Ayer, por segunda vez en mi vida, fui invitado a comer al Palacio Real de Madrid. Y, por supuesto, fui. Viniendo de quien venía, recibir la invitación es un honor y responderla afirmativamente, un deber. Cogí un AVE temprano para husmear un poco en una de mis librerías de viejo preferidas de Madrid y salí de allí con una joya a muy buen precio, "L'angoisse de Pascal", de Maurice Barrès (1923), y una estatuilla del Quijote. El día fue largo y memorable. A Madrid ha llegado la primavera.
Hoy publico en The Objective La esperanza del Mesías.
Supongo que afortunadamente las leyes emanan de la gobernanza y la experticia, pero las clases las siguen dando los maestros, colectivo que tiende a seguir a machamartillo la primera de las de Newton.
ResponderEliminarLo que cuenta en los últimos párrafos del artículo de The Objective es simplemente horrible, y creo que sólo el contarlo ya es una importante labor social, porque la mayoría de la gente simplemente ignora la magnitud de la locura.
ResponderEliminarY aunque creo que no obtendré respuesta por aquello de la discreción obligada, de qué librería estamos hablando, cerca de las Salesas, tal vez...
ResponderEliminarExactamente. Calle Lope de Vega.
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