martes, 6 de agosto de 2019

... y buscó el amparo de las sombras.

I
Ayer, al fin, resucité de entre los muertos. He pasado unos días malos, pesados, presa de un malestar difuso -en mi casa hablaban de "mal temple"- que me impedía leer, escribir, concentrame. Andaba a rastras de mí mismo. Al fin, parece que ha escampado y que las cosas vuelven a adquirir su color propio. Cuando Heidegger hablaba de lo caprichosos que son los estados de ánimo, sabía muy bien lo que decía. La nada nadea y uno lo sabe, incluso puede dar nombres precisos a lo que le pasa, pero lo que no puede evitar es que no le pase lo que le pasa.

II
Cuando la nada nadea hay como una indiferencia ante las cosas que difumina sus límites, todo se tiñe de anonimato. Y si el ser es el fulgor de la forma bien limitada, el no ser es la indiferencia por el límite. Lo borroso se impone y ahí está el eco de la nada, nadeando, anodadando. No se trata de algo dramático y terrible. No conviene exagerar. Es, al contrario, bastante habitual. Se trata de algo así como una no-experiencia del perfil de las cosas que de vez en cuando nos fuerza a sentarnos como criaturas en el umbral de la puerta de nuestra casa vacía.

III
Y, sin embargo, la nada no nadea del todo si hay alguien al lado que nos quiere.

IV
Introito a El amparo de las sombras:
"Mediodía de un domingo luminoso de marzo, en Puebla, México. De más allá de las jacarandas en flor del Paseo Bravo –que aquí se conocen como pasión de Cristo, por florecer en Cuaresma– me reclama el tañido de una campana. En este paseo hubo una vez un monumento a un distinguido insurgente, “benemérito de la patria”, pero ahora sólo queda una inscripción en la que se lee: “a su memoria, en este mismo lugar, se le erigió un monumento, que desapareció con el tiempo.”

Hace mucho calor y decido obedecer el reclamo de las campanas, en busca de la penumbra que proclaman. Llego así hasta la iglesia de San Agustín. En el umbral me encuentro con un cartel en el que está escrito el siguiente texto del santo de Hipona: “Aquí me tienes, Señor. Yo soy aquel esclavo que escapó de su amo y buscó el amparo de las sombras”.

10 comentarios:

  1. Se podría estudiar una ontología-de-las sombras. Plinio en su prodigiosa Historis de la Naturaleza, nos habla de sombras buenas y malas sombras. De la del Nogal, por ejemplo dice que es tóxica. En cambio, la del Fresno es saludable porque ahuyenta el rayo y las tormentas como también a las culebras (que antes atraviesan por el fuego que por ellas). San Agustín creo que cita a Plinio recordando que la sombra del manzano es reconfortante para el espíritu. Cosa que viniendo de un Santo, me parece curiosa, ya que el manzano es el árbol del pecado original...o quizáseste lapsus agustiniano me haga confirmar mi tesis sobre que los frutos prohibidos no eran manzanas, del paraíso. De cualquier modo, si la nada nadea dentro nuestro, lo hace gracias a la canícula y no a la sombra.
    Enri

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    1. En mi infancia, Plinio seguía bien vivo en las tradiciones de las gentes de mi pueblo. La sombra del nogal era mala y punto. Nada peor que sestear bajo su ramaje.

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    2. En su libro sobre Heidegger y los relojes, Joan González ofrece una muy sugerente fenomenología de las sombras...
      En la cita de Agustín (perdone la pregunta pero no la conocía y desconozco el contexto) parece que el amo de quien el santo huyó sea Dios.
      Está claro que no hay sombra sin luz y que la luz tiene prioridad ontológica (a no ser que se considere la "oscuridad a secas" como sombra).
      La cita me hace pensar en ka última estrofa del poema que el poeta catalán Joan Sales dedica a los soldados muertos por la patria (el último poema que escribió y que cierra su impresionante "Viatge d'un moribund", que valdría la pena traducir al castellano):

      Sempre t'he vist, al fons dels horitzons, més alt /
      que el tedèum dels Cèsars i l'encens dels Caifassos. /
      He errat, fugint de Tu, fins que els peus m'han fet mal; /
      ¡tots els camins tenien el rastre dels teus passos!

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  2. "Y si el ser es el fulgor de la forma bien limitada, el no ser es la indiferencia por el límite. Lo borroso se impone y ahí está el eco de la nada, nadeando, anodadando."


    Sí, el apeyron como figura sin límite (geometría no euclídea o mejor, como curva no diferenciable). El fenómeno como aparición fantasmal del ente. Como especular sin la Idea, es decir presenciar el Mundo como Espejismo.
    EnRi

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    1. Esa es la tesis central de Heidegger.

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    2. Yo estaba pensando en Leibniz, aunque la cita que a continuación propongo, bien podría ser del mismo Heidegger: "Ahora hay que elevarse a la metafísica sirviéndonos del gran principio que dice que nada se hace sin razón suficiente. Puesto este principio, la primera cuestión que se tiene derecho a presentar es ésta: ¿por qué existe algo más bien que nada? Pues la nada es más simple y fácil que el algo, dado que si algo existe hay de dar razón de ello".
      Y mi aclaración sobre el asunto es bien sencilla. Siendo Leibniz el impulsor del moderno Cálculo diferencial, no es extraño pensar que todo ente es limitación perimetral, o en términos matemáticos infinitesimales, toda función deber ser diferenciable, toda curva deber tener su tangente y toda serie su límite. De esto deduzco o intuyo, mejor, que la razón suficiente del ser-ente sea como no, su posibilidad misma de tener una recta tangente, que lo de-limite.
      EnRi

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    3. Y añado, cuando Leibniz afirma siguiendo a otros gigantes, que "Natura non facit saltus", parece como convencerse de que todo ente tiene tangente, toda curva es diferenciable o toda función derivable en sus infinitos puntos. Es decir, que la existencia es un espacio en el "contínuo".

      Cuanta inocencia!
      EnRi

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  3. Para desazonados y anonadados: Si la nada nadea y el mundo mundea, ¿Heidegger heideggerea?

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    1. Mucho. Se ha dicho de él que poseía un intelecto formidable en el interior de un alma cursi. Cuando su alma toma la palabra, Heidegger heideggerea de lo lindo.

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  4. "Das Nichts nichtet":¿ "La Nada nadea" o "la Nada anonada" ( la traducción de Ferrater Mora)?

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