lunes, 29 de julio de 2019

Cuento para mi nieto, al que operan hoy

El Conde de Herzegovina es un tipo de mucho cuidado. Tiene una pierna de hierro macizo, porque la suya se la arrancó de un mordisco certero un cocodrilo blanco de ojos fosforescentes que vive dentro del túnel del  torrente que hay en el Parque de la Ninfa, en Ocata. Camina lentamente, arrastrando la pierna de hierro con grandes esfuerzos debido a su enorme peso. El ruido que produce al arrastrar su pierna por los interminables pasillos de su castillo se oye a quilómetro y medio de distancia.

¿Por qué se puso una pierna de hierro y no de madera o de plástico, por ejemplo? Pues porque el Conde de Herzegovina es un aristócrata antiguo, y los aristócratas antiguos hacen cosas difíciles de entender, pero ellos consideran que su deber es hacerlas, sin valorar para nada su dificultad.

Tiene el Conde de Herzegovina un muñón en el extremo del brazo izquierdo, porque su mano se la regaló un día a un caníbal que estaba a punto de morir de hambre. En agradecimiento, el caníbal, tras comerse la mano del Conde, le ayudó a liberar a una hermosa joven que una feroz tribu enemiga ya había metido en una cazuela, rodeada de zanahorias, col, perejil, laurel y cilantro. La hermosa joven resultó ser Florinda Flor de las Nubes. 

Al conde de Herzegovina le falta el ojo izquierdo y en la cavidad vacía vive una tarántula que asoma de vez en cuando sus dos patas delanteras sobre el pómulo y que, con los golpes que da con sus patas traseras, le indica al conde qué dirección tomar, dado que el otro ojo le cuelga sobre la cara y no le sirve de nada. Nunca me ha contado qué  es lo que lo dejó en ese estado lamentable. 

Lo importante es resaltar que el Conde de Herzegovina vive en un castillo de torres altísimas y de muy difícil acceso con su amada Florinda Flor de las Nubes y media docena de fieles criados muy bien pagados, porque aunque le gusta el aislamiento, es muy buena persona. Sí, duerme en un ataúd, como Drácula, pero es porque le da pereza desnudarse para meterse en la cama. 

Yo suelo ir a verlo de vez en cuando porque estamos terminando de escribir entre los dos una enciclopedia con muchísimos tomos que se titulará Enciclopedia de las cosas que no le interesan a nadie.

Florinda Flor de las Nubes es la mujer más hermosa que yo he visto en toda mi vida… después de mi mujer, de mi hija y de mi nuera, claro está, y está muy enamorada del Conde de Herzegovina. A mí me recibe con mucha alegría cada vez que voy a visitarla al castillo, y es la encargada de corregir la ortografía de las entradas que escribimos para la enciclopedia. Incluso algunas de las mejores páginas del tomo dedicado a los sueños improbables de los moluscos, han salido completas de su mano.

Florinda Flor de las Nubes estaba bajando un día las escaleras de caracol de la torre del homenaje cuando un golpe de viento le apagó la vela que llevaba en la mano. Al quedarse a oscuras no calculó bien la distancia de los peldaños y cayó dando vueltas por toda la escalera. Murió de un golpe en la nuca que se dio en el penúltimo peldaño. Pero el Conde de Herzegovina la devolvió a la vida con un beso, un masaje cardiaco y el olor de un guiso de liebre con patatas, que es la comida que más le gusta.

Cuando el Conde de Herzegovina y Florinda Flor de las Nubes pasean por los bosques que rodean su tenebroso castillo en las noches de luna llena, los lobos salen de sus guaridas y los acompañan en su recorrido. Se dice por Herzegovina que Florinda Flor de las Nubes había sido una loba a la que el Conde convirtió en mujer, pero no es verdad. Ya he dicho cómo se conocieron.

También se dice, y esto sí que es verídico, que, de vez en cuando, el Conde y Florinda Flor de las Nubes organizan grandes fiestas a las que solo acudo yo de fuera del castillo. Tiene que ser así porque, en primer lugar, nadie más está invitado, y en segundo lugar, si lo estuviera, no podría soportar el espectáculo: con los primeros compases del primer vals, las estatuas del castillo bajan de sus pedestales y se van sumando a la fiesta con más o menos energía, según sean jóvenes o venerables ancianos.

12 comentarios:

  1. Este relato no respeta los estándares de lo políticamente correcto.
    ¿Usted es consciente del mal que puede hacer a su nieto...?

    Por cierto, ¿qué fue del cocodrilo blanco de ojos fosforescentes?

    José

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    Respuestas
    1. Sí, soy consciente. Pero mientras sus padres no protesten...
      El cocodrile sigue ahí. De vez en cuando nos armamos de valor y penetrampos unos metros en el túnel, pero no tardamos en ver el brillo de sus ojos y salims corriendo.

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  2. Hay una historia subterránea del conde, de Florinda Flor de las Nubes y de los sirvientes que les rodeaban. En las noches de luna llena, tras hacer unas ligeras gárgaras, ella levantaba su impresionante voz de soprano y les preguntaba: ¿Quién corre más Aquiles o la tortuga? Los sirvientes callaban, pero el conde carraspeando en un compás descompasado siempre respondía lo mismo: ¡Oh, querida! No me prguntes. No sé... Yo no lo sé... Yo no sé nada... Entretanto, un niño jugaba.

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  3. Este conde ¿no será pariente de Mediohombre por casualidad?
    Un saludo y pronta recuperación para su nieto.
    M.L.S.E.

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  4. Me parece un cuento fantástico, en la doble acepción del término. Me ha encantado.

    En cuanto a lo "políticamente correcto" de la historia, decir que en su momento escribí un cuento titulado "Valentina, la princesa bailarina", del que, dicho sea de paso, estoy particularmente satisfecho. Pues bien, el día que alguien se anime a publicarlo tanto al editor como a mí nos meterán en la cazuela que ocupó Florinda Flor y de allí no nos rescatará ni el conde de Herzegovina con su tarántula y su pata de ferro.

    Un saludo cordial y enhorabuena por ese público doméstico tan magnífico.

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  5. Le deseo toda la suerte del mundo en esta aventura de tu nieta! todo saldrá bien porque él es un afortunado teniendo el abuelo que tiene.

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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