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Hay en todas las cosas un aire de tormenta,
algo que se presiente...
... parece
que en mi cerebro hay alguien que de muy lejos viene
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Si yo hubiera sido Vicente Huidobro -cosa que está muy lejos de mis posibilidades- hubiera hecho de mí un poeta fragmentario:
Monotonia de las tardes nubladas:
Esta tarde de lluvia amodorrada y lenta
Se me ha caído al alma como una maldición,
Hay en todas las cosas un aire de tormenta,
Algo que se presiente y ahoga de emoción.
Y pienso en esa noche en que al volver una esquina
Me cayeron encima dos fuertes campanadas,
Campanadas que injurian en su lengua broncina,
Que parecen anuncios, que son como pedradas.
Esta tarde ojerosa con alma de cartujo
Me tortura, me inquieta, me tiene incomodado.
Esta tarde nublada, sin bullicio, sin lujo,
Con tristeza, con ese algo cielo esmerilado.
El farol de la calle ¡qué afán de molestar!,
Petrificado en esa completa rigidez.
Cuando salgo parece me fuera a saludar
Con su cachimba roja, con su facha de inglés.
Esta tarde me enferma, me enloquece;
Esta tarde me hastía: yo no sé lo que tiene.
No sé si son recuerdos que resurgen; parece
Que en mi cerebro hay alguien que de muy lejos viene.
En la estufa de leña las llamas piruetean
Y dan saltos clownescos y se acuestan un rato.
Las sombras ambarinas se alargan, fantasean
Y alcanzan a lamerme con lamidos de gato.
Hay en todas las cosas como un barniz de alvidrio,
Y en la quietud tremenda de todas esas cosas
Van cayendo las horas silenciosas
Como las gotas de agua por un vidrio