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lunes, 6 de junio de 2016

Experiencia y educación

Publicado en el ARA, 06/04/2016

Un deseo no es un hecho. Por esta razón no tenemos la altura de nuestros sueños, sino la de nuestras obras.

La realidad del deseo más noble no es, en sí misma, superior a la del más trivial. Su consistencia sólo se nos muestra diáfana cuando se concreta en las consecuencias que resultan de su aplicación.

Como a todos nos gusta evaluarnos a nosotros mismos de acuerdo con nuestras buenas intenciones, tenemos tendencia a ocultar bajo la alfombra nuestras conductas más decepcionantes. Las grandes verdades de los principios tienden a justificar ad hoc las verdades, quizá pequeñas, pero antipáticas, que las contradicen. Una manera fácil de eludir las responsabilidades que los hechos nos lanzan a la cara, consiste en crearse un enemigo y cargarlo de intenciones perversas. Con este sofisma siempre podremos acusarle de entorpecer nuestros movimientos. Se trata de una falacia habitual, pero eso no evita que nos pase factura: tiende a definirse más por nuestras fobias que por nuestras filias.

No nos debe sorprender, pues, que cada nuevo movimiento pedagógico haya empleado buena parte de sus energías en diferenciarse de los modelos que pretende sustituir, subrayando con tinta roja sus prácticas caducas o, incluso, perversas. Es lo que hizo en su momento la escuela nueva, en todas sus variantes, y ahora repiten los promotores de la "nueva educación". Lo que los proyectos pedagógicos reformistas consideraron que había que superar, ya desde finales del siglo XIX, afecta a todos los elementos de la vida escolar: el aula, el pupitre, la pizarra, el libro de texto, la asignatura, el currículo, la disciplina impuesta externamente, el maestro transmisor, los exámenes, las evaluaciones, la clase magistral, la falta de emociones en el aula, la memorización ...

Y, sin embargo, "los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Podríamos citar abundantes ejemplos de centros de indudable éxito que siguen utilizando métodos tradicionales.

¿A qué se debe, entonces, la persistencia de un pasado que continuamente damos por enterrado?

Quizás deberíamos analizar cuidadosamente qué papel le corresponde a cada uno de los elementos rechazados en la organización de la experiencia del alumno.

¿Hay algo inherente a la experiencia que tienda de manera espontánea a la organización progresiva del conocimiento en asignaturas?

¿Podemos rechazar la disciplina externa sin analizar previamente la importancia de la disciplina o los límites de los hábitos disciplinarios que nos puede proporcionar la experiencia? Si prescindimos de la autoridad externa, ¿dónde se encuentran exactamente las posibles fuentes de la autoridad interna?

Ciertamente "la educación antigua" impone al alumno los conocimientos, métodos y reglas de conducta que los adultos consideran apropiados. ¿Quiere decir esto que los adultos no poseen ningún valor que pueda servir para orientar al niño?

Entiendo perfectamente que la "nueva educación" quiera preservar su principio más preciado, el del aprendizaje por experiencia (hoy hablamos de "construcción de los propios aprendizajes"), buscando la manera de relacionar a los niños con los adultos que lo haga posible. Pero, de nuevo, hay que insistir: un deseo no es un hecho y en ocasiones nuestros deseos no expresan soluciones viables, sino los problemas reales inherentes a la escuela.

¿No hay en toda falta de imposición el deseo de imponer una carencia?

Los principios de la nueva educación no pueden resolver ninguno de los males de la vieja escuela. Serán las consecuencias que se deriven de su aplicación las que nos demuestren su superioridad.

Una teoría cae en el dogmatismo si no es capaz de examinar críticamente sus principios más queridos. Podemos enfatizar la libertad de quien aprende, pero ¿estamos seguros de que entendemos por libertad y bajo qué condiciones puede realizarse? Lo mismo podríamos decir sobre el maestro, los libros de texto o el curriculum. ¿No juegan ningún papel en la organización de la experiencia del alumno?

Las ideas anteriores no son mías. El lector interesado puede encontrarlas en el capítulo primero de Experiencia y educación, un importante libro que John Dewey escribió en 1938 tratando de construir su propio aprendizaje a partir de su propia experiencia como educador. Añado un consejo del prólogo: los que quieren mejorar la educación deben pensar más en la educación que en un nuevo ismo, "porque cualquier movimiento que piensa y actúa en términos de un ismo se acaba encontrando tan involucrado en la reacción contra otro ismo que, sin darse cuenta, termina controlado por él".

Una pregunta final: los nuevos pedagogos han decretado la inminencia de la sociedad del conocimiento. ¿Y si esta sociedad fuera un mito? Empezamos a acumular datos que nos permiten sospecharlo.

13 comentarios:

  1. En els moviments innovadors actuals -si més no, allò que s'està difonent a casa nostra- trobo a faltar un debat de les finalitats. Canviar l'escola! Però què en volem de l'escola? Les finalitats potser sempre s'han definit de manera vaga i inconcreta, però em sembla que ara pràcticament ni se'n parla. Potser ens conformem amb implícits que no ho són -cadascú els entén a la seva manera- o directament amb banalitats.

    El naturalisme pedagògic, les pedagogies socialistes o socialitzant, les pedagogies antiautoritaries... tenien models de persona i de societat -encertats o no, però explicitats- que les alimentaven. Avui el debat de la innovació sembla merament metodològic quan no tècnic o tecnològic i per tant és un debat buit. Per molt que es vulgui negar, prima la innovació com a finalitat. És a dir, la més absoluta manca de finalitat i d'orientació.

    La moda dels "antipedagogs" -que també existeix com a moda o submoda- tampoc ajuda massa ja que cau en erros semblants. A banda i banda es construeixen caricatures (d'escola "tradicional" i d'escola "nova") que es critiquen de manera molt fàcil i gratificant. De fet, dibuixada la caricatura ja no cal la crítica. Ideals per ser massacrades en 140 caràcters.

    Diverses circumstàncies fan que, professionalment, ara mateix estigui un xic enretirat del món educatiu, però em preocupa. Disculpa l'expansió i gràcies pel teu contrapunt i lucidesa.


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    1. Bravo !!
      Triangulant el mateix passa amb la política, que passa ?

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    2. Sin embargo estamos viendo como el futuro nunca nos trae lo que se espera de él.

      Veritat de la bona !
      El futurisme sempre falla, només cal recordar la idea que teníem del futur fa 30/40 anys.
      Millor que pensar en el futur, en com serà que sempre es especulació i projecció del que volem, creiem o temem, millor pensar en la naturalesa i forma de les coses que es més fiable, vull dir allò que les fa ser el que son.

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  2. Carles, tienes razón.
    1. La discusión sobre las causas eficientes (cómo se aprende y comprende) es hoy más importante que la discusión sobre las causas finales (para qué se aprende y comprende: qué tipo de hombre tenemos en mente cuando hablamos de educación). Posiblemente ello es debido a la ausencia de una antropología pedagógica consistente.
    2. Es cierto también que Dewey sabía para qué educaba. Lo curioso es que hemos heredado de él su terminología sin interrogarnos por el tipo de hombre que Dewey tenía en mente.
    3. Caer en una batalla de "ismos" sólo sirve para impedir el debate. Y todos hemos d eponer nuestro grano de arena.
    4. Agradezco mucho tus palabras y su extensión.
    Dos cosas más:
    5. Recientemente hablaba con el director de una escuela que se considera puntera en innovación. Yo intentaba argumentarle que ninguna de las ideas que defendía como innovadoras tenía menos de cien años. Los innovadores, en general, me parecen muy poco creativos. El director me contestó que era cierto, que las metodologías que aplicaba no eran nuevas, pero que él las aplicaba bien.
    6. Me deja perplejo la seguridad que tienen algunos innovadores a la hora de hablar del futuro. Saben cómo será, qué tipo de competencias serán necesarias, cómo hay que ejercitarlas en la escuela, etc. Sin embargo estamos viendo como el futuro nunca nos trae lo que se espera de él. Ni la robotización será lo que decían que sería ni la mano de obra poco cualificada desaparecerá. De hecho, estamos viendo que es el empleo que más crece. Si esta tendencia, como parece, se confirma, los riesgos a los que se verá enfrentada a escuela no tienen nada que ver con los "escenarios" que manejan algunos innovadores.
    Un abrazo.

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  3. Estimado profesor,
    este año he terminado -casi- el Máster del profesorado y, para que no se transforme en algo que me temo que, de todas formas, es -un mero trámite más para acceder a un puesto de trabajo-, me gustaría seguir investigando en algunas cuestiones, haciendo por ejemplo lecturas. Me parece que esa que nombra de Dewey podría ser un buen comienzo. Si le parece que un novatillo algo escéptico pero ilusionado con su futura profesión tiene algo más que leer, no dude en reseñármelo, me hará un gran favor. Una de las ideas que más me han parecido interesantes aunque quizá algo idealista es la investigación-acción, al menos en su sentido de continuo renovarse. No sé qué opinión le merece. Como siempre, felicidades por el blog y por sus interesantísimas reflexiones.
    Ismael.

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    1. Ismael
      Yo no me considero innovador, pero siempre he defendido fervientemente las prácticas pedagógicas reflexivas. Cada clase es distinta, tiene sus propias dinámicas y presenta problemas específicos. Lo mis o podemos decir de los claustros de profesores. Me cuesta entender que haya profesores que repitan el mismo programa año tras año. Creo que hay que investigar, arriesgar, comprobar, evaluar... y quedarse con lo mejor en cada caso, que no siempre es lo más nuevo. El libro de Dewey, "Experiencia y educación", es un magnífico comienzo, además es corto e intenso. Pero está en inglés. Si lo lee, me gustaría mucho conocer sus opiniones.

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    2. Perdón por intervenir en la conversación, pero "Experiencia y educación" de John Dewey está publicado en español por la editorial Biblioteca Nueva, Serie Clásicos, Memoria y crítica de la educación, en una edición de Javier Sáenz Obregón.Año 2010.
      Un saludo para ambos y una sugerencia para Ismael, en esa misma colección están muchos de los imprescindibles para saber de dónde viene lo que hay en educación ahora mismo. Y siempre buscar y leer las fuentes originales como se recomienda en: "Los tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre investigación científica". Ramón y Cajal. Editorial Gadir
      M.L.S.E.

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    3. No hay nada que perdonar, y sí mucho que agradecer. Desconocía la edición de Biblioteca Nueva. Sería interesante publicar también la polémica de Dewey con Hutchins y, especialmente, el llamado debate entre Dewey y Lippmann.

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    4. Lo he mandado a pedir, gracias al lector por la recomendación de la traducción al español. Por supuesto, en cuanto lo lea le diré mi parecer, es usted francamente amable. Un saludo,
      Ismael.

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    5. Muchas gracias. Espero sus comentarios. Yo estoy estos días intentando comprender lo que Dewey definía como "lógica experimental" y para ello ando liado con las críticas, a veces despiadadas, que le dirigen Peirce o Russell. En cualquier caso, de lo que no me cabe duda es que la clave de bóveda de todo el pensamiento de Dewey es la lógica.

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  4. Gregorio,

    Buenas noches. Me ha parecido muy interesante tanto tu artículo como los comentarios de Carles e Ismael. Tengo la sensación que la práctica reflexiva, la investigación... Son aspectos que hoy por hoy han desaparecido en el panorama de la innovación educativa en España. Y es una pena, porque hay países como los EE.UU. En los cuales se ha hecho mucha investigación.

    Acabo de leerme el libro de Donald Hirsch la 'Escuela que necesitamos' y me ha parecido plenamente actual. Tienes alguna otra referencia para profundizar? El de Dewey 'Experiencia y educación'?

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    1. Gracias, Andrés. El libro e Hirsch es, efectivamente, muy interesante. ¿Una referencia? Los escritos de Hannah Arendt sobre educación, que son, a mi parecer, la crítica más seria que se ha hecho a Dewey.

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  5. Por cierto, del 28 al 30 d junio se celebra en Madrid el XVI Congreso Nacional y VII Congreso Iberoamericano de Pedagogía, que lleva el título genérico de "Democracia y educación en el siglo XXI". Tendré el honor de abrir el congreso con una conferencia titulada precisamente "Experiencia y educación".

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