miércoles, 7 de agosto de 2019

La pesca de la trucha en América


I
Fui durante un tiempo largo devorador de beatniks. Comencé a leerlos en Pamplona a finales de los 70 -llegaron con el aire nuevo de la Transición- y mantuve mi devoción tan firme que cuando viajé a San Francisco, lo primero que hice fue visitar la City Lights, para rendir tributo de admiración a las sombras de Kerouak, Corso y Ferlinguetti. Ahora todo aquello me queda muy lejos. Mucho más lejos de lo que pensaba. Lo acabo de comprobar leyendo La pesca de la trucha en América.

II
Richard Brautigan nació en Tacoma, Estados Unidos, el 30 de enero de 1935. Su padre no quiso reconocerlo y su madre lo abandonó con 8 años en la habitación de un hotel. Anduvo intentando mantenerse vivo, pasando más penas que alegrías. En una ocasión tenía tanta hambre que decidió lanzar piedras a la policía, para que lo detuvieran y le dieran algo de comer. La policía lo llevó a un psiquiátrico, donde lo internaron con el diagnóstico de esquizofrenia. Tras diferentes ensayos fracasados, escribió La pesca de la trucha en América, que le dio de forma inmediata dinero, fama y, sobre todo, acceso a más mujeres de las que nunca hubiera podido soñar. Pero sus siguientes libros pasaron desapercibidos y al esfumarse la fama se le esfumó el dinero y se le esfumaron las mujeres. Volvió a encontrarse solo en la habitación de un hotel y allí lo encontraron el 24 de octubre de 1984, cuando estaba completamente olvidado. Tenía el cuerpo cubierto de gusanos y a su lado había una pistola y una botella. La pesca de la trucha en América está dedicado a "A nuestros jóvenes, que pronto ocuparán nuestro lugar y morirán."

III
Suele decir T. que las pastillas nos quieren, que son nuestras amigas, y que hay que tratarlas bien. Desde luego, no hay duda de que ayudan a dormir y que habiendo dormido bien, el día es mucho más acogedor.

IV
Ya he dicho por aquí que estoy escribiendo un libro en defensa del conocimiento. Voy más despacio de lo que me gustaría, pero, en todo caso, avanzo. El hecho de que haya que escribir un libro en defensa del conocimiento en la escuela tiene algo a la vez de urgente y doloroso. Pero hay que hacerlo. Estoy descubriendo que cada generación se justifica ante las siguientes por al firmeza con que ha defendido lo evidente.

5 comentarios:

  1. ¿Conoce usted este texto alucinante de Eugenio d'Ors, para quien las escuelas primarias españolas eran ¡ en 1910 ! "demasiado perfectas" y "sus métodos y sistemas demasiado refinados"?
    http://www.unav.es/gep/dors/glosascentenario28.htm


    ESPEJO DE EDUCADORES (1)
    Mal maestro, quien, en asignatura de autoridad, no es discípulo de los combatientes.
    Mal maestro, quien, en asignatura de fantasía, no es discípulo de los poetas.
    Mal maestro, quien, en asignatura de laboriosidad, no es discípulo de los artesanos.
    Mal maestro, quien, en asignatura de bondad, no es discípulo de su madre.
    Mal maestro, quien, en asignatura de alegría, no es discípulo de sus discípulos.

    Eugenio d'Ors

    (1) Publicado, con el título «Espejo de cursillistas», en Arriba España, 15/9/1937; recogido posteriormente en La Tradición (1939). Y en su libro de aforismos "Gnómica".


    Tuve la fortuna de tener por maestro de primeras letras a un verdadero maestro, y no a un pedagogo.
    (Unamuno)

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    1. No, no lo conocía. Y le agradezco muchísimo que me lo haga conocer. D'Ors era lo suficiente perspicaz como para saber que la nueva pedagogía era, básicamente, una pedagogía de la expresión cuyo origen se encontraba en Fichte. Y en ello estamos.

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    2. Eugeni d'Ors entendió pronto que para comprender a Dewey debemos partir de Fichte. El yo es para Fichte el sujeto que se descubre expresándose en sus actuaciones y este descubrimiento progresivo es la clave y el fundamento de la acción moral. Los intereses de la acción del yo, al ponerse de manifiesto, nos proporcionan la experiencia de nuestros límites (del no-yo) y, al mismo tiempo, del conjunto de nuestras determinaciones. En este sentido, el fin último de la educación se identifica con la formación de la voluntad como guía forjadora de la personalidad. Sin una voluntad formada el yo no encuentra más que tinieblas a su alrededor, mientras que con una voluntad formada y capaz de dirigir la acción, el mundo y la vida ganan valor y sentido al convertirse en instrumentos del yo, que es el órgano de la libertad moral. La propia razón no puede convertirse en teórica si no es práctica. Actuar es más fundamental que conocer. Es necesario que haya un actuar para poder conseguir un conocer. La conclusión de d'Ors es clara: "Nada en la metodología contemporánea que no venga de la pedagogía de Dewey. Nada en la pedagogía de Dewey que no venga de la psicología de Dewey. Nada en la psicología de Dewey que no venga de la filosofía de Fichte." D’ORS, Eugeni (1990), Glosari 1915, Barcelona, Quaderns Crema, pp. 309-321).

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  2. Señor Luri, su libro sobre el conocimiento está empezando a hacer falta de veras. No me extraña que esté tardando porque, me temo, cada vez son más los frentes en los que defenderlo:
    https://twitter.com/vcuevas/status/1158476055512068096
    https://twitter.com/MiriamLeiros/status/1158359859584258048
    Sin quitar importancia al tema del clima, me preocupa que eso sea lo que los “representantes educativos” le transmitan a los políticos como más urgente en la escuela.

    Ya comentó usted en, cito de memoria, “La escuela contra el mundo” que el único gas que los niños conocían era el CO2. Y me gustaría saber si esa propuesta se reducirá a educación ambiental-emocional, si será opinión y eslóganes tipo Greta Thunberg (¿es ella la que está cumpliendo el papel mencionado “... cada generación se justifica ante las siguientes ...”?), o será información y si esta, atendiendo al pensamiento crítico tan valorado, incluirá las voces que disienten y los datos que presentan como prueba.
    Si me permite, uno este tema a la noticia de El País y al comunicado de Ciudadanos sobre la asignatura de Oratoria y Debate. ¿Puede debatirse, realmente, un tema sin dominar el contenido (fondo) y el lenguaje (forma)? En cualquier caso, comparto la opinión del bajo nivel de expresión que puede comprobarse en los muchos Trabajos de Fin de Grado que circulan por la red (¿el tutor no se la corrigió?). Por no hablar de otros casos más sangrantes.
    Afirma en su respuesta anterior que “Actuar es más fundamental que conocer.” Pero, ¿se puede, o mejor dicho, es bueno actuar sin conocer?
    M.L.S.E.

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    1. Me he explicado mal.Lo de que "actuar es más importante que cvoncoer" es lo que, según d¡Ors, defienden los seguidodres de Fichte. Mi opinión es que a veces hay que amarse es más importante que onocerse y que, con frecuencia, las urgencias del obrar son mayores que el conocimiento que sería necesario para obrar bien. Pero esto noos llevaría dermasiado lejos. Gracias.

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