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miércoles, 31 de marzo de 2021

El único socialismo que convence

Mañana primaveral, pero primaveral de catálogo, de las que apetece salir de casa temprano para llenarse los pulmones con el aire nuevo del mundo. La primavera es una promesa que se cumple con cada mañana como esta. El sol calienta a fuego lento y es una delicia cerrar los ojos y dejarse cocinar mientras los pensamientos se pierden por vaguedades.

Me ha soprendido la repercusión del artículo de ayer en El Mundo. Por supuesto, no escribo para pasar desapercibido, pero los comentarios agradables sientan de maravilla. Me ha quedado el ego de lo más satisfecho y no me cuesta admitir esa satisfacción porque sé muy bien que todo lo que aparece en la prensa es efímero, volátil y, en el fondo, sin sustancia. La prensa es el espectáculo de la caducidad instantánea de lo nuevo. La prensa es socialdemócrata en su esencia.

Me he pasado un  buen rato dándole vueltas al artículo que tenía que enviar para el Subjetivo de mañana. Quería que tuviese algo que ver con la Semana Santa, pero no de manera explícita, sino como una insinuación que diera un poco que pensar. Me he decidido por escribir sobre el filósofo Paul Ludwig Landsberg y, como suele ocurrir, lo primero que he hecho ha sido ponerle el título: "Jueves Santo en Oranienburg". Si el título funciona, el texto también funcionará.

He de reconocer que el Diario íntimo de Ruano se me está haciendo bola. Lo comencé con voracidad, pero me estoy cansando de masticar. Llevo 460 páginas y no he llegado a la mitad. Estoy acostumbrado a que 50 páginas equivalgan casi a medio libro y aquí con 50 páginas no se adelanta nada. Es verdad que de vez en cuando uno se encuentra con perlas que compensan la marcha lenta, porque a Ruano el oficio no le falta. Por ejemplo, hablando de una joven, La Eléctrica, añade que era amiga "de la pobre Fe la Romántica, con quien viví un episodio intrascendente en cuya acuarela desvaída lo más bonito es el marco". A veces me encuentro con sopresas inesperadas, como esta que sigue, que no deja de ser una confirmación de lo que ayer recogía de Elisabeth Loftus y el poder creador de la memoria: "Estamos ante una exaltación permanente del fraude, ante un recuerdo falso fundado en el sentimiento". Hay, por supuesto, muchas más cosas a resaltar, pero basta por hoy de Ruano.

He pasado la mañana en el Petit Café de la plaza de Ocata e incluso he comido allí. Hoy ha sido uno de esos días en los que no oigo nada -tengo una sordera caprichosa, que va y viene a su aire- y me he limitado a asentir a los que se han acercado a mi mesa a contarme no sé qué cosas. A veces noto en su cara un ligero gesto de sorpresa porque no se esperan mi asentimiento. Pero la gente no por ello deja de hablar. Yo miro de reojo a Ruano pensando que ya podría llevar leídas 10 páginas más.

Después de comer he dado un paseo por la playa para acabar de perfilar el artículo del Subjetivo y le he mandado una foto a B., como respuesta a la que ayer me envió ella de la parisina Place des Vosges. En París tendrán muchas cosas, pero no tienen playa.

Esta tarde a las 6 he ido al ayuntamiento, que el alcalde del pueblo quería hablar conmigo y contarme sus proyectos, cosa que le agradezco sinceramente. A las 9:30 vuelve de Plamplona mi agente provocador.

Tarde primaveral. Plácida y relajante. La gente camina sin prisas y todo el mundo parece satisfecho. La primavera es el único socialismo que convence. 

martes, 30 de marzo de 2021

Un día movido

Cuando me levanto, lo primero que hago es echar una mirada a las revistas a las que estoy suscrito por internet. Hoy he leído con el mayor interés un artículo de The New Yorker sobre la psicóloga Elisabeth Loftus, profesora de la Universidad de California en Irvine. Sus estudios han desmontado completamente la visión de la memoria como un fichero o un archivo donde se recogen pasivamente eventos pasados. Según Loftus, estamos constantemente reconstruyendo nuestros recuerdos. Ya había leído su tesis de que cada recuerdo es, de hecho, una nueva rememoración, pero este artículo va más allá y diluye las fronteras entre la imaginación reproductiva y la creativa. “Nuestra representación del pasado -dice- es viva y cambiante. No es fija e inmutable. Es como un ser vivo que cambia de forma, se expande, se encoge y se expande nuevamente. Es una criatura parecida a una ameba". Cada vez que recordamos algo lo asociamos a alguna de las circunstancias del presente que han impùlsado la rememoración y esta asociación puede distorsionar el recuerdo. Siguiendo esta tesis, Loftus ha conseguido implantar en la memoria de ciertos sujetos recuerdos falsos. En general, cuanto más emotivo sea un recuerdo, menos garantías tenemos de que se trate de un recuerdo auténtico.

Tras leer el artículo y tomar algunas notas me he metido en la ducha y justo cuando estaba enjabonado, ha sonado el timbre. He intentado aclararme y secarme rápido. He salido lo más deprisa que he podido, me he resbalado en el pasillo y he caído de espaldad de una manera tan contundent que en un primer momento he sentido que algo de mi interior se había desencajado. Poco a poco me he ido recomponiendo, pero cuando he mirado por la ventana, ya no había nadie en la puerta de casa. Al escribir esto, a las 19:00 siento molestias en la espalda, pero no parece nada grave.

Hoy ha aparecido en El Mundo este artículo mío sobre nuestra última ley educativa. He intentado ser contundente porque estoy convencido de que lo que hay en juego es de la mayor importancia, especialmente para los niños culturalmente pobres.

He tomado un café en la Plaza de Ocata y he subido al cercanías, porque tenía comida con un buen amigo, el editor Jordi Nadal, en un buen restaurante de la parte alta de Barcelona, El Trapío. Hemos hablado de mil cosas, hasta de Severo Catalina, hemos reído mucho, hemos comido y bebido bien y me he despedido aceptando el encargo de escribir una cosa sobre Balmes. En su momento daré más información. He ido andando al restaurante desde la Plaza de Cataluña y he vuelto de la misma manera. Unos 10 quilómetros en total. El regreso tenía la ventaja de ser cuesta abajo, pero el inconveniente de que, como suele hacer cada vez que nos vemos, Jordi me ha cargado de libros de Alfabeto y de Plataforma. Entre ellos, dos libros de citas, uno de Valentí Puig y otro de Charles De Gaulle; la biografía de Hannah Arendt de Anne C. Heller y Hay cosas más importantes que salvar el mundo, de Benjamin Ferencz.

En el tren, abarrotado, y con gente que respetaba muy poco las normas más elementales de higiene, un violinista de unos setenta años, me ha sorendido intepretando soberbiamente el vals número 2 de Shostakovich. Le he dado dos euros. "¡Por Shosta!", le he dicho. Me ha mirado fijamente, con unos ojos enormes, ha sonreído y ha murmurado "Ah... Shosta...". No era español. ¿Eslavo, quizás?

Al llegar a casa me esperaban dos libros más que los mnsajeros le han dejado a mi vecino, No me tapes el sol, que me envía su autor, Eduardo Infante, que se está mostrando como un fenomenal divulgador de la filosofía, y la sorpresa agradabilísima de la primera novela de Borja Vaz, Viajeros en un mar de nubes. Mantengo una casi íntima complicidad con Borja desde que ambos defendimos en un ambiente un tanto hostil los videojuegos en un congreso de periodismo cultural celebrado en Sanander.
 

lunes, 29 de marzo de 2021

Conservadurismo y cuestión social

Debate telemático en el Instituto Juan de Mariana con Miguel Ángel Quintana Paz. Hablamos sobre el conservadurismo. Nos hemos entendido bien porque nuestras posiciones son complementarias. He insistido en resaltar la dimensión social del conservadurismo, como bien ponen de maniofiesto los siguientes hechos:
 
El primer político que en España se plantea un “giro social” es Cánovas. A él se deben los primeros proyectos sobre descanso dominical y protección de mujeres y niños.

Las primeras leyes laborales son de Dato: La ley de accidentes laborales de 1900. Dato creó también el Ministerio de Trabajo (1920) y tuvo una intervención decisiva en la creación del Instituto Nacional de Previsión, que presidió entre 1909 y 1913. Fue también el inspirador de la ley que, tras su asesinato, presentó el Ministro de Trabajo, el navarro Eduardo Sanz Escartín, que permitía expropiar las tierras abandonadas o mal explotadas. 

Sanz Escartín, por cierto, es el autor de la trilogía La cuestión económica (1889), El Estado y la reforma social (1892) y El individuo y la reforma social (1896). 

En 1904 Severo Catalina publica La mujer. Apuntes para un libro, defendiendo la necesidad de la educación de la mujer. 

Cuando el maurista Augusto González Besada presentó un proyecto tributario sobre la renta que gravaba las fortunas que se hicieron durante la Primera Guerra Mundial, con el argumento de que habían sido posibles gracias a la neutralidad de España, hubo liberales que lo acusaron de estar imitando a Lenin, mientras que El Debate (18-10-1918) decía: “A nosotros nos parece bien”.  

Azcárate se lamentaba de que, tras los sucesos de 1909, Maura dejara la presidencia del gobierno, porque, según decía, “jamás” el Instituto de Reformas Sociales había estado tan asistido por gobierno alguno como lo estuvo durante el gobierno de Maura. Jamás -añadía- la inspección de trabajo había aplicado mejor su misión. Algún autor ha llegado incluso a calificar 1908 como “el año de oro de la legislación laboral en España.”

Maura creó la legislación electoral de la que vivió buena parte del siglo XX; acometió la reforma de la administración local; reprimió la usura y el pago de salarios en especie; aprobó la ley de huelgas defendiendo el derecho inalienable del obrero a su trabajo; suprimió la publicidad de las ejecuciones y los llamados “fondos de reptiles”.

Gil Robles proclámó en una alocución electoral radiada de 1933: “Las derechas, si son fieles a su doctrina, han de realizar una política intensamente obrerista, para las clases trabajadoras”. Este mismo año, en las Cortes, dijo: “Una sociedad que se llama civilizada, una sociedad que se llama cristiana, no puede ver con indiferencia que, según las estadísticas, hay en España 650.000 hombres que no tienen que comer. Para remediarlo, lo que sea necesario: seguros sociales, obras públicas, trabajos extraordinarios: lo que sea preciso, señor presidente. ¿Dinero? A buscarlo donde lo haya, con reformas fiscales todo lo avanzadas que sean menester, porque con el hambre de los hombres, de una vez hay que acabar”. 

Solé Turá, ponente constitucional que representaba al PCE-PSUC reconoció que él no se hubiese atrevido a proponer en la ponencia constitucional lo que Licinio de la Fuente - AP- propuso: el artículo 129.2: “Los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán, mediante una legislación adecuada, las sociedades cooperativas. También establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción".

Mañanicas

Estoy solo en casa, de Rodríguez, y, como me suele ocurrir, no sé estar en casa en estas condiciones. Sin ella aquí no hay soledad, sino vacío. Así que para leer bien, es decir, concentrado, sin distracciones (¡hay que ver lo que puede distraer una ausencia!), tengo que salir de casa y bajar  a la plaza de Ocata. Suelo hacerlo en torno a las 11 y espero el momento como uno de los mejores del día. Mi mesa al sol, que por estas fechas cobija más que molesta, la taza de café con leche, el lápiz, el libro y el resto de la mañana por delante. Incluso me quedo a comer aquí, sin levantarme del sitio.

Por cierto, a Ruano le estoy descubriendo los puntos flacos. En el Quadern gris no hay ni un párrafo de compromiso o relleno. En los diarios de Ruano sí. Y a medida que voy avanzando, me encuentro con más. Aún me quedan 700 páginas.

domingo, 28 de marzo de 2021

La vida de los otros

Voy leyendo a la par el Diario Íntimo de González-Ruano, comprado en una librería de viejo de Pamplona, y la Vida de Juan Valera de Carmen Bravo-Villasante, adquirida en la madrileña Cuesta de Moyano, que aún sigue viva, aunque claramente empobrecida, a la sombra de la estatua impasible de don Pío. Me interesa mucho la frondosa figura de Valera, pero Bravo-Villasante no sabe ofrecernos la intensidad contradictoria de su vida. El genio se le escabulle de entre las manos y el lector va pensando a cada párrafo que el genuino Juan Valera no está ahí. Tampoco está ahí esa riquísima vida decimonónica que giraba a su alrededor. Por este motivo, creo, necesito compaginar esta lectura bienintencionda y por eso mismo fallida, con la de González-Ruano, donde el autor, camaleónico, perverso, fuerte y frágil al mismo tiempo, está, si no detalladamente autorretratado, sí vivamente insinuado en cada entrada. Digamos que orienta bien la imaginación del lector. La buena literatura no tiene mucho que ver con las buenas intenciones. A veces te encuentras con escritores que parecen estar golpeando la roca de la que mana una débil fuente para incrementar su caudal de palabras, mientras que otros no tienen que preocuparse por el caudal, siempre abundante, sino por su encauzamiento. Estos últimos, dotados generosamente por las musas, pueden ser perversos, pero saben decirnos con las palabras precisas cosas que nos pasan a nosotros y que sin su ayuda no sabríamos nombrar. Quizás hay que ser algo perverso -como un alumno de Sócrates- para atreverse a mirar a la propia alma cara a cara, con desparpajo.
 
Hoy he encargado las Memorias de Ruano. A una librería de viejo, por supuesto.

viernes, 26 de marzo de 2021

González-Ruano

 

Me compré recientemente en una librería de viejo de Pamplona el Diario íntimo de González-Ruano, 1.161 páginas de festín de palabras. Nada más abrirlo uno se encuentra con la literatura. El escritor de raza rezuma literatura y da igual de lo que escriba, siempre va dejando huellas de originalidad con el surco de su trazo y una sorpresa genuina en el lector que va pasando goloso las páginas. Claro que leer a un escritor de raza es comprobar el pobre mendicante que es uno cuando se pone a hacer de escribidor. La mirada del escritor que merece este nombre siempre le abre al lector perspectivas inéditas sobre el mundo, nunca le ofrece abalorios.

jueves, 25 de marzo de 2021

Viaje a Madrid

He pasado dos días luminosos e intensos en Madrid. La ciudad parecía emerger radiante al sol de primavera y ese cielo de Madrid, tantas veces y tan justamente loado, se mostraba a la altura de su fama. He hecho muchas cosas; he hablado con mucha gente, he concretado nuevos proyectos, se han esbozado nuevos viajes, he conocido a gente interesante... he cenado los mejores huevos revueltos con jamón de mi vida y he andado mucho por una ciudad tranquila y con las terrazas repletas de clientes voraces de vida. Aquí me siento cada vez mejor acogido. Viajo bastante a esta ciudad y siempre vuelvo con la sensación de que se me ha abierto una nueva puerta. El mes que viene regreso para una conferencia y en mayo pasaré aquí una semana, porque he agrupado la presentación de un libro, un par de conferencias y varios encuentros, comidas y reuniones.

En el AVE de regreso constataba que cada vez hago menos cosas en Cataluña. No es porque yo no quiera. Tampoco parece que sea algo coyuntural. Por alguna razón, mis ideas tienen mejor acogida fuera del Principado. Por ejemplo, apenas hablo con periodistas catalanes, mientros que tengo muy buenas relaciones con periodistas de los diarios de Madrid, Valladolid, País Vasco, Andalucía... En los últimos meses he tenido reuniones con varios consejeros de educación. Con el consejero de educación de Cataluña no he hablado ni una vez. Añado que la editorial con la que he publicado la mayoría de mis últimos libros se ha trasladado a Madrid y una editorial de esta ciudad, con la que tengo intención de colaborar en varios proyectos, publicará una amplía selección de mis artículos en El Subjetivo. No quiero apresurarme a sacar consecuecias, pero siempre he defendido que hay que seguir a la vida por donde ella te lleve.

domingo, 21 de marzo de 2021

miércoles, 17 de marzo de 2021

Libertad y orientación

 El martes 23 de marzo a las 18:00 en la Fundación Botín: 


 Defenderé esta tesis: El hombre libre, cuando fracasa, no le echa las culpas a nadie.

PARA APUNTARSE: AQUÍ

jueves, 11 de marzo de 2021

¿Qué ha cambiado para siempre?

Me preguntaron en Política Exterior qué había cambiado con la pandemia para siempre. Esta fue mi respuesta:

El escritor francés Armand Gatti hizo un viaje a Pekín, junto a un grupo de intelectuales europeos maoístas, a finales de los años sesenta del siglo pasado. Todos fueron recibidos por el Gran Timonel, Mao Zedong, que les autorizó a hacerle preguntas. Gatti se interesó por el futuro. ¿Cómo veía el gran líder el porvenir? Mao metió su mano en un bolsillo, sacó una carpeta, buscó una hoja en blanco, la arrancó y se la entregó.

Quizás Mao estaba queriendo decir a Gatti lo que Napoleón le dijo a Goethe en Erfurt: “¿Para qué queremos ahora el destino? ¡La política es nuestro destino!”.

Pero resulta que no. La política puede creerse soberana mientras la naturaleza permanece dormida, pero cuando a esta le da por sublevarse, es ella la que decreta los estados de excepción. La naturaleza nos dice su verdad inapelable con frecuencia, pero, por naturaleza, la política tiene los oídos taponados de ideología. El insigne Herr Professor Gottlieb Erlöser Panaceo nos lo advirtió en su obra Del cuádruple principio de la insuficiencia de la razón.

Con lo difícil que es adivinar el pasado (como bien saben los historiadores) y nos ponemos a adivinar el futuro. Hay, sin embargo, una razón poderosa para ello: los hombres somos seres futurizadores. Por eso jugamos a predecir las consecuencias de hechos cuya llegada fuimos incapaces de imaginar, como la pandemia de la Covid. En mi humilde opinión, estos tiempos de pandemia nos han dejado dos enseñanzas claras.

La primera es que la moral kantiana está bien para los tiempos en los que la naturaleza calla, pero cuando grita, descubrimos que el principio categórico que nos exige tratar a todo hombre como un fin y no como un medio está por encima de nuestras posibilidades. Así que recurrimos a la moral de urgencia del utilitarismo. Es lo que hemos hecho sin debate, como si no quisiéramos enfrentarnos al hecho de que la moral utilitarista es una moral sacrificial: nos dice a quien hay que sacrificar sin crearnos problemas de conciencia. ¿Recuerdan lo ocurrido en la primera ola con los ancianos?

La segunda enseñanza es el olvido inmediato de la primera.

Volvamos a Gatti. Durante meses, conservó aquella hoja en blanco como una reliquia dialéctica entre las páginas de un libro. Un día sus hijos sacaron el libro de la estantería, encontraron la hoja y la llenaron de garabatos indescifrables.

sábado, 6 de marzo de 2021

Temperamento

"A menudo, en el vasto cementerio nacional, que llenaron las epidemias y las pestes, ya desterradas de todo el globo por los progresos de la cultura, no hubo sobre tanto duelo, al borde de las fosas abiertas, sobre los montones de cadáveres, más piadoso responso que la mueca burlona de un pícaro".

Álvaro de Albornoz, El temperamento español, 1921.

No es justo don Álvaro con la realidad española de la época, pero sentimos en ese regusto esteticista de la frase retórica que se retuerce melancólicamente sobre sí misma, algo propio de ese temperamento español que el ilustre escritor andaba buscando fuera de sí.

Pueblo

 El pueblo siempre está ausente.

miércoles, 3 de marzo de 2021

Lo que se le puede pedir racionalmente a la escuela

Me escribe G.R.A., un joven chileno que está estudiando en una universidad mexicana preguntándome sobre los beneficios reales de la educación.

"En particular", me dice, "me ha interesado explorar los límites morales y prácticos que (imagino) debieran existir y servir para morigerar las expectativas de cambio social que típicamente se atribuye a la escuela desde la cultura occidenta".

"La inquietud de fondo", añade más adelante, "está en cuestionar el arraigo de la idea de que el cambio social y cultural deba provenir principalmente de las instituciones educativas, cuando ciertamente no son estas las únicas en tener esa oportunidad"

Le he contestado lo siguiente: 

Querido amigo,

La cuestión que plantea usted es de la mayor relevancia y, sin embargo, por paradójico que parezca, ha merecido muy poco interés. ¿Qué es lo que podemos esperar racionalmente de la escuela?

 

En frase atribuida a Victor Hugo (yo tengo mis dudas sobre su autoría) se sostiene enfáticamente que “cada escuela que se abre es una cárcel que se cierra”. Obviament no es cierto. En absoluto. Recuerde usted que el pueblo más culto de Europa a comienzos del siglo XX era el alemán y, sin embargo, la patria del idealismo se rindió incondicionalmente al bárbaro de Hitler (para desesperación de Dewey, por cierto).

 

Respondía a esta tesis optimista un escritor español, Felipe Trigo, en un librito titulado Socialismo individualista (1912) de esta forma: “La instrucción, aumentada en toda Europa, ha conseguido nada más cambiar la proporción de criminales instruidos, sin alterar la cifra de delincuentes. Bien sé yo esto. De ahí que igual me abstenga de gritar con los ilusos que cierra una prisión cada escuela que se abre”.

 

El idealismo pedagógico de la escuela republicana francesa (véanse los escritos de Cousin) nunca se vio correspondidos por la realidad. Los pueblos no aprenden moderación, ni adquieren el sentido de la prudencia, en la escuela, sino en sus experiencias colectivas. Por ejemplo, en sus experiencias de la derrota. Ahora bien, estas experiencias no se transmiten de generación en generación. Deben ser aprendidas siempre de nuevo.

 

Otro escritor español, Gumersindo de Azcárate, se preguntaba: “¿Ha producido la educación en Alemania la tranquilidad y el contento social? (...) ¿Ha sido una panacea para los males sociales de los Estados Unidos? Según un escritor americano, las nueve décimas partes de los jóvenes encerrados en las penitenciarías han asistido a escuelas: 'nuestros hijos, dice, tienen su pobre cerebro lleno de toda especie de cosas (...), pero no hay sitio en él para las verdades más sencillas del honor, del deber, de la moralidad." (Gumersindo de Azcárate, Resúmenes y juicios críticos, 1883).

 

Le añado que ni tan siquiera está clara la relación entre educación y crecimiento económico. Federico Mayor Zaragoza aseguraba cuando era secretario general de la UNESCO que "el nivel de educación de un país determina las condiciones de ese país para participar en el desarrollo mundial, beneficiarse de los avances del conocimiento y progresar él mismo mientras contribuye a la educación de los otros. Esta es una verdad autoevidente que ya nadie discute". Bueno... yo no tengo una fe ciega en las supuestas verdades políticas. De hecho, William Easterly desmontó esta tesis en un libro titulado The Elusive Quest for Growth.

 

A la escuela le podemos pedir racionalmente una contribución rigurosa al enriquecimiento de la cultura común. Pero hay que ser muy humilde a la hora de profetizar sobre sus resultados colectivos.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...