I
Me repito: De todas las cosas que me han pasado en la vida, la que me ha cogido más desprevenido ha sido la vejez.
II
Mi amiga B., a quien estos existencialismos caniculares deben su existencia, me ofrece un consuelo desde París:
III
Y de la editorial Plataforma me envían otro: el último libro de Carlos Goñi y Pilar Guembe, al que he tenido el honor de ponerle un prólogo titulado "Aquí se plancha (y el cartel no está en venta)"
Con Carlos y Pilar tenía que haberme visto este verano en su pueblo, en Obanos, Navarra, pero finalmente no he salido de Ocata-sur-Mer.
IV
Tu familia sólo en una parte mínima es tuya. Es más bien una prolongación de ti mismo. Los límites de tu yo son los rostros de los tuyos. Por eso cuando intuyes una vaga preocupación en sus caras -tenga o no fundamento- tu misma intimidad queda resentida. La familia es para los padres una unidad patológica.
V
Repaso viejos papeles que un día deseché de
ciertos escritos publicados. Ahora algunas de esas cosas desechadas me parecen mejores que las publicadas. Uno no puede estar seguro de hacia dónde evolucionará. Ya decía San Agustín que nadie nos conoce mejor que nosotros mismos y sin embargo no estamos seguros de qué haremos el día de mañana. Pero ahora sé que, vaya a donde vaya, con frecuencia lo haré corrigiéndome. Tu biografía también la escribes huyendo de ti mismo.
VI
Algún día creí que crecer era aprender a
prescindir. No es cierto, Uno sólo prescinde de lo que considera caduco. Y eso
no es prescindir, sino hacer sitio.
VII
Cuenta Josep Maria Espinàs en su A peu per
Mallorca una anécdota que os resumo: Un grupo de ingleses está jugando al póquer. Uno de ellos se atreve a poner en
duda el misterio de la Santísima Trinidad y el hecho llega hasta el pastor, que
toma buena nota del despropósito. En el oficio del domingo se dirige a los
fieles con la máxima dignidad y la más contundente vehemencia: "Me han explicado
que uno de nuestros estimados vecinos, durante una partida de cartas, ha puesto
en duda el misterio de la Santísima Trinidad. Sólo tengo que recordar una cosa:
¡Cuando se juega al póquer, no se habla!
VIII
Callo, pues. Pero antes les paso este link, que me ha traído un regalo inesperado, especialmente por estar donde está. Platón hablaba de salir de caza de la realidad, pero es la realidad la que no para de darnos caza a nosotros.
La VII me trae a la memoria una anécdota que cuenta Ortega en su libro sobre Velázquez, en concreto en un apartado delicioso cuyo título promete lo que ofrece: "De la España alucinada y alucinante en tiempo de Velázquez". En el mismo recoge citas de diarios y crónicas del XVII español. Una de ellas reza así:
ResponderEliminar"Entrando en San Felipe a las 12 horas del día para oír misa un hombre bien puesto, e hincándose de rodillas, dijo: ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento y María Virgen Santísima concebida con mancha de pecado original! A lo cual habiéndole dicho uno de los circunstantes que por qué decía disparates, respondió que no lo eran, tornándolo a decir segunda vez y añadiendo que lo sustentaría. Con tanto se levantó un alboroto en la iglesia, desenvainándose muchas espadas y tirando las mujeres de chapinazos al hereje; prendiéronle en el mismo instante, y lleváronle a la Inquisición ya herido".
A alguno de los que hoy se cubren con capelo lo ensartaban allí mismo, no salvándolo ni la Inquisición, pero esa es otra historia... la nuestra.
A pesar de que usted lo viva como regalo, si lee bien la reseña verá que tampoco esta vez han entendido su libro. Si queda reducido a azote de los progres, su libro -que no es tal cosa- no valdrá nada... Por cierto, esta vez no ha dicho usted que el título es La imaginación - y no La razón - conservadora...
ResponderEliminarSi, tiene usted razón, pero déjeme que me alegre porque un libro en el que inicialmente no creía nadie se mantenga vivo. Que se lea de formas distintas es inevitable. Y só, desde luego, el objetivo es la imaginaciñón conservadora.
Eliminar