... que en una ciudad gobernada por un cruel déspota vivía un hombre honesto, piadoso y asceta que, sintiéndose objeto de la ira del tirano, decidió exiliarse.
Como en aquella ciudad el miedo había convertido a los ciudadanos en delatores, pronto llegaron a oídos del tirano las intención del hombre honesto. Ordenó a sus guardias que de ningún modo le permitieran abandonar
la ciudad.
El hombre íntegro decidió entonces disfrazarse de vagabundo, y tocando un tambor se presentó en una de las puertas de la muralla, cantando como si estuviera borracho. Cuando el guardia le preguntó quién era, dijo que era el honesto y piadoso asceta que quería huir del poder del tirano.
El guardia lo dejó pasar sin creer lo que decía.
extraño cuento...
ResponderEliminarpronto, viendo como está el patio, podremos escapar todos.
¿Y qué queda entonces del honesto y piadoso asceta?
ResponderEliminarBe water, my friend (Leo Strauss)
ResponderEliminarmuy apropiado Don Gregorio, pero egoistamente espero que no sea el caso, sería doblegarse a la sinrazon, y a la sinrazon solo hay que doblegarse ante peligro de muerte, solo para seguir viviendo, solo para desenmascarar a la sinrazón, aunque sea desde el exilio, y en eso ya se tiene experiencia en la piel de toro. Ni en 24 horas ya ha empezado el proceso natural de la autofagotización.
ResponderEliminarY que fue del honesto ciudadano fuera de la ciudad, sin sus amigos, sus gentes, el azul del mar.....??? Siempre hay un tirano o tiranillo, pero que mas da, cuando uno se sabe conocedor de su honestidad?? Pelillos a la mar.......
ResponderEliminarY si esa no es la sabiduría, la sabiduría dónde está? Abrazos.
ResponderEliminarOs lo juro, era sólo un cuento de Alfarabi.
ResponderEliminarY, diciendo esto, ¿aclaro o confundo las cosas?