Jean-François Revel cuenta en un capítulo de sus memorias (El ladrón en la casa vacía) su experiencia como profesor en Italia y entre otras cosas dice lo siguiente: “La ciencia y paciencia del profesor pueden recorrer la mitad del camino para acudir al encuentro con el alumno, pero no pueden reemplazar el esfuerzo inherente al acto de aprender. Históricamente y hasta el final de los tiempos, no ha habido ni habrá resultado educativo si la mitad del camino no está recorrido por la curiosidad y voluntad del alumno”. Por eso el mensaje “¡Atrévete a saber!” se puede expresar también de esta manera: “¡Atrévete a ser activo, a salir al encuentro del saber!” O de esta otra: “Atrévete a transformar y experiencia y la ajena en ideas ordenadoras de tu conducta”.
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