Dándole la réplica a Javier Gomá, con ocasión de la presentación de su libro, Dignidad, en el Círculo del Liceo de Barcelona, conté el siguiente caso ocurrido en Francia.
Un policía decidió prohibir un curioso espectáculo que tenía lugar en un local público de una ciudad. Consistía en una competición por ver quién lanzaba más lejos, sobre unos colchones, a un enano provisto con un casco. El policía consideró que lanzar como un proyectil a un minusválido era atentatorio contra su dignidad.
En este punto pude ver como las personas de la primera fila asentían con la cabeza.
Las cosas son, sin embargo, un poco más complejas, como lo prueba la polémica que se desató en torno a este caso.
¿Si en vez de un enano se tratase de un hombre bala se consideraría también que se estaba atentando contra su dignidad?
La "Asociación nacional de personas de talla pequeña" difundió un comunicado en el que preguntaba: "¿Las protestas de la opinión pública no serían masivas si a un animal se le infringiera ese tratamiento?"
El enano, a su vez, preguntaba: "¿Acaso un minusválido ha de poder ejercer menos trabajos por culpa de los prejuicios morales de los que no son minusválidos?" El hombre se temía que, al final, se quedase con su dignidad intacta y sin trabajo, que es lo que realmente sucedió.
"Existentia substantiae est substantia", sostenía el escolástico Cayetano. Y yo, apoyándome en él me preguntaba qué es la dignidad humana más allá de su existencia en la dimensión prudencial de las cosas humanas.
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