Algunos parecen sospechar que hay una especie de conspiración televisiva internacional para mantener al pueblo atontado. ¡Qué ingenuos! Lo que hay es una conspiración del pueblo para mantener atontadas a las televisiones. Si la mediocridad televisiva respondiera a un plan preconcebido de una mentes perversas partidarias de la idiocia universal, estaríamos de enhorabuena, porque tendríamos contra qué sublevarnos o, al menos podríamos soñar con una programación mejor. Pero si los programadores televisivos se limitan a ofrecer a la gente lo que la gente pide, es decir, si en realidad somos usted y yo, los que elaboramos las programaciones, concedemos los minutos de oro y movemos de aquí para allá las audiencias, entonces no tenemos salvación.
La televisión, esto es indudable, es un argumento contra la democracia, no menos que la conversación churchilliana de cinco minutos con el votante medio.
ResponderEliminarLa solución es la misma que con la política, la música o la literatura: hace falta que otros se pongan también a hacer televisión :-)
ResponderEliminarasi és, però entonces, ¿quien decidía que se emitiera La Clave o Estudio 1? Quizás si que ha sido la tele la que ha atontolinado al personal....
ResponderEliminarhttp://youtu.be/zvNw0P5ZMbA
ResponderEliminarEn parrilla hay hueco para la información y educación, aunque con poca audiencia. El uso mayoritario que hacemos de la tele es el entretenimiento. Entre "salvames" y "salvados" no hay mucha distancia que salvar, como en los debates de actualidad. Es la gresca lo que nos entretiene, una extensión de la política y el vecindario; no un sustituto, me temo.
ResponderEliminarOtra cuestión es ¿por qué se dice audiencia y no (tele)videncia?
Todas las cajas son tontas, como la de Pandora, por su mal uso y falta de necesidad. La única que tengo en casa, permanece cerrada con un interrogante en la tapa, la uso para ejercitar mi imaginación
M. de Secondata
Quizás no es tanto un plan preconcebido que utilice a la televisión como medio como la propia tele, el propio aparato, que, más allá de los fines de quienes la desarrollaron o de quienes la programan, nos atonta. La tele como actante, vamos.
ResponderEliminarFrancisco Tocino