miércoles, 6 de enero de 2016

Cuando la incontinencia emocional se convierte en argumento político



Me temo que este discurso, que tanto está haciendo por Obama, y tan poco por el control de armas en los Estados Unidos, tendrá un éxito fenomenal y más de uno al verlo se sentirá empapado hasta la médula por la empatía derramada tan generosamente ante el mundo por el hombre más poderoso del planeta. Pero a mi esto me parece un claro ejemplo de lo peor de la política, porque muestra el inmenso poder democrático de la emoción, o, mejor dicho, de la sustitución del argumento por la emoción, es decir, de la falacia. Este es el triunfo de la sofística hecho posible por algo que ya vio con toda claridad Montesquieu: para la emoción, todo el mundo vale.

Sobre política y lágrimas, un vídeo instructivo AQUÍ

10 comentarios:

  1. Parece que el regreso a primer plano de las formas de comunicación audiovisual favorecen esta emergencia de lo lacrimógeno y sentimental, frente a la escritura que siempre se ha considerado más racional y contenida. De hecho, los héroes antiguos lloraban a menudo y nadie les afeaba la debilidad. De César se dice que lloró en el templo Melqart de Cádiz ante la estatua de Alejandro, abrumado por la idea de que había alcanzado la misma edad que el Magno sin haber hecho (aún) nada memorable. Y al gran Rui Díaz nos lo presenta el poema de Mío Cid "de los sos ojos fuerte rmientre plorando" al salir de Vivar camino del destierro.

    Enrique García Vargas

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  2. Pero la emoción -espero que sincera y no teatral- también vale y se agradece, ¿no? La emocional también es intelecto, también es ser humano. Otra cosa es que fallen los mecanismos jurídicopolíticos y acaso la voluntad suficiente, y la decisión, para tomar medidas de control de armas. Porque claro, teniendo en cuenta la abundancia de armas tanto para consumo interno como para exportación de USA, que producen millones de ganancias, ¿quién pone el cascabel al gato? ¿Se puede sin que quiebre parte del sistema? Acaso la hipocresía reside no tanto en una reacción individual como en un sistema que podría alcanzar controles armamentísticos dentro de casa pero luego no los frena para que se mate el resto del planeta, o ellos mismos interviniendo sobre territorios en mor de sus planteamientos geoestratégicos. Opino que el tema no se resolverá nunca, salvo a lo bestia. Y lo bestia será un triunfo de la barbarie siempre.

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  3. No me imagino a un primer ministro británico llorando.

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  4. Fackel: a mi las que me asustan son precisamente las emociones sinceras. A un razonamiento le exigimos su corrección formal y material; a una emoción, su sinceridad. Pero las emociones se caracterizan por su volubilidad; no por su coherencia.

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  5. Yo tampoco me imagino a Cameron de la Isla llorando. El Imperio Británico ya corresponde al mundo post-imprenta. Pero los USA son post-post imprenta: Facebook y esas cosas.

    Enrique García Vargas

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  6. Mientras valoremos las emociones, preferiremos al hombre antes que a la máquina. Quizás por eso este exceso emotivo en todos los campos, porque ya las máquinas dominan nuestras relaciones e incluso toman gran parte de las decisiones que marcan los acontecimientos de nuestras vidas. Son los ordenadores los que compran millones y millones de acciones automáticamente a cada segundo en función de complicados algoritmos que no saben ni de quién son las empresas, ni a qué se dedican, ni quién vive de ellas.
    Como le veo interesado en el tema de la comunicación no verbal en política, le recomiendo un blog:
    http://blogs.20minutos.es/comunicacion-no-verbal-lo-que-no-nos-cuentan/
    La autora explica lo que se puede deducir de los gestos de los políticos. En la mayoría de los casos, creo que son cosas que todos percibimos, pero merece la pena leerlo para darnos cuenta de cómo estos "detalles" influyen en nuestra opinión sobre el personaje.
    Un saludo.

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  7. Yo valoro mucho según qué emociones... especialmente en la vida privada, pero al salir a la calle, prefiero ceder el paso que empatizar. En general, en al vida pública, prefiero las fórmulas tradicionales de cortesía, a las efusiones emotivas, que me parecen el caldo de cultivo de todo tipo de demagogias.

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  8. Una persona ni puede ignorar sus emociones, ni puede permitir que le dominen. En un caso se genera mucha tensión interior, en el otro se cae en el sentimentalismo y muy facilmente en el xantaje emocional. El sentido de la educacion emcional es conocer y aceptar las propias e inevitables emociones para no caer ni en lo uno ni en lo otro. El sentido de la educacion emocional no és la inflacion emocional.

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  9. Las emociones están sobrevaloradas. Lo que me llama la atención a mí, en este caso, es que el presidente del país más poderoso del mundo (elegido democráticamente) es incapaz de conseguir algo tan elemental y sencillo como controlar la venta de armas (no digamos ya acabar con la pena de muerte). Igual es que la democracia también está muy sobrevalorada...

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  10. La razón también provoca emociones.

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