"The final revelation is that Lying, the telling of beautiful untrue things, is the proper aim of Art" (Oscar Wilde). Conviene aquí añadir que para Platón no hay artista mayor que el político.
Pero, ¿no es un malentendido crucial, el malentendido sustentador de toda la filosofía política platónica -es decir: occidental-, el sustituir la praxis por la poiesis? Un abrazo desde Soria, D. Gregorio.
A mi modo de ver -que quiero creer que es un modo de ver platónico- no hay en el hombre ninguna posibilidad de vivir fuera d ella poiesis, porque, sencillamente, el hombre no puede existir en condiciones de absoluta realidad. La poiesis es, en primer término, aquello que permite crear el ámbito de lo humano como un ámbito específico, sui generis. Un fuerte abrazo, querido Borja.
Bueno, es que ya sabe que estoy con la tesis de Arendt y ella, partiendo de la crítica de Heidegger a la metafísica "productivista", procura rescatar el carácter "práxico" de la política, separando a la acción y la palabra políticas de las categorías de la producción y la fabricación. Dentro de esto, claro, lo primero que subraya es que, a diferencia de la poiesis, la praxis no puede entenderse de acuerdo con las categorías de "medio" y "fin", cosa que, sin embargo, ocurre desde los supuestos de la filosofía política platónica y, según ella, distorsiona y devalúa el valor intrínseco del ámbito de lo político, convirtiendo a la ciudad en un taller artesanal ampliado, con sus capataces, operarios..., pero no en un espacio político genuino. Un abrazo.
El paso de la metafísica no productivista de Heidegger a la política sólo se podría dar, a mi parecer, si entre las cosas humanas y las físicas hubiese una homogeneidad noética. ¿Es ese el caso? Te lo planteo de otra manera: ¿Puede vivir el hombre en condiciones absolutamente naturales o las cosas humanas para ser posibles exigen algún tipo de torsión de las naturales? Si la respuesta a esta segunda pregunta es, como yo creo, afirmativa, esta es una torsión poiética y en ella radica la posibilidad de la política... si no es ella misma la esencia de la política. Yo sospecho que Arendt no acaba de entender lo que hay de comedia (es decir, de poiesis) en las cosas humanas, que estamos arrojados a la poiesis. Un paso más, con voluntad provocadora: allá donde mejor, con más claridad, se ve la naturaleza de las cosas humanas es en la guerra, cuando el crimen es legal y se realiza a pleno sol y de manera masiva en defensa de unos principios (los propios de cada contendiente). Porque no peleamos unos con otros por aquello que se puede decidir con una escala objetiva de medición, sino por lo que consideramos bueno.
No sé, no sé... Arendt te respondería con la exigencia de delimitar los ámbitos respectivos de la poiesis y de la praxis, como actividades diferenciadas. La construcción de un mundo humano separado del natural (valga la redundancia) sería el objeto de la poiesis, pero construir el mundo no es habitarlo, y habitar sólo se hace políticamente, a través de la acción y la palabra (quizás otra redundancia). De hecho, ella también utiliza la metáfora teatral para referir la actividad política: la política es una "performance". Claro, para ella la "performance" no es un tipo de poiesis, sino de praxis, o, como Aristóteles afirmaría, una "imitación de la praxis". Respondiéndote: estamos arrojados a la poiesis, pero ésta consiste en la construcción de un marco donde escenificar los asuntos humanos, y en ese sentido es imprescindible. Pero no es la actividad política, que se da en su seno pero se articula en torno a categorías no "productivistas", no poiéticas. No hay manera de dar su brazo a torcer... Un abrazo
Lo que hay que pedirle a un diálogo honesto no es que nos ponga de acuerdo, sino algo mucho más importante: que ilumine nuestras diferencias. Comienzo a entenderlas. A mi manera de ver lo político es aquello en lo que el hombre ya está. No construimos lo político, sino que lo político es lo que nos construye. Es en este sentido como Platón habla del poeta como "poietés" de segundo grado. Esto deja abierta la pregunta de quién es el poietés primordial. Nuestro dios -o nuestros dioses-, sin duda, porque a cambio de nuestra fe nos ofrecen un mundo. El mundo que vivimos es una poiesis. Después, en un segundo grado, estarán nuestros modos de habitarlo.
D. Gregorio: nunca me asombraré lo bastante de tu capacidad de asombrar y obligar a pensar lo que en principio permanece invisible. SI algo es ser filósofo, creo que te cuentas entre los pocos que conozco. Suscribo totalmente tus palabras sobre el diálogo. No hay cosa más extraña que pedirle que tenga como fin el consenso, cuando podríamos decir que un diálogo genuino, como dices, tiene por objeto las diferencias. En cuanto a éstas, a mí me parece peligroso, y a menudo incluso terrorífico, pensar en el político como poietés, como artista lanzado a la obra de fundar, con la materia dúctil de los hombres, la "obra de arte total" que sería el Estado o la polis. Me parece que un principio radical de la política es que en su esfera no hay materia prima que moldear, y que los hombres no son una reserva disponible para los proyectos de la voluntad -como diría el viejo zorro de Heidegger-. Creo que esa visión faústica de la política es realmente amenazadora para cualquier comunidad, y que no hay nada peor para los hombres que alguien los tome como material perfectible al que, imprimiéndole la forma adecuada, es preciso modelar para que sea digno de uno u otro ideal. Me parece, y no sé si me equivoco, que este ideal de la política como actividad artística exige en último grado, y ante la manifiesta inadecuación del hombre con respecto a la idea que de él podamos predicar, ir más allá del hombre y postular como estación de término de la "creación" política la construcción de un "hombre nuevo", con la consiguiente condena a la superfluidad, si no al directo exterminio, de los hombres realmente existentes. ¿No es esa visión productivista de la política lo que llevó a la sanguinaria construcción del hombre nuevo comunista o de la nueva comunidad racial alemana que el mismo Heidegger, aunque con ciertos remilgos de intelectual, contribuyó a levantar? Y es que, de hecho, creo que Heidegger, aunque enemigo de la metafísica productivista, terminnó claudicando ante ella en el terreno de lo político, recurriendo a las metáforas de la obra de arte para representarse la comunidad política por levantar.
No nos pongamos trágicos,amigo. Claro que hay una materia de la política: el recién nacido. Y claro que hay una forma política: aquel tipo de hombre que cada comunidad considera más valioso. Y claro que hay una posibilidad de conducir el primero las segundo: la educación -es decir, la orientación- de Eros. El filósofo verdadero -de esos que puede haber dos o tres en un siglo, si hay suerte- es teórico. Es decir, ha visto su forma y ha comprendido. Y en este sentido, tienen razón los clásicos, si el uso de la razón es lo propiamente humano, el filósofo es la culminación de lo humano. De hecho educar es domesticar, hacer a un recién nacido de nuestro domus. Este es un proceso complejo para el que nuestros padres sabían que el sentido común y la suerte (o la oración) eran esenciales. Los proyectos de construir un hombre nuevo obedecen a otra lógica: al intento de introducir la ciencia (el materialismo científico, etc) en la conformación de lo humano. O sea: al intento de sustituir el sentido común y la suerte (y nuestros dioses) por un saber incuestionable. Donde está el peligro está lo que salva. Así es. El caso más notable a este respecto es el de Heidegger.
Querido Gregorio, perdón, no quería ponerme trágico, y, por supuesto, no pienso que postules un maoísmo feroz o el nacionalsocialismo de la raza aria. Sé que tu posición es otra. Pero insisto en que tomar lo político como obra de arte exige la figura de un creador, y esto quiere decir que, en última instancia, el "material" humano ha de adecuarse al "eidos" contemplado por aquel, ya sea "por medio de la persuasión o por la fuerza", como decía el Sócrates de la República platónica. Si hablamos en términos vagos o plurales, sé que, en efecto, podemos darnos como "productos" de la comunidad a la que pertenecemos. En eso estoy de acuerdo contigo. Estoy de acuerdo, entonces, en la apelación a la educación, al sentido común, a la oración. El problema, creo, es pensar que ese proceso que hace presente, que "crea" a alguien como miembro de una comunidad, pueda hacerse consciente, ordenado, metódico; pueda ser, digamos, un proyecto de la voluntad: el "intento de sustituir el sentido común y la suerte (y nuestros dioses) por un saber incuestionable". Pero, ¿no es el proyecto platónico algo así? La cuestión en la que a lo mejor divergemos es la elección de las metáforas, que tiene una importancia tremenda: creo que poner al político como artista y a la comunidad como obra de arte tiene que conducir a ese proyecto que señalas, de una manera u otra, ya que el artista, al hacerse responsable de la obra, tiene que acallar el azar, lo indeterminable y contingente y conseguir que la obra sea "su" obra. El problema no es que el recién nacido sea la materia de la política, el problema es que se convierta en el material con el que construir aquello que al artista, o a la comunidad de artistas, se le antoje. Así como estamos de acuerdo en que el intelectual es generalmente un riesgo político de primer orden, creo que también lo es el artista: líbrenos Dios de políticos con veleidades intelectuales, pero también artísticas... Un abrazo
1) La figura de un creador: Efectivamente, este es el papel del profeta y de todos los creadores de regímenes políticos. 2) Claro que la materia ha de adecuarse al eidos. Para los que se resisten a la educación, tenemos reservadas las cárceles. 3) precisamente porque el político es el mayor artista, en la República hay tantas reticencias con los poetas. 4) Respecto al proyecto platónico, a mi modo de ver lo que nos muestra es la imposibilidad de salir de la caverna, porque la caverna es la vida política. Podría entenderse entonces que el proyecto platónico no es una utopía, sino una radical crítica a toda utopía. 5) Para entender un hombre no-político deberíamos imaginarnos un hombre completamente natural. Por supuesto deberíamos negarle no sólo el lenguaje, sino hasta la postura erecta. No existe el hombre no diseñado políticamente. Aunque existen los hombres mal diseñados... todos los estamos un poco... pero esto nos llevaría a Freud y sería ir demasiado lejos.
Gracias por tu atención a mis comentarios, Gregorio, aunque sigo tenazmente aferrado a mis errores... La tesis que estoy procurando escribir sobre Arendt, como gran parte de la filosofía de ésta, trata estos problemas: lo que ella denomina algo así como "the substitution of making for acting". SI hay algo que me interesa de todo ello es el intento de procurar comprender la política apartándose de las metáforas de la "poiesis" y, frente a la imagen de la política como "fabricación" de lo que sea, la habilitación de una idea de política entendida como "acción-praxis". Seguiré estudiando para comprenderlo lo mejor posible. Supongo que ésta es una de las grandes diferencias entre Arendt y Strauss, ¿no? Anduve leyendo unos ensayos de Strauss y me dio la sensación de que, aunque no recuerdo que Arendt lo llegue a citar una sola vez, muchas de las cosas que se dedica a criticar van en uno u otro sentido dirigidas a su amigo Leo, ¿es posible? Sin duda hay algo clarísimo, y es que al platonismo político de uno, la otra contrapone la tarea de descubrir en la política una actividad radicalmente anti-platónica e imposible de comprender con las categorías filosóficas del ateniense. Por cierto, me alegró mucho encontrar que, en la presentación de ese libro de Strauss realizada por un profesor de la UNED, tu libro "Erotismo y prudencia" aparecía como una de las obras de referencia bibliográfica indispensables, si no recuerdo mal la única escrita originalmente en español. Enhorabuena. Un abrazo
Hay referencias de uno a otro en sus cartas. Arendt se refiere un par de veces a Strauss en sus cartas a Jaspers y Strauss a Arendt en sus cartas a Scholem. Me imagino que Stalin te diría (y esto no es un argumento, sino una anécdota) que la "substitution of making for acting" era precisamente la tarea del marxismo.
Totalmente de acuerdo: para Arendt el marxismo es la culminación de la filosofía política en su sustitución de la política por la fabricación. En ese sentido, el mejor marxista ha sido, sin duda, Stalin.
Por eso insiste Pessoa en que "o poeta é um fingidor".
ResponderEliminar(E. García Vargas).
Claro, claro... pero el poeta al que se refiere Pessoa es solo una especie del "poietés" griego.
ResponderEliminarAunque de alguna misteriosa manera, puede que todos estén en él...
Eliminar(E. García Vargas)
Don Enrique... ¿Cree usted que hay material arqueológico suficiente para montar una exposición digna de este nombre sobre Tartesos?
EliminarDon Gregorio. No me cabe la menor duda. Lo que pasa es que:
Eliminar1. Se han montado ya dos en el último año,
2. Cada vez tenemos menos claro qué es eso de Tartessos.
Un saludo.
Te acabo de enviar un mail a tu correo de la U de Sevilla.
EliminarPero, ¿no es un malentendido crucial, el malentendido sustentador de toda la filosofía política platónica -es decir: occidental-, el sustituir la praxis por la poiesis? Un abrazo desde Soria, D. Gregorio.
ResponderEliminarA mi modo de ver -que quiero creer que es un modo de ver platónico- no hay en el hombre ninguna posibilidad de vivir fuera d ella poiesis, porque, sencillamente, el hombre no puede existir en condiciones de absoluta realidad. La poiesis es, en primer término, aquello que permite crear el ámbito de lo humano como un ámbito específico, sui generis.
EliminarUn fuerte abrazo, querido Borja.
Bueno, es que ya sabe que estoy con la tesis de Arendt y ella, partiendo de la crítica de Heidegger a la metafísica "productivista", procura rescatar el carácter "práxico" de la política, separando a la acción y la palabra políticas de las categorías de la producción y la fabricación. Dentro de esto, claro, lo primero que subraya es que, a diferencia de la poiesis, la praxis no puede entenderse de acuerdo con las categorías de "medio" y "fin", cosa que, sin embargo, ocurre desde los supuestos de la filosofía política platónica y, según ella, distorsiona y devalúa el valor intrínseco del ámbito de lo político, convirtiendo a la ciudad en un taller artesanal ampliado, con sus capataces, operarios..., pero no en un espacio político genuino.
EliminarUn abrazo.
El paso de la metafísica no productivista de Heidegger a la política sólo se podría dar, a mi parecer, si entre las cosas humanas y las físicas hubiese una homogeneidad noética. ¿Es ese el caso?
EliminarTe lo planteo de otra manera: ¿Puede vivir el hombre en condiciones absolutamente naturales o las cosas humanas para ser posibles exigen algún tipo de torsión de las naturales? Si la respuesta a esta segunda pregunta es, como yo creo, afirmativa, esta es una torsión poiética y en ella radica la posibilidad de la política... si no es ella misma la esencia de la política.
Yo sospecho que Arendt no acaba de entender lo que hay de comedia (es decir, de poiesis) en las cosas humanas, que estamos arrojados a la poiesis.
Un paso más, con voluntad provocadora: allá donde mejor, con más claridad, se ve la naturaleza de las cosas humanas es en la guerra, cuando el crimen es legal y se realiza a pleno sol y de manera masiva en defensa de unos principios (los propios de cada contendiente). Porque no peleamos unos con otros por aquello que se puede decidir con una escala objetiva de medición, sino por lo que consideramos bueno.
No sé, no sé... Arendt te respondería con la exigencia de delimitar los ámbitos respectivos de la poiesis y de la praxis, como actividades diferenciadas. La construcción de un mundo humano separado del natural (valga la redundancia) sería el objeto de la poiesis, pero construir el mundo no es habitarlo, y habitar sólo se hace políticamente, a través de la acción y la palabra (quizás otra redundancia). De hecho, ella también utiliza la metáfora teatral para referir la actividad política: la política es una "performance". Claro, para ella la "performance" no es un tipo de poiesis, sino de praxis, o, como Aristóteles afirmaría, una "imitación de la praxis".
EliminarRespondiéndote: estamos arrojados a la poiesis, pero ésta consiste en la construcción de un marco donde escenificar los asuntos humanos, y en ese sentido es imprescindible. Pero no es la actividad política, que se da en su seno pero se articula en torno a categorías no "productivistas", no poiéticas.
No hay manera de dar su brazo a torcer...
Un abrazo
Lo que hay que pedirle a un diálogo honesto no es que nos ponga de acuerdo, sino algo mucho más importante: que ilumine nuestras diferencias. Comienzo a entenderlas.
EliminarA mi manera de ver lo político es aquello en lo que el hombre ya está. No construimos lo político, sino que lo político es lo que nos construye. Es en este sentido como Platón habla del poeta como "poietés" de segundo grado. Esto deja abierta la pregunta de quién es el poietés primordial. Nuestro dios -o nuestros dioses-, sin duda, porque a cambio de nuestra fe nos ofrecen un mundo. El mundo que vivimos es una poiesis. Después, en un segundo grado, estarán nuestros modos de habitarlo.
D. Gregorio: nunca me asombraré lo bastante de tu capacidad de asombrar y obligar a pensar lo que en principio permanece invisible. SI algo es ser filósofo, creo que te cuentas entre los pocos que conozco.
ResponderEliminarSuscribo totalmente tus palabras sobre el diálogo. No hay cosa más extraña que pedirle que tenga como fin el consenso, cuando podríamos decir que un diálogo genuino, como dices, tiene por objeto las diferencias. En cuanto a éstas, a mí me parece peligroso, y a menudo incluso terrorífico, pensar en el político como poietés, como artista lanzado a la obra de fundar, con la materia dúctil de los hombres, la "obra de arte total" que sería el Estado o la polis. Me parece que un principio radical de la política es que en su esfera no hay materia prima que moldear, y que los hombres no son una reserva disponible para los proyectos de la voluntad -como diría el viejo zorro de Heidegger-. Creo que esa visión faústica de la política es realmente amenazadora para cualquier comunidad, y que no hay nada peor para los hombres que alguien los tome como material perfectible al que, imprimiéndole la forma adecuada, es preciso modelar para que sea digno de uno u otro ideal. Me parece, y no sé si me equivoco, que este ideal de la política como actividad artística exige en último grado, y ante la manifiesta inadecuación del hombre con respecto a la idea que de él podamos predicar, ir más allá del hombre y postular como estación de término de la "creación" política la construcción de un "hombre nuevo", con la consiguiente condena a la superfluidad, si no al directo exterminio, de los hombres realmente existentes. ¿No es esa visión productivista de la política lo que llevó a la sanguinaria construcción del hombre nuevo comunista o de la nueva comunidad racial alemana que el mismo Heidegger, aunque con ciertos remilgos de intelectual, contribuyó a levantar? Y es que, de hecho, creo que Heidegger, aunque enemigo de la metafísica productivista, terminnó claudicando ante ella en el terreno de lo político, recurriendo a las metáforas de la obra de arte para representarse la comunidad política por levantar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarNo nos pongamos trágicos,amigo. Claro que hay una materia de la política: el recién nacido. Y claro que hay una forma política: aquel tipo de hombre que cada comunidad considera más valioso. Y claro que hay una posibilidad de conducir el primero las segundo: la educación -es decir, la orientación- de Eros. El filósofo verdadero -de esos que puede haber dos o tres en un siglo, si hay suerte- es teórico. Es decir, ha visto su forma y ha comprendido. Y en este sentido, tienen razón los clásicos, si el uso de la razón es lo propiamente humano, el filósofo es la culminación de lo humano.
ResponderEliminarDe hecho educar es domesticar, hacer a un recién nacido de nuestro domus. Este es un proceso complejo para el que nuestros padres sabían que el sentido común y la suerte (o la oración) eran esenciales.
Los proyectos de construir un hombre nuevo obedecen a otra lógica: al intento de introducir la ciencia (el materialismo científico, etc) en la conformación de lo humano. O sea: al intento de sustituir el sentido común y la suerte (y nuestros dioses) por un saber incuestionable.
Donde está el peligro está lo que salva. Así es. El caso más notable a este respecto es el de Heidegger.
Querido Gregorio, perdón, no quería ponerme trágico, y, por supuesto, no pienso que postules un maoísmo feroz o el nacionalsocialismo de la raza aria. Sé que tu posición es otra. Pero insisto en que tomar lo político como obra de arte exige la figura de un creador, y esto quiere decir que, en última instancia, el "material" humano ha de adecuarse al "eidos" contemplado por aquel, ya sea "por medio de la persuasión o por la fuerza", como decía el Sócrates de la República platónica.
EliminarSi hablamos en términos vagos o plurales, sé que, en efecto, podemos darnos como "productos" de la comunidad a la que pertenecemos. En eso estoy de acuerdo contigo. Estoy de acuerdo, entonces, en la apelación a la educación, al sentido común, a la oración. El problema, creo, es pensar que ese proceso que hace presente, que "crea" a alguien como miembro de una comunidad, pueda hacerse consciente, ordenado, metódico; pueda ser, digamos, un proyecto de la voluntad: el "intento de sustituir el sentido común y la suerte (y nuestros dioses) por un saber incuestionable". Pero, ¿no es el proyecto platónico algo así? La cuestión en la que a lo mejor divergemos es la elección de las metáforas, que tiene una importancia tremenda: creo que poner al político como artista y a la comunidad como obra de arte tiene que conducir a ese proyecto que señalas, de una manera u otra, ya que el artista, al hacerse responsable de la obra, tiene que acallar el azar, lo indeterminable y contingente y conseguir que la obra sea "su" obra. El problema no es que el recién nacido sea la materia de la política, el problema es que se convierta en el material con el que construir aquello que al artista, o a la comunidad de artistas, se le antoje.
Así como estamos de acuerdo en que el intelectual es generalmente un riesgo político de primer orden, creo que también lo es el artista: líbrenos Dios de políticos con veleidades intelectuales, pero también artísticas...
Un abrazo
1) La figura de un creador: Efectivamente, este es el papel del profeta y de todos los creadores de regímenes políticos.
Eliminar2) Claro que la materia ha de adecuarse al eidos. Para los que se resisten a la educación, tenemos reservadas las cárceles.
3) precisamente porque el político es el mayor artista, en la República hay tantas reticencias con los poetas.
4) Respecto al proyecto platónico, a mi modo de ver lo que nos muestra es la imposibilidad de salir de la caverna, porque la caverna es la vida política. Podría entenderse entonces que el proyecto platónico no es una utopía, sino una radical crítica a toda utopía.
5) Para entender un hombre no-político deberíamos imaginarnos un hombre completamente natural. Por supuesto deberíamos negarle no sólo el lenguaje, sino hasta la postura erecta. No existe el hombre no diseñado políticamente. Aunque existen los hombres mal diseñados... todos los estamos un poco... pero esto nos llevaría a Freud y sería ir demasiado lejos.
Gracias por tu atención a mis comentarios, Gregorio, aunque sigo tenazmente aferrado a mis errores... La tesis que estoy procurando escribir sobre Arendt, como gran parte de la filosofía de ésta, trata estos problemas: lo que ella denomina algo así como "the substitution of making for acting". SI hay algo que me interesa de todo ello es el intento de procurar comprender la política apartándose de las metáforas de la "poiesis" y, frente a la imagen de la política como "fabricación" de lo que sea, la habilitación de una idea de política entendida como "acción-praxis". Seguiré estudiando para comprenderlo lo mejor posible.
ResponderEliminarSupongo que ésta es una de las grandes diferencias entre Arendt y Strauss, ¿no? Anduve leyendo unos ensayos de Strauss y me dio la sensación de que, aunque no recuerdo que Arendt lo llegue a citar una sola vez, muchas de las cosas que se dedica a criticar van en uno u otro sentido dirigidas a su amigo Leo, ¿es posible? Sin duda hay algo clarísimo, y es que al platonismo político de uno, la otra contrapone la tarea de descubrir en la política una actividad radicalmente anti-platónica e imposible de comprender con las categorías filosóficas del ateniense.
Por cierto, me alegró mucho encontrar que, en la presentación de ese libro de Strauss realizada por un profesor de la UNED, tu libro "Erotismo y prudencia" aparecía como una de las obras de referencia bibliográfica indispensables, si no recuerdo mal la única escrita originalmente en español. Enhorabuena.
Un abrazo
Hay referencias de uno a otro en sus cartas. Arendt se refiere un par de veces a Strauss en sus cartas a Jaspers y Strauss a Arendt en sus cartas a Scholem.
ResponderEliminarMe imagino que Stalin te diría (y esto no es un argumento, sino una anécdota) que la "substitution of making for acting" era precisamente la tarea del marxismo.
Totalmente de acuerdo: para Arendt el marxismo es la culminación de la filosofía política en su sustitución de la política por la fabricación. En ese sentido, el mejor marxista ha sido, sin duda, Stalin.
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