Veo poca televisión, porque me aburre. Leo poca prensa, porque me espanta la maraña de palabras en que acabo enredado a medida que paso de una opinión pontificante a otra pontificadora. A cada página que pasas le añades un peso a tus pies.
El 7 de noviembre de 1936 un periódico navarro, La República, protestaba porque en el Registro de la propiedad aún continuaran exigiendo el pago de "derechos reales" cuando ya no había monarquía en España. Como se sabe, los "reales" de los "derechos reales" derivan del latín "res", cosa. Son los derechos sobre la realidad de algo, no hacen ninguna referencia a la realeza, sino a la cosidad.
Veo el jaleo político que nos rodea como una "res" que, objetivamente está ahí, pero que nos empeñamos en amplificar, complicar y enredar por nuestro empeño en convertirla en "Rex". Claro que este empeño es la esencia de la política.
Entiendo lo que quiere decir, pero la fórmula final me parece algo confusa.
ResponderEliminarLo que la política, por esencia, se empeña en convertir en "Rex" no puede ser el "jaleo político". Si hay jaleo, es que en buena parte lo que se dice y lo que se gesticula se dice y se gesticula en beneficio del espectáculo. No negaré, porque la cosa es obvia, que la situación actual, en la que a los miembros de la comunidad política no se nos habla como debiera hablarse a los ciudadanos sino que más bien se nos trata como meros espectadores, soporta el antedicho "jaleo" como uno de sus componentes esenciales; pero me parece que ello no forma parte de la esencia misma de la política sino más bien de una forma degradada de la misma que, por otra parte, es bien cara a nuestro presente.
Un mero espectador no es un ciudadano y, por ello, la política-espectáculo -el "jaleo"- seguramente carece, como suele ocurrir, de muchas cosas esenciales de las que presume...
Un abrazo.
Querido Xavier.Intentaré explica run poco más lo que quise decir:
Eliminar1. La vida en común es posible porque justipreciamos lo que podemos medir, y valoramos lo que, no pudiendo medir, es sin embargo, lo más importante (belleza, justicia, bien...). Es por lo segundo por lo que nos enfrentaamos, dice Platón, con razón.
2. La cosa justipreciada sigue siendo cosa.
3. la cosa con un valor añadido (entendiendo la expresión literalmente, no como IVA), tiene otra categoría. tiene dignidad, si se quiere.
4. La esencia de la política es valorar y hacer creer. Esto es lo que nos permite pasar del estado de naturaleza a la naturaleza política.
5. En la medida en que hemos convertido el pluralismo en un valor supremo, aceptamos que es valor lo que cada cual considera valioso.
6. Esto funciona mejor en el discurso que en la PRÁCTICA. Nadie considera valiosa la envidia, y por algo será.
7. La "liberalización" del valor conduce, inevitablemente, al "empoderamiento" (odiosa palabra) del "puer robustos" hobbesiano.
8.. A veces el pluralismo se agria. Eso ocurre, por ejemplo, cuando lo que para unos es sagrado, para otros es ridículo. Esto, me parece, es a lo que estamos asistiendo.
Obviamente todo esto, expuesto así, tan esquemáticamente, tiene mucho de frívolo.
Por eso hay que distinguir entre palacios reales, como el que está en la Plaza de Oriente de Madrid, y palacios imaginarios, como el mío o aquellos que S. Agustín, atribuyéndose vidas anteriores como rey denominaba "los palacios de la memoria".
ResponderEliminar