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jueves, 5 de noviembre de 2009

El hombre del multiforme

La vida, tan caprichosa ella, se ha empeñado en los últimas días en ilustrarme sobre Eugeni d'Ors.

Todo empezó el lunes de la semana pasada, cuando me compré un ensayo orsiano inédito que se acaba de publicar, La curiositat, con el que aparecí en la librería La Central el jueves, camino del Cincomonos. El Cutillas me lo vio y nos liamos a hablar del filósofo, recordando su aspiración a ser Goethe. Yo le conté unas cosas y él me contó que Franco le negó una visita que le había prometido y d'Ors, un poco despechado, comentaba así su frustración: "Es posible que yo no sea Goethe, pero él tampoco es Napoleón". Recordemos que en 1791* Napoleón recibió a Goethe en Erfurt con estas palabras: "¡He aquí un hombre!"

El martes 3 me enteré, gracias a una conversación cruzada en las puertas del IESE, que lo del desplante franquista sucedió en Pamplona, a donde había llegado d'Ors, procedente de París, a mediados de 1937. Aquí, en Pamplona, empezó a publicar su Glosario en el Arriba España. Así que durante unos meses fue el Goethe de Iruña. Me aseguraron también que sus palabras exactas fueron: "Es posible que yo no sea Goethe... Pero, 'recollons', tampoco él es Napoleón".

Una de las primeras cosas que hizo d'Ors en Pamplona fue afiliarse a la Falange siguiendo el ritual de la vela de armas, en la iglesia de san Agustín. Junto a él pasaron la noche en vela Laín, Torrente, Rosales y Ridruejo. Si lo que pretendía era elevar la anécdota a categoría, no hay duda de que puso su empeño en ello.

Esta mañana ha caído en mis manos por pura casualidad un viejo artículo de Francisco Umbral en el que cuenta que d'Ors deseaba que su gran frase a la hora de su muerte fuese: "¡Ay, que me desgloso!".

Cuenta también Umbral que cuando finalmente pudo visitar a Franco, no en Pamplona, sino en Salamanca, se mandó hacer "un uniforme heterodoxo y como churrigueresco, pero en heroico", porque, según se justificó ante los escandalizados falangistas, "me gustan los uniformes siempre que sean multiformes".

* Ver comentarios.

Nota: ¡Vaya por Dios! Hoy, día 6, me han asegurado en Gurb, cerca de Vic, que la ciudad protagonista del encuentro fallido entre el filósofo y el dictador no fue Pamplona, sino Sevilla.


11 comentarios:

  1. La visita a Goethe fue en 1808.

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  3. Tiene usted toda la razón del mundo, don Napeleón Lasagabaster. ¿Por qué demonios he escrito una fecha como esa?
    Le agradezco su capote y dejemos establecida la fecha exacta: el 2 de octubre de 1808.
    Pido a los cafeteros si no completa clemencia, al menos un poco de indulgencia. Para merecerla hay barra libre para todos.

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  4. Me explico a mí mismo: He escrito este apunte inmediatamente después de haber escrito en otro lugar lo siguiente: "La flauta màgica es va estrenar a Viena el 1791. Disset anys després, a Erfurt, Napoleó rebia a Goethe amb aquestes paraules: “Voilá un home!” (Ves aquí un home!)".

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  5. Su Excelencia no sería Napoleón, pero a Su Excelencia no le expulsaron de España.

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  6. Historias, diría la tía Eulogia, para contar a la hora del té. Muy buena!!! Abrazos.

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  7. El lunes le comento a Xavier Pla quién es el que se ha hecho con 'el' ejemplar. Estará contento. Es un hombre muy curioso, como d'Ors, aunque no creo que nunca llegue a plantearse el velar armar para ingresar en Falange. De todos modos, nunca se sabe... La curiosidad, no pocas veces, se encuentra detrás de decisiones (aparentemente) atrabiliarias.

    Feliz domingo.

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  8. Su Excelencia tenía una foto de Hitler en su despacho antes de que éste perdiera la guerra. ¡Y qué poca indulgencia con el iluso Heidegger!

    (A su dizque-Excelencia Sanjurjo sí que lo expulsaron, por vía aérea.)

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  9. ¿Usted cree que yo soy indulgente con Su Excelencia, Napoleón? ¿Es, acaso, de esos que sólo son capaces de meterse con el servicio? ¿De esos que no son capaces de proferir frases como, "Su Excelencia es imbécil"?
    Eso -sépalo usted- es muy propio de lo que se ha venido llamando "franquismo sociológico".

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  10. Si llamo a alguien Su Excelencia, de suyo, no puedo llamarle imbécil...

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