Buscar este blog

sábado, 4 de enero de 2025

La prosa de los días laborables

 I

Llega un momento en que, por mucho que te guste la Navidad, pesa. Se añoran entonces las comidas frugales y las rutinas habituales. Por eso me pregunto si la finalidad de la Navidad no será poner en valor la prosa de los días laborables.

II

Tarde de compras en una gran superficie. Agotadora. Los hombres, al menos los de mi edad, no estamos programados para eso. Lo comprobamos cuando se cruzan nuestras miradas y sin decirnos nada notamos la inconfundible empatía.

III

Sueño extraño. Estaba en Pamplona y era más joven. Tan joven que eran los tiempos en los que quedábamos para estudiar en el bar Niza. Estudiábamos poco, pero, ciertamente, quedábamos para estudiar. Era consciente de que se me estaba haciendo tarde y de que me quedaría sin autobús para ir a algún sitio, no sé el cual, al que era imprescindible ir. Pero algo me retenía en la mesa del Niza, no sé si la compañía o mis apuntes. Entonces me veo a mí mismo pasar al otro lado de las ventanas del bar. Intento decirme que me dé prisa, pero no hay manera de decirme algo a mí mismo. No me puedo oír.

IV

Cada año hay algún psicólogo progre que arremete contra los Reyes Magos porque dice que con ellos engañamos a los niños. ¿No debiera, entonces, arremeter contra la inmensa mayoría de la literatura infantil?

jueves, 2 de enero de 2025

¡A por la quinta!

 


Sólo el Tíber quedó

 I

Aquí estamos, entrados ya en un año nuevo, el 2025.

II

Esto de medir el tiempo es una manera de disfrazar la ferocidad del tiempo, su hambre insaciable, que todo lo devora, especialmente a sus hijos. 

III

Cada año más es un año menos.

IV

Volviendo muy atrás, a mi infancia: recuerdo la primera vez que calculé los años que tendría cuando llegase el año 2000. Estaba en la cama. Era una mañana muy fría, quizás de enero. Me parecieron muchísimos, pero el 2.000 estaba tan lejos que no había que preocuparse por ello.

V

Ahora me pregunto dónde se han metido los años intermedios, los que transcurrieron entre aquel niño que imaginaba el tiempo y este que lo recuerda. ¿Qué pasó en 1986? ¿Y en el 2007? ¿Existió el 2013? ¿No se nos olvidó de contabilizar el 1994?

VI

Lasa horas pueden ser largas, pero los años, vuelan.

VII

Dicen que Satán está condenado a intentar retener el tiempo, encerrarlo en una jaula. Pero el tiempo pasa y sólo él y Dios permanecen. Satán no puede escuchar el sonido de una flauta sin ponerse a llorar. ¿Y Dios, para el que el tiempo es un eterno presente, podrá escuchar a Mozart?

VIII

Cedo el paso a nuestro mejor pensador del tiempo, Quevedo:

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas,
y tumba de sí propio el Aventino.

Yace, donde reinaba el Palatino;
y limadas del tiempo las medallas,
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades, que blasón latino.

Solo el Tíber quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

 

La prosa de los días laborables

 I Llega un momento en que, por mucho que te guste la Navidad, pesa. Se añoran entonces las comidas frugales y las rutinas habituales. Por e...