"En política lo que no es tongo es guerra civil", leo en Por los pasillos de las Cortes (1972), de Joaquín Aguirre Bellver, periodista que fue, entre otras muchas cosas, cronista parlamentario del diario Pueblo. Quisiera no estar de acuerdo. Por cierto, unos días antes Urtain había dejado KO, obviamente, a Peter Weiland. En aquellos días se decía por los pasillos de las Cortes que si un día llegaba la revolución, bastaba para pararla con poner por la tele un combate de Urtain.
En abril de 1970 se discutía en las Cortes sobre educación sexual y Joaquín Aguirre Bellver resume así el debate: "Un muchacho sin educación sexual ve pasar a Sofía Loren, piensa lo que le da la gana y luego silba. Mientras que un muchacho con educación sexual, ve pasar a Sofía Loren, piensa lo que le da la gana y no silba. ¿Está claro? Porque ninguno de ustedes, señores procuradores, va a atentar contra la libertad de pasearse por la calle y pensar lo que cada cual quiera. De donde se infiere que la educación sexual lo que elimina es el silbido". Recientemente pasé todo un día con un grupo de adolescentes madrileños y lo que me vinieron a decir fue esto mismo.
En abril de 1970 se discutía en las Cortes sobre educación sexual y Joaquín Aguirre Bellver resume así el debate: "Un muchacho sin educación sexual ve pasar a Sofía Loren, piensa lo que le da la gana y luego silba. Mientras que un muchacho con educación sexual, ve pasar a Sofía Loren, piensa lo que le da la gana y no silba. ¿Está claro? Porque ninguno de ustedes, señores procuradores, va a atentar contra la libertad de pasearse por la calle y pensar lo que cada cual quiera. De donde se infiere que la educación sexual lo que elimina es el silbido". Recientemente pasé todo un día con un grupo de adolescentes madrileños y lo que me vinieron a decir fue esto mismo.
Ahora estamos en julio del 70. Se debate la ley de peligrosidad social. Escribe Aguirre: "Esta ley me está produciendo una profunda desazón. Temo a los puritanos. Temo a doña Engracia. Doña Engracia es (segun Herminio, cronista del ABC) una señora que se pasaba del cielo, de puro recta que había sido en vida, y San Pedro tuvo que gritarle: "¡Un taco, doña Engracia, diga un taco, que se va usted a poner en órbita!"
Acabo este libro, ameno e instructivo, porque nos muestra las tripas de aquellas cortes herméticas, corporativas, escleróticas del franquismo, con la sensación de que en nuestra "memoria histórica", lo que no es tongo, es guerra civil.
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