A veces se necesita la contundencia de un enemigo para saber quiénes somos y, sobre todo, quiénes tenemos que ser. La mirada de enemistad, como la mirada erótica, tiene la capacidad de dotarnos de una figura concreta. Son acicates del autoconocimiento, porque nos fuerzan a preguntarnos qué tengo yo que me hace objeto de semejante mirada.
En ambos casos me pregunto también qué tengo en mí para corresponder a quien me mira y, sobre todo, qué debo tener para o merecer el amor o protegerme contra la enemistad.
Sí, efectivamente, estoy pensando en la Unión Europea, Ucrania y Rusia.
Te leo gracias por ser y estar
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