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domingo, 8 de noviembre de 2020

Si llueve, que llueva

Que llueva está bien cuando dentro de casa hay calor y más allá de los cristales de las ventanas no hay nada que reclame nuestra mirada. La lluvia nos cobija. Todo lo que nos interesa está congregado alrededor de la mesa familiar. La comida está rica y es abundante, el vino es el adecuado y hasta el pan parece más sabroso que de costumbre. Después, a los postres, los nietos sacan la tarta con una vela para la abuela, que cumple años. Todo lo que necesitamos está aquí, al alcance de la mano, y es hermoso y frágil. Mejor: es hermoso porque es frágil. Afuera la lluvia y el viento que sacude a los árboles con fuerza es el caos, que no nos afecta, porque nuestra fragilidad es ahora mismo más fuerte que el caos. Aquí está el orden. Está en esa vela que la abuela decide apagar acompañada de los nietos.

¡Si llueve, que llueva!

2 comentarios:

  1. Toda "catástrofe" proviene un estado de "fragilidad". Y no por eso, por frágil (extensión de lo inestable) es bello.
    En cambio, todo "catasestrofa" es bella poética.

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