“Cuando nace un hombre en la tierra –esto lo he aprendido de Platón- un ángel descendido del cielo toca con su índice el labio superior del recién nacido y éste se olvida inmediatamente de su existencia anterior. Pero su labio lleva siempre la huella del dedo de ángel (…). ¿Cómo probarlo? Sólo se puede sentir, adivinar. Aceptemos que a veces ocurre que el ángel no cumple con esmero su función y que el hombre, aunque no se acuerda de los detalles, siente que ya ha vivido otra vida. Si no se les exigen pruebas de ello, los hombres poseerán una verdad más importante y significativa que el principio de contradicción. Pero si se les exige una prueba, se quedarán sin verdad.”
- Lev Shestov, “L’anamnèse” en “Conclusions”, Cahiers du Sud nº 321, enero 1956, pp 229-30.
Yo conocía la versión del ángel que nos visita a todos al nacer, y que al ser interrogado por cada uno sobre nuestro destino, el ángel nos posa su índice sobre el labio superior en señal de callar, de no seguir preguntando: ssshhh...
ResponderEliminarUna versión espejo a la de Platón, una sobre nuestro pasado, y la otra sobre nuestro futuro.