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sábado, 13 de julio de 2019

Benjamin Carson y Jordi Nadal


Juan  Cruz hace referencia a una anécdota, protagonizada por Benjamin Carson, que quiero recoger aquí con más detalle.

Mi amigo Jordi Nadal, director de Plataforma Editorial, recibió hace poco en su editorial a tres chicas adolescentes muy poco interesadas en la lectura. Les leyó la carta que Camus escribió a su maestro cuando recibió el premio Nobel. Les explicó también quién era Camus y como un día su abuela lo envió a comprar un poco de comida y él se gastó el dinero en golosinas. Cuando la abuela le preguntó dónde estaba la compra, él respondió que la moneda se le habían caído en el váter. La mujer se arremangó y la buscó con la mano, en vano. "Esto -les comentó Jordi- es la pobreza que intuyo que vosotras no conocéis". Después seleccionó una página de las memorias de Benjamin Carson y les pidió que la leyeran mientras él atendía unos asuntos urgentes.

Benjamin Carson es director de neurocirugía pediátrica en el Centro Infantil del Johns Hopkins. Su madre era una empleada doméstica que se dio cuenta de que la gente de éxito pasa más tiempo leyendo que mirando la televisión. Decidió entonces que sus hijos sólo mirarían tres programas a la semana y que en su tiempo libre leerían libros de la biblioteca pública. Cuando acababan uno, le  tenían que entregar un comentario del mismo por escrito, que ella leía en silencio, con gran interés, mientras ponía algunas marcas en el texto. Años más tarde, Benjamin Carson descubrió que su madre no sabía leer.

En el instituto, Benjamin perdió el interés por el estudio. Prefería ser un chico popular. Un día se quejó a la madre porque no le compraba ropa de marca. Ella le dijo: "De acuerdo. Te daré todo lo que gano cada semana fregando suelos, y tú nos comprarás la comida y pagarás las facturas. Con lo que te sobre, te podrás comprar lo que quieras". A Benjamin le pareció un buen trato. Pero después de comprar las cosas imprescindibles, no le quedó ni un céntimo.  Entonces comprendió los equilibrios que tenía que hacer su madre para comprar la ropa que llevaba. Y volvió a estudiar con ganas. "Mi historia -concluye Carson- es, en realidad, la historia de mi madre, una mujer con escasa educación formal que me enseñó que no hay tarea más importante que la de hacer de padres".

Una hora después de despedirse, Jordi recibió una llamada de una de las chicas. Quería decirle que cuando iban hacia la editorial sólo se habían fijado en los escaparates de las tiendas de ropa, pero que a la vuelta se detuvieron ante dos librerías.

Cuento todo esto aquí:
 

8 comentarios:

  1. Estas anécdotas son de un mundo que ya ni existe, huelen a naftalina. Lo siento, por Ud y por la realidad que nos ha tocado padecer. Todo es velocidad y la lectura es lentitud y paciencia. Por otro lado, un supertitulado universitario no tiene garantía alguna de salir de la pobreza.
    Lo siento.
    EnRi

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    1. "Por otro lado, un supertitulado universitario no tiene garantía alguna de salir de la pobreza."
      ...Intelectual..., si no lee...

      José

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  2. Por otro lado debo reconocer que la conferencia, que he visionado en youtube fue excelente.
    EnRi

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    Respuestas
    1. ..."he visionado en YouTube"...
      Puedes colgar el enlace, por favor.
      Gracias

      José

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  3. ...me refiero a ésta
    https://youtu.be/3qMSCkZp5AQ
    EnRi

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  4. La moraleja que se me echa encima, ahora, es que: "estudia mucho si quieres comprarte ropa de marca"....pero como entenderán, no me convence.
    ErS

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  5. La lectura intelectual és un càncer, para la ascensión social. Cuando uno tiene suficiente, con hablar y pasar la mayoría del tiempo con los filósofos clásicos, con los modernos y hasta postmodernos, se aísla de sus contemporáneos y del mundo que le pasa por su lado...Ojo chicos, ir prevenidos....La obsesión por estas lecturas no os enseñará a vivir ni a progresar en el Socios.
    ErS

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  6. Y aún diré un gilip...más. Chicos si queréis progresar en la vida, esmerarnos y centraros no en leer mucho, ni tan siquiera escribir bien, sino en saber hablar bien. Las personas que he conocido hasta ahora, que hablaban mejor, apenas habían leído y sabían lo mínimo de ortografía.
    ErS

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