No es que me entusiasme El artista y la modelo, la película de Trueba, pero reconozco que tiene un par de buenos momentos. En uno de ellos el artista confiesa ante su perpleja modelo que cuando se alcanza a comprender cómo funciona el mundo, es que ya se está preparado para la muerte. Que esto lo diga precisamente un artista, me parece algo muy serio.
Lo intenta, pero no acaba de cuajar la obra de arte que podría haber sido. Retuve, sin embargo, la imagen del árbol nacido en la piedra que cuartea al crecer. Estaría horas contemplándolo. La risa de Folch convidaba al mutis. La dirección, espléndida. El artista, "demasiado" artista. La Cardinale, desaprovechada.
ResponderEliminarEs una película que cuando la ves, tienes la sensación de estar asistiendo a un esbozo del original bueno, que se guarda por algún sitio. La imagen del árbol, ciertamente extraordinaria, muestra algo que la obra ronda, pero sin hincarle el diente: la auténtica "poiesis" es la de la naturaleza. El arte humano es poiesis de la poiesis natural. Y esta es la lección que anuncia la despedida. Toda muerte es prematura si acontece en la ignorancia de la cosa en sí.
EliminarLa última afirmación me trae a la memoria el poema de JRJ que siempre he amado "sobre todas las cosas"...
ResponderEliminar“¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!.”
(Eternidades, 1918)