  2. Quë lástima. Otra tradición que se pierde. Un beso

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