Así, pues, un amante robot refuta al viejo Platón que defendía que Eros es "aoikos", sin techo, y que, en consecuencia, lo que el amante desea del amado es que éste permanezca sin cobijo. El cobijo del amor verdadero es un corazón autómata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.