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domingo, 8 de julio de 2018

Esta tarde me he dado una vuelta por México

Siguiendo las pistas de sus agendas, he reseguido con las yemas de los dedos el viaje que hizo Victor Serge desde la Ciudad de México a Guadalajara del 19 al 27 de agosto de 1943.

Hay topónimos que te ofrecen toda su sugerencia cuando detienes su dedo en su grafía en un mapa y a miles de kilómetros de distancia los pronuncias despacio, pasando sus sílabas por el paladar como un caramelo que está a punto de quebrarse y soltar el sabor escondido que lleva dentro.

Les puedo asegurar que aunque estaba en mi cuarto, sus paredes se han dilatado para ser capaces de acoger desde lagos a volcanes.  

El 19 llega (llegamos, porque a mí Serge me lleva en su bolsillo, entre las hojas de su agenda) a Morelia y Pátzcuaro. Al día siguiente nos espera el volcán Paracutín, el lago de Pátzcuaro y Janitzio. Dormimos en la Posada de Don Bosco. 

El 21, Erongarícuaro. 

El 22, Uruapán y San Juan Parangaricutiro. Pasamos la noche en las faldas del volcán, en la cabaña del Dr Atl.

El 23, regreso a San Juán. Uruapán. Nos alojamos en el Hotel Progreso.

24. Guadalajara.

26 Noche en Morelia.

27 México.



Estoy de veraneo aquí, frente al ordenador y las agendas. Viajando entre palabras exóticas y abriéndome camino entre recuerdos ajenos. La tarde se pasa así en un vuelo. Ha llegado la hora, pues, de ir a darme un baño a la playa de Ocata, que el mar tampoco sabe de fronteras y seguro que me entiende.

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