El Fedón de Platón y la Primera epístola de Juan tienen algo muy relevante en común: la convicción de que la misología y la misantropía son dos caras de la misma moneda. Donde se da la una, se da la otra.
Ese prefijo "mis-" puede traducirse por repugnancia, enemistad u odio. La misología es, pues, la repugnancia (enemistad u odio) al lenguaje (y al razonamiento, pues el "logos" griego tiene este doble significado). Su contrario es la filología, que es apetito (amistad o amor) al lenguaje (y al razonamiento).
La misantropía es, pues, la repugnancia (enemistad u odio) hacia el hombre. Su contrario es la filantropía.
En definitiva, los tiempos de pensamiento débil son también tiempos de fidelidades líquidas.
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