domingo, 15 de junio de 2014

Selectividad. Presente y futuro

Artículo de hoy en El Periódico de Cataluña:


De acuerdo con las previsiones de la LOMCE, en el curso 2015-16 se reformará primero de bachillerato; en el 2016-17, segundo y el 2018 entrará en vigor la nueva selectividad. Está bien que se cambie… porque desde hace algún tiempo no entendemos muy bien cuál es exactamente el objetivo de la actual. No parece eficaz para evaluar con finura ni a los centros ni a los alumnos. 
Hay centros mediocres que inflan las notas de los expedientes (que aportan el 60% de la nota final). De esta manera sus alumnos pueden superar a los de un centro que haga sudar a los suyos el aprobado. Esto es importante porque un alumno tiene que poner mucho, mucho empeño para suspender la selectividad actual, con lo cual el aprobado sirve para poco. “Con un 5 tengo suficiente, quiero hacer magisterio”, decía un joven de Lleida sin sentido del ridículo. Por otra parte parece que sólo uno de cada cuatro sabe exactamente, al comenzar la selectividad, qué carrera quiere hacer y por qué.

Se ha impuesto la idea de hacer dos evaluaciones al final del bachillerato. Una sería general y tendría por objetivo evaluar a los centros a través de los conocimientos de los alumnos y otra, más técnica, dependiente de las universidades, evaluaría las competencias pertinentes de los candidatos a cada carrera. Las universidades catalanas se han puesto de acuerdo para hacer conjuntamente la prueba que les corresponde. En la actual situación no ven con muchas alegrías las dificultades logísticas y presupuestarias que supondría para cada una hacer sus propias pruebas. A ver si se ponen de acuerdo también para adaptar los grados y masters al modelo europeo

Respecto a los resultados de la selectividad, parece claro que, con alguna excepción notable, las mejores notas corresponden a los centros de las zonas con mayor renta; pero si valorásemos el valor docente añadido, es decir, lo que aporta cada centro a la formación de sus alumnos, los primeros puestos estarían copados por centros públicos. ¿La autonomía de los centros modificará este hecho? No lo sé, pero parece que vamos hacia un sistema escolar que concederá cada vez más autonomía a los centros a cambio de exigirles unos mínimos al final de la escolarización. Este sistema está dando buenos resultados en otros países.  En estos países, por cierto, los alumnos suelen presentarse muy bien vestidos a la selectividad. A algunos de los nuestros sólo les falta la toalla para completar su aspecto playero. En sintonía con su alegre informalidad, los correctores suelen ser muy, muy generosos con sus faltas de ortografía.

Para poder evaluar de manera coherente a todos los centros, todos ellos deberían compartir un tronco común de conocimientos y competencias. Y aquí es donde tenemos nuestro campo de batalla. No sólo nosotros, por cierto. Alain Bossinot, encargado de reformar los programas escolares franceses, acaba de tirar la toalla al constatar que es precisamente en esta cuestión donde cristalizan con más virulencia todas nuestras oposiciones educativas.

3 comentarios:

  1. El tema de la diferencia entre media en el expediente y media en la Selectividad es algo que las nuevas reformas no van a solucionar, porque no es un problema técnico sino político. Hace algunos años se propuso reescalar la media del expediente de cada centro (asumiendo, creo que con razón, que tales notas no están en la misma escala, es decir, que un seis de media en los centros A y B no significa que ambos centros tengan un mismo nivel) basándose en la media de selectividad de ese centro. Sin entrar en honduras, si un centro lleva a los alumnos con un siete de media, y estos alumnos obtienen un seis en Selectividad, los alumnos pasan a tener como nota de expediente un seis, y a partir de ahí se reescala para cada alumno. Era una propuesta interesante no sólo técnicamente, sino porque eliminaba muchas de las trampas habituales de los centros.

    Hace años hice un estudio sobre la Selectividad en los centros adscritos a la UCM: sólo uno obtenía más nota de expediente que de selectividad, frente a más de 200 que hinchaban la nota (por lo tanto, los alumnos del centro "honrado" eran sistemáticamente perjudicados: qué raro en nuestro país); además, los que hinchaban la nota menos de un punto eran menos de la mitad, la mayoría la engordaba entre uno y dos puntos, y todavía había alguno que llegaba a diferencias de tres; los públicos hinchaban la nota algo más que los privados/concertados. Lo peor era la constatación de que la pública presentaba sustancialmente a menos alumnos a Selectividad que la privada/concertada, basándome en los alumnos que tenían en la ESO.

    Mientras no se reduzca el peso del expediente o exista un control más directo sobre las notas de los centros, el problema persistirá. Por cierto, el artículo de la propuesta (es algo durillo para no iniciados en la secta metodológica) es el siguiente:

    http://www.revistaeducacion.mec.es/re337/re337_17.pdf

    Por cierto, que hoy habría cumplido Julián Marías cien años. Qué poco se lo ha recordado.

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    1. José Manuel: Yo propuse aquí hace algún tiempo esa misma idea, que se hiciese un estudio para ver qué relación existía entre la media de expediente y la de selectividad. Me dijeron que la idea era interesante. Y hasta ahora. Efectivamente, en este país nuestro en el que todo el mundo se escandaliza de la corrupción ajena, pasamos tan felices por entre la corrupción cotidiana, que a mi parecer es la más escandalosa. En este caso se juega con el futuro de los estudiantes de centros honestos.
      El problema, además, es que los centros honestos, saben que no pueden inflar notas sin perder su credibilidad delante de los alumnos. Mientras que los deshonestos no pueden dejar de inflarlas... so pena de hundirse en la miseria.
      Respecto a Marías, tienes razón. Y en lo que a mi corresponde, ahora mismo corro a poner remedio.
      Un abrazo.

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    2. Se me olvidó decir que pedí los datos de Cataluña (como de otros muchos sitios), pero no me los dieron. El centro que no infla las notas tiene que hacer frente también a la presión de los padres, que ven injusto (no sin cierta razón) lo que hace el centro. Lo que no tenían en cuenta es que esa honradez era básica para ser un buen centro.

      Sobre Marías ha hecho Pseudópodo una breve recopilación de lo aparecido hoy.

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